En su mensaje con motivo de los festejos navideños, el papa Francisco hizo un pedido por la paz y el diálogo en Venezuela y Nicaragua, los dos países latinoamericanos con problemas sociales y políticos más importantes. “Que redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres humanos y vinculan a todos los pueblos”, exclamó ante la multitud congregada en la Plaza San Pedro.
Los dichos del Pontífice se enmarcaron en un completo repaso de los conflictos que más trascendencia mundial tienen en esta época, en muchos casos luego de extensos períodos de desencuentros y hasta indiferencia de las dirigencias para intentar buscar una solución que ponga fin a la muerte de millones de personas.
Además, estas manifestaciones le sirven al Vaticano para retomar protagonismo al cabo de un nuevo año en el que golpearon muy fuerte a su estructura los escándalos por casos de violaciones atribuidos a sacerdotes y miembros en general de la organización eclesial.
Dijo Francisco el día de Navidad: “Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población”.
Y con respecto a la situación en Nicaragua, instó el jefe de la Iglesia que sus habitantes “se redescubran hermanos para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país”.
Sobre el caso particular de Venezuela, gobernada con mano durísima por el chavismo a través de Nicolás Maduro, debe recordarse que hace un par de años el Papa ya impulsó una mediación entre el Gobierno y la oposición que tuvo resultados totalmente negativos. No hubo ningún avance. Venezuela se encuentra inmersa en una crisis económica y humanitaria que ha llevado a una elevadísima cantidad de ciudadanos de ese país a dejar el país. Se estima que en 2019 el éxodo podría alcanzar los 5 millones de personas.En el plano meramente político, la gestión de Maduro se ha caracterizado por el maltrato a los sectores opositores, que en muchos casos pagaron con la cárcel su disidencia.
En cuanto a Nicaragua, el gobierno de Daniel Ortega ha adquirido características dictatoriales que alentaron las protestas y enfrentamientos, que en ocho meses dejaron con nefasto saldo casi 400 muertos, 600 presos políticos, hostigamiento a los medios de prensa independientes y fuerte injerencia en la administración de justicia.
Sin duda, es muy loable la postura del Papa a favor de una solución a la dramática situación que se vive en ambos países. Es importante que la Iglesia promueva una vez más el tendido de puentes que permitan superar las lejanas divisiones arraigadas por concepciones muy equivocadas del uso del poder.
Por eso es fundamental que exista predisposición entre los sectores sociales y políticos enfrentados para que el camino del diálogo sea posible.
Pero vale también resaltar que dicho sendero no será viable si los gobiernos de Venezuela y Nicaragua no resignan pretensiones y abren la posibilidad de entendimientos con la gran mayoría que no quiere que detrás del voto popular se escondan nunca más quienes omiten los preceptos republicanos y sólo buscan fortalecer sus apetencias autoritarias y dictatoriales.
Además, es importante que esta prédica papal pueda destrabar el método del acercamiento y el diálogo, de modo de ahuyentar la posibilidad del uso de las armas para dirimir las diferencias, por un lado, y ahuyentar la siempre latente y nunca deseada posibilidad de injerencia de potencias mundiales. La cercanía de Rusia a Venezuela, por ejemplo, por el interés del régimen de Caracas de obtener financiamiento para evitar el colapso del Estado, es una de las claras señales de alerta que surgen en estos momentos.