Hay mucha expectativa tras la definición del añejo conflicto de límites entre Luján de Cuyo y Las Heras, a favor del primero, para que todo ese extenso territorio al oeste de la ruta Panamericana sea ordenado territorialmente y que el hábitat creado allí, a través de numerosos barrios escalonados, entre en una moderna y consolidada urbanización.
El lugar se llamó Sierras de Encalada por decisión del municipio norteño, y ahora, tras el veredicto de la Corte, los propios residentes decidieron identificarlo como Pedemonte, dando nacimiento al distrito número 15 de Luján de Cuyo. Por supuesto falta que una ordenanza del Concejo Deliberante de Luján convalide esa medida cartográfica, que posiblemente se tomará en las próximas semanas.
Es una jurisdicción extensa, de aproximadamente 4.750 ha (48 km2), donde residen en forma permanente de 12 a 13.000 personas, que se elevan a 3.000 más cuando muchos eligen ese sitio para pasar el verano. Toda la zona tiene alrededor de 2.700 a 3.000 viviendas y numerosos comercios, además de un destacamento policial.
La región se ha visto perjudicada por años de anarquía a consecuencia de la disputa territorial, y ahora es mucho lo que debe hacer el municipio del río Mendoza para ordenar y privilegiar el distrito, que espera su identificación y progreso.
Hay barrios consolidados que revisten como empadronados y son modelo de residencia en una zona privilegiada por el entorno natural, con las serranías casi como un patio más. Pero, hay lotes que no están encuadrados en las normativas municipales y otros que no pueden evadir la categoría de clandestinos.
Entonces, para que la anarquía vaya cediendo ante el orden y el avance, las oficinas municipales tendrán que trabajar con denuedo. Se podría haber hecho inclusive, aunque la idea parezca utópica, cuando el conflicto estaba vigente y las dependencias técnicas de las reparticiones discutían por sus pretensiones y mientras se esperaba el destino final de las reclamaciones; ya entonces las cosas se hubieran podido ordenar mejor en beneficio de los habitantes.
Ahora es necesario encarar de inmediato la planificación del territorio, que se encuentra muy poblado y con muchas anomalías y falta de servicios imprescindibles. Hablamos, entre otros puntos, de usos del suelo a autorizar por el municipio: residencial, agrícola, industrial, recreativo y servicios.
Y también proceder al registro catastral de la tierra, para determinar quiénes son los verdaderos propietarios y así proceder al cobro de impuestos justos y poder otorgar permisos de construcción.
Uno de los graves problemas -revelado por los funcionarios municipales de Luján- es la falta de agua corriente. Los datos son preocupantes: hay 1.550 lotes -es decir 718 casas- que extraen el líquido de pozos y unos 1.304 lo obtienen de camiones y lo traspasan a cisternas.
Para resolver el problema del agua -que es muy delicado porque incluye carencias, pinchaduras y robo de líquido en el acueducto que va a la planta Alto Godoy, Aysam tiene el desafío de ejecutar un proyecto para brindar el servicio a todos los usuarios que ahora no lo tienen. Igualmente, debe pensarse en la evacuación de líquidos cloacales y la extensión de redes de gas a los conglomerados que están privados de ese elemento.
También la consolidación del futuro distrito demandaría la determinación de las áreas sujetas a peligros aluvionales, y en tal caso ejecutarse las obras de defensa necesarias, porque nunca pasa nada, pero cuando ocurra algo las consecuencias pueden ser imprevisibles.
Poblado por muchas familias jóvenes y de edad mediana, el espacio está carente de equipamientos comunitarios, sobre todo de una escuela primaria y un centro de salud. En materia de aprovisionamiento de mercaderías diario hay un cierto respaldo por la existencia de diversos comercios, pequeñas industrias y hasta una estación de servicios, inaugurada este año.
Un grupo de arquitectos que estudia el tema de la vivienda social sostiene que también se debe consolidar el servicio de transporte público de pasajeros (que lo hay, pero no es el mejor); diseñar una red de vías de circulación interna y la determinación de reservas del terreno natural con su flora autóctona. Esa planificación, según el concepto de tales profesionales, debería ser formulada por el municipio con la participación de los vecinos residentes, los dueños de tierras, las empresas de servicios y las organizaciones de defensa del medio, también con la colaboración de centros académicos.
Si se hacen las cosas bien, un territorio anárquico puede consolidarse como un agradable lugar para vivir, en una pintoresca región turística que se sume a las cercanas, como el dique Potrerillos, y también convertirse en un ejemplo para futuras ocupaciones del pedemonte del oeste del Gran Mendoza, pero ya sin el sello de la anarquía que las caracterizan.