La paz, un gran desafío del Papa en Tierra Santa

Francisco busca, luego de la fallida mediación estadounidense, aportar a la paz entre israelíes y palestinos y el reconocimiento del carácter sacro y universal de Jerusalén, de su herencia cultural y religiosa y, por ende, como lugar de peregrinaje de los

La paz, un gran desafío del Papa en Tierra Santa

El papa Francisco inicia hoy un histórico viaje a Tierra Santa. En lo que atañe a su función de jefe del Estado Vaticano, este periplo constituye un enorme desafío en virtud de su permanente aporte por la paz en una región del mundo siempre convulsionada por la mezcla de intereses políticos escondidos detrás de las diferencias religiosas. Y como principal pastor de la Iglesia Católica, la presencia de Francisco se traduce en un incentivo para una comunidad católica que, en minoría, debe convivir con la violencia y la discriminación.

Por otra parte, este viaje de tres jornadas, en el que el Papa visitará Jordania, Palestina e Israel, tiene como disparador recordar el histórico encuentro del papa Pablo VI con el patriarca Atenágoras, en Jerusalén, hace exactamente 50 años, hecho que en su momento sirvió como germen de un afán reconciliador del cristianismo mundial. Posteriores visitas de Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron en el mismo sentido.

Francisco llega a las tierras en las que vivió y construyó Jesús su Iglesia con la esperanza de un firme aporte a la paz después de la fallida mediación estadounidense en pos de la reanudación de los cónclaves que, con ese objetivo, deben llevar a cabo israelíes y palestinos. De esto el Papa se ocupará concretamente en los encuentros previstos con el presidente palestino, Mahmud Abbas, el presidente israelí, Shimon Peres, y el primer ministro de este país, Benjamin Netanyahu. Completará su prédica en audiencias que mantendrá por el diálogo interreligioso, otra de sus prioridades, con jerarcas musulmanes y judíos.

En las últimas horas, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, mano derecha de Francisco en la conducción de la Iglesia, señaló con precisión las convicciones del Papa para sostener este trascendental viaje: el derecho de Israel de existir y de gozar de paz y seguridad dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas; el derecho del pueblo palestino de tener una patria, soberana e independiente, el derecho de desplazarse libremente, el derecho de vivir en dignidad. Y también el reconocimiento del carácter sacro y universal de la ciudad de Jerusalén, de su herencia cultural y religiosa y, por ende, como lugar de peregrinaje de los fieles de las tres religiones monoteístas.

Además, el Vaticano ha resaltado en los últimos días que este viaje tiende a confirmar en la fe a los cristianos que viven en la región. En toda esa convulsionada zona los cristianos constituyen hoy en día una minoría en disminución, como consecuencia de la tremenda violencia que se sistematizó en los últimos años a partir de la acción de grupos extremistas islámicos que operan desde Irak, Siria y la Franja de Gaza, y que en la mayoría de los casos obligaron a los creyentes cristianos a abandonar sus lugares de residencia para que sus vidas no corrieran ningún peligro.

El papado de Francisco se sustenta en pilares inconmovibles  basados en las convicciones religiosas y en la terrenal virtud de la humildad y de la honestidad en el obrar. Por ello difícilmente el Papa argentino se dé por conforme si no se retira de Tierra Santa con algunos de sus objetivos en marcha.

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