Edwin Tinoco fue el asistente personal de Luciano Pavarotti desde 1995 hasta su muerte, en 2007. Compartieron mucho tiempo juntos: viajes, ensayos, comidas, momentos familiares, etcétera. "Hacemos todo juntos menos el amor", dijo alguna vez el tenor italiano, antes de aclarar: "porque a mí me gustan las mujeres" (algunos no tomaron bien esta aclaración).
Lo cierto es que el anecdotario entre Tinoco y Pavarotti ya está a la venta, al menos en Europa, y las cosas que devela aparentemente son en verdad jugosas.
Pero llegar a publicar tantas intimidades no fue fácil; más que nada, por idas y venidas éticas. Es sabido que Pavarotti, siguiendo la tradición de una especie de mitología tenoril, fue un picaflor empedernido. ¿Pero cuántas infidencias tendrá "Pavarotti y yo", el título final de este libro?
Al parecer, muchas, porque la polémica ya está despierta: en una entrevista a El País de España Tinoco aseguró que la decisión no fue fácil, y que estuvo motivada ante todo por su respeto y admiración por el tenor.
“Mi intención no es crear controversia. No estoy acostumbrado a hacer daño a nadie”, se encargó de aclarar.
Lo cierto es que en las páginas del libro circulan datos valiosos para los chimentólogos de la lírica. El más importante es, probablemente, el del día en que Adua Veroni (esposa de Pavarotti) y Nicoletta Mantovani (su amante) se encontraron.
Fue entre bambalinas de un concierto en el Royal Albert Hall de Londres, en 1995. “Mientras la gente tomaba ordenadamente asiento, en el camarín del maestro se cruzaron Nicoletta y Adua. ‘Señora Veroni, usted debe saber que las voces que circulan son ciertas: Luciano y yo nos amamos’, dijo Nicoletta. Adua no respondió”.
Poco después se separarían, Nicoletta se casaría con el tenor, le daría un hijo a sus 67 años y, al momento de su muerte, Tinoco heredaría 500 mil dólares y medio millar de corbatas.
En la mencionada entrevista recordó las cosas que le gustaban de Luciano Pavarotti: su vitalidad, su sonrisa y, sobre todo, su generosidad. Como para no recordarla...