Los ejemplos, dicen, tienen su recompensa. En el caso de Paula Pareto apenas pasaron 45 días para recibir el premio por aquel enorme gesto que conmovió a los Juegos Panamericanos.
Fue en la final, apenas segundos después de su derrota, cuando la Peque pudo dejar atrás la desazón por perder la medalla de oro y sorprendió abrazando y levantando en andas a la cubana Mestre que la había vencido. Por estas horas, en Kazajastán, ella disfruta de la retribución, que volvió en forma del “mejor resultado de mi vida”, el título en el Mundial de judo.
“En Toronto mi primera reacción fue ponerme contenta por mi rival, porque todos hacemos el mismo esfuerzo para llegar a ser campeones. Yo sé lo que ella sufrió, se entrenó y lo soñó. Era el momento para felicitarla. Luego me dio bronca perder y la forma, en el final. No fue lindo para mí, pero sí lindo compartirlo con ella. Y mirá cómo es el destino, ahora me tocó a mí y lo gozo de otra forma”, explica desde Astana con la sencillez que la caracteriza.
-¿Qué valor tiene este título mundial en tu carrera?
-Es tan o más importante que la medalla olímpica, porque el nivel era todavía mayor. Hubo 40 luchadoras muy buenas cuando en los Juegos son 22. Y además este título marca una vigencia desde Pekín hasta acá. Ya era muy difícil llegar a un nivel tan alto y todavía más mantenerse. Creo que lo he logrado desde el 2008 y me pone muy feliz.
-Ocho torneos en 2015, en todos subiste al podio y cinco los ganaste, con récord global de 22-3. ¿Cuál es el secreto?
-Sí, la verdad que es muy bueno el año, el mejor de mi vida. No estaba en los planes hacer ocho podios, pero yo siempre digo que cualquier cosa puede pasar. No hay un secreto. Trato de hacer lo mejor, ir torneo a torneo, lucha a lucha...
Pareto no practica un deporte popular, pero desde hace siete años, en cada gran torneo, se mete a los argentinos en su bolsillo. Porque gana, pero también porque conmueve, da los mejores mensajes y encarna los mejores valores, siendo un ejemplo de talento y sacrificio a la vez. Porque ahora disfruta la buena, pero también pasó la mala, cuando en el 2011 casi queda afuera del deporte por una hernia cervical.
“Superar lesiones es algo muy importante en un deporte de contacto como éste. Esa fue la forma en que lo encaré, siendo positiva. Pude recuperarse y volver a la meta que tenía”, admite.
Lo mágico en su caso fue poder ser un atleta de elite mientras estudió (y terminó) una carrera universitaria. “Siempre es importante estudiar porque te abre la cabeza. Y yo quiero transmitir de que se puede ir a la par con otra actividad, en mi caso practicar un deporte tan exigente. Con organización y sacrificio se puede. La clave es saber que te va a costar, pero con tesón y si te gustan ambas, es posible”, comenta la ahora médica, recibida desde diciembre de 2014.
La Peque parece tener tiempo energía para todo, como para realizar acciones solidarias, como las que encaró con Weber Saint Gobain. “Estuvo buenísimo lo del programa Huella Weber, que busca ayudar a la comunidad usando nuestra imagen y construir valores. Yo tengo que elegir un lugar para mejorar con sus materiales de construcción y ellos se encargan”, explica quien seleccionó al club Victoriano Arenas para que la empresa refaccione las instalaciones.
Pareto lo logra por un plus, una base de educación muy importante que nace de su entorno, de su casa. “Me gusta decir que cuando gano yo, gana mi equipo. Porque yo tengo entrenadoras como Laura (Martinel), un psicólogo deportivo, mi familia y amigos. Ellos me ponen bien para luchar, me hacen ser lo que soy”, dice quien además de reinventó como luchadora para sortear el conocimiento que los rivales ya tenían de ellas.
“Sí, tuve que hacerlo, fueron muchos cambios necesarios para mantenerse en el top 5 mundial. Yo siempre fui más defensiva en el sentido que era difícil que me marquen puntos, pero a la vez tampoco puntuaba tanto. Ahora es distinto. Además uno va mejorando en agarres y posiciones para ser más completa y poder usar igual mis técnicas preferidas aunque mis rivales me las conozcan”, explica.
-Dijiste alguna vez que el judo es más mental que físico. ¿Tu cabeza es tu mayor arma?
-Sí, es una de mis máximas virtudes es el trabajo mental que perfecciono con mi psicólogo. La concentración es clave. Puedo ganarte con mi judo o con mi cabeza.
-Algunos ya te postulan como uno de los 10 mejores deportistas argentinos de la historia. ¿Te sentís en ese Olimpo?
-Noooo. No me siento que ya esté en esa elite. Se ve que la gente me quiere (se ríe) y es un orgullo que se me mencione al lado de semejantes monstruos. Tal vez sí pueda ser una referente de hoy y me gusta provenir del judo. Ojalá esta victoria sirva para que se conozca el deporte y que existan otros deportes en la tele...
-Ahora vas a tener la presión de ser la deportista con la chance más concreta de medalla en Río. ¿La manejás?
-No me pone presión ser favorita, para mí será un torneo más. Tengo la ilusión de ganar otra medalla olímpica, pero sé que en mi categoría cualquiera le puede ganar a cualquiera. Los favoritos pueden ganar, pero también perder. Iré lucha por lucha, como siempre, con confianza pero sin creerme más que nadie.
El ejemplo tiene su premio, Peque.