"La preservación de un patrimonio cultural tiene que ver con la posibilidad de poderse pasar el testimonio de una generación a otra."
El comentario pertenece a un artículo titulado “El patrimonio tangible de los mendocinos”, del arquitecto Jorge Ricardo Ponte. Y nos es útil en el sentido de reclamar la necesidad de preservar patrimonios que no están en su mejor forma y que deben recibir una pronta intervención directa para que no sigan malográndose y así asegurarlos a las generaciones futuras.
Dos de los bienes que mencionamos pertenecen a la órbita privada y el restante es de dominio público.
En los primeros, por la trascendencia de los bienes en juego debe haber una intervención estatal de complementación o ayuda para que los objetos que se resguardan y los edificios que los cobijan sean protegidos como testimonios de nuestra identidad cultural e histórica.
Uno de los patrimonios es la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, de la calle Montevideo al 544, también llamado ese lugar como la casona de los Civit, en atención a los primigenios dueños del inmueble en el siglo XIX.
Es Monumento Histórico Nacional y en su interior alberga la biblioteca y hemeroteca “Pedro Molina”, con unos 13.000 volúmenes y el “Museo del Pasado Cuyano”, con piezas que han pertenecido a viejas familias de la elite local, otras recuperadas de sucesos históricos, como así también resguarda la historia local del petróleo, una sala arqueológica y una religiosa.
Posee además documentos de los siglos XVIII, XIX y XX y una fototeca con más de 5.000 fotografías.
El Estado provincial tiene sus propias metas en el campo patrimonial y muchos lugares que cuidar, pero debería estudiar medidas que pudieran significar una revisión de la infraestructura de la antigua edificación.
Repetimos: la Junta no sólo administra el inmueble sino que es su dueña, pero no estaría de más un estudio con participación oficial como aporte y luego que el gobierno apoyara las obras necesarias.
La actividad de esta institución está en movimiento y garantizada, con una fuerte proyección hacia la comunidad por lo que sugerimos una mirada mixta: gestión privada en forma determinada y un auxilio estatal con el fin de que la histórica sede continúe preservando su legado.
Otro sitio es la tumba que guarda los restos de la hija del general San Martín, Mercedes Tomasa y su marido Mariano Severo Balcarce en la basílica de San Francisco.
En ese lugar tan identificado con los sentimientos de los mendocinos, el techo está derruido, con mucha humedad, donde se han colocado unos tejidos ligeros para tapar la mampostería caída, que a su vez están medio descolgados.
Hace falta pintura e iluminación. En general se nota abandono.
También exige mayor protección una réplica de la Bandera de Los Andes ubicada en ese templo. Al camarín de la Virgen del Carmen de Cuyo tampoco se puede acceder.
El año pasado, para los festejos del bicentenario de la entrega del bastón de mando de San Martín a la Virgen, las autoridades de la Junta de Estudios Históricos lograron que la Municipalidad de Capital limpiara el sector, aportando la Asociación Amigos del Fader los elementos de higiene.
Varias cuadras al norte, se emplaza la principal biblioteca pública de Mendoza y al lado, en el mismo solar, se ubica el Museo General San Martín, también conocido como Museo Sanmartiniano, sostenido por las Damas Pro Gloria Mendocinas.
Este establecimiento tiene prioridades urgentes: los baños para el público están en condición lamentable y hace falta renovar las instalaciones eléctricas de manera perentoria, pintar e instalar una moderna cartelería.
En síntesis, a través de estos ejemplos insistimos en la imprescindible necesidad de defender el patrimonio.
