La protección y gestión de los bienes patrimoniales de Mendoza tiene puntos positivos y negativos. En los últimos años hemos observado un incremento en la preocupación por salvaguardar y difundir algunos ejemplos de edificios emblemáticos o monumentales de la ciudad por parte de distintos entes estatales. Sin embargo, el camino es largo y todavía queda mucho por resolver.
El lado positivo lo constituyen algunas intervenciones muy bien realizadas como la que observamos en la casa Stoppel, que ha abierto sus puertas como museo con una destacable restauración y gestión. Resultan, además, dignas de mención las obras de consolidación y reparación que se están realizando en la Casa Emiliano Guiñazú, que esperamos poder disfrutar en un futuro no muy lejano. Sumamos el ex balneario Playas Serranas del Parque General San Martín, que alberga el museo de ciencias naturales y antropológicas Juan Cornelio Moyano
Pero estos datos alentadores también tienen su contracara. En los últimos tiempos hemos visto desaparecer bajo la piqueta de la especulación inmobiliaria bienes que formaban parte de la historia de la provincia y que, al no contar con las declaratorias de protección correspondientes, fueron demolidos. Ejemplos de esta situación son la casa de Benito Marianetti en la calle Perú, que dejó de existir en 2017 y la vivienda de Tito Francia, que fue destruida este año. Sumamos a las anteriores, el ejemplo del inmueble ubicado en calle San Luis, entre José Federico Moreno y Monte Caseros, el cual, aun formando parte de los bienes inventariados como patrimoniales, fue demolido en 2017.
El mapa se complejiza al corroborar que de los bienes catalogados como patrimoniales hay algunos que están en manos de privados que muchas veces no pueden o no desean mantenerlos, y los estatales, para los cuales tampoco se cuenta con partidas presupuestarias acordes.
A nivel de difusión, resultó una buena iniciativa la celebración del Mes del Patrimonio que se realiza en setiembre. En el marco de las actividades se destacan ciclos de charlas de especialistas, recorridos e intervenciones sobre edificios que son abiertos al público. También observamos algunas páginas destinadas a orientar al turista. Sin embargo consideramos que es necesario enfatizar la difusión entre usuarios locales, debido a que son depositarios primordiales y potenciales defensores inmediatos de posibles amenazas al patrimonio.
Como se observa el panorama es complejo, se han tomado algunas medidas que resultan insuficientes. Una de las imperiosas necesidades es que se transforme la concepción sobre los bienes, que deben ser comprendidos multidimensionalmente y de una manera integral, que compatibilice la rentabilidad económica pero también social, incluyendo distintos actores en su puesta en valor y preservación.
Es necesario inventariarlos periódicamente, generar planes de manejo y de gestión y contribuir a la difusión para que, tanto locales como turistas, colaboren en su protección. Considero que en esta última acción radica una de las claves, ya que el efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiación colectiva y democrática; es en este punto en el que se deberían concentrar, mayormente, las futuras acciones gubernamentales.