La conservación del patrimonio histórico es una tarea compleja más aún en zona sísmica. Esto se debe a que la conservación de cualquier bien histórico debe tener en cuenta la seguridad física de las personas, la salvaguarda de los valores intrínsecos de la construcción y el uso actual y futuro de la puesta en valor.
Hasta mediados del siglo XX se consideraba que la conservación de una construcción histórica se garantizaba mediante una gran intervención de restauración, confiando de manera total en las nuevas tecnologías de los materiales especialmente hormigón armado y despreciando los materiales antiguos y sus técnicas constructivas. Esto derivó en pésimas experiencias de restauración.
Ventajas y desventajas
A partir de la Carta de Venecia en 1964 (documento firmado con motivo del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos) se reconoce en forma explícita la salvaguarda de los valores intrínsecos de la construcción donde cada edificación histórica se convierte en un problema único. No se pueden generalizar posibles intervenciones y técnicas.
En la práctica cada solución posible debe analizarse con cuidado y valorar sus ventajas y desventajas. A veces esta falta de conocimiento daña la valoración histórica: arquitectos e ingenieros han mutilado o destruido con la aprobación de autoridades y profesionales. Cuando se interviene una estructura histórica no es aceptable aplicar reglamentos de construcción concebidos para construcciones nuevas.
Para el proyecto de intervención, la falta de información sobre técnicas y materiales de construcción antiguos hacen que el valor de la ingeniería se desprecie. La selección de una técnica de refuerzo debe estar basada en los principios estipulados en las cartas de 1964 y 2003: respeto a la autenticidad estructural, mínima alteración o impacto no invasivo, seguridad estructural, compatibilidad de materiales, reversibilidad y remoción y monitoreo.
Por lo tanto la intervención estructural de edificios históricos es y debe ser una tarea multidisciplinaria como se ha mostrado en la XI Conferencia Internacional sobre Análisis Estructural de la Construcción Histórica recientemente realizada en Perú para enfatizar la importancia de la participación de una amplia variedad de disciplinas y profesiones en la emocionante pero desafiante tarea de conservar y restaurar edificios patrimoniales.
El legado de los huarpes
En Argentina hay pocos edificios patrimoniales de antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI, que permanecen en el noroeste en forma de piedras apiladas o edificios bajos de adobe.
Mendoza es la ciudad más antigua de Argentina con una era prehispánica y otra época hispana o colonial.
Un ejemplo es el sistema existente de riego artificial a través de canales y acequias, construido por los indios huarpes, aprovechando las pendientes naturales de los cursos de agua y las fallas geológicas, constituyendo una unidad espacial de drenaje-canal-camino.
Del período colonial hispano hay construcciones con un estilo barroco muy simplista porque Argentina era un territorio periférico, pobre y escasamente poblado del Imperio español. Los únicos edificios coloniales importantes que han quedado corresponden a cabildos e iglesias. El centro histórico de las principales ciudades se caracterizó por su austera arquitectura civil, con paredes de adobe, techos de madera, con pocas aberturas sin vidrio y patios con cisternas para el suministro de agua.
A partir de 1860 el estilo colonial se mezcló con el clásico (estilo italiano) prosperando con la reorganización nacional y desde 1880 surgieron movimientos arquitectónicos académicos, eclécticos y art nouveau en la construcción.
Argentina es un país étnica y culturalmente único en toda América desde el punto de vista de preservación del patrimonio. Esto fue una sorpresa para los visitantes extranjeros debido a la celeridad con la que se construyeron algunos edificios y otros se demolieron para su progreso.
Un enfoque diferente de la conservación del patrimonio ocurre cuando hay riesgo sísmico, como Mendoza, cuyo núcleo urbano tiene la mayor peligrosidad sísmica del país.
Los grandes terremotos de la Argentina se caracterizan por ser terremotos poco profundos asociados a la ruptura de fallas que cruzan o están muy cerca de las ciudades más importantes. Los estudios históricos de sismicidad mostraron los daños en edificios debido a la proximidad de fallas.
Los terremotos de Mendoza de 1792, 1861, 1903, 1917, 1920, 1927 y de enero de 1985 destruyeron las construcciones de adobe y dañaron severamente los edificios de mampostería no encadenada, afectando los edificios más antiguos.
Pocos ejemplos
Desde el punto de vista de la conservación del patrimonio, muy pocos edificios de mampostería de piedra natural del período precolonial se pueden detectar en Mendoza (restos del Camino del Inca (Qhapap Ñan), Pircas prehispánicas). De la época colonial solo quedan las ruinas de mampostería de arcilla cocida con mortero de cal de la Iglesia de San Francisco producto de la destrucción del terremoto de 1861 y algunas capillas o casonas fuera del Gran Mendoza. Desde ese terremoto, los edificios patrimoniales son escasos y algunos de ellos se detectan dentro del ámbito educativo.
Los edificios de finales del siglo XIX y principios del siglo XX se construyeron en mampostería de ladrillos de cerámica cocida.
En la transición al uso del hormigón armado aparece el hormigón con perfiles metálicos híbridos para soportar losas de piso, o como puentes y columnas dentro de la mampostería para resistir la acción sísmica conocido como sidero-ladrillo.
Desde 1930, el uso del hormigón armado en Argentina se generaliza, dejando a las construcciones de mampostería como de menor calidad, o para el revestimiento o la terminación de fachadas.
Desde 1999 el Ceredetec viene colaborando en el tema de vulnerabilidad sísmica de las construcciones existentes, evaluando técnicas de rehabilitación y monitoreando el comportamiento ante vibraciones en los pocos edificios patrimoniales intervenidos (tal el caso de la exescuela Mitre (avenida San Martín, de ciudad) y Museo de Arte Provincial "Emiliano Guiñazú" - Casa Fader, en Mayor Drummond, Luján de Cuyo).
(*) e Ingeniería Sísmica, Ceredetec, UTN.