Patrick Modiano de novel, nada

El Premio Nobel de Literatura 2014 tiene 69 años y es autor de una veintena de libros. Son 15 los franceses que han obtenido el máximo galardón de las letras. Las claves de su obra y un adelanto exclusivo.

Patrick Modiano de novel, nada
Patrick Modiano de novel, nada

Cuando la persona responsable de comunicarle a Patrick Modiano que había sido elegido Premio Nobel de Literatura lo llamó a su casa de París, el hombre se encontraba en la calle, cerca del Jardín de Luxemburgo. Fue una de sus dos hijas quien lo notificó del veredicto, inesperado para el galardonado con uno de los mayores reconocimientos internacionales en el campo de las letras, que inició su contacto con la escritura cuando tenía 20 años. “Siempre tengo la impresión de escribir el mismo libro. Eso significa que hace 45 años escribo el mismo libro de manera discontinua”, expresó el autor horas más tarde en una comunicación telefónica con una entrevistadora de Nobel Media, en la que aseguró que cada vez que es consultado para recomendar un título suyo, sugiere el último, en este caso “Para que no te pierdas en el barrio”, cuya esencia es la pérdida de perspectiva dentro del entorno.

"Por el arte de la memoria con la que evocó los destinos humanos más inasibles y descubrió el mundo de la vida de la Ocupación" fueron los motivos sobresalientes por los cuales el jurado de la academia sueca se orientó por el novelista francés nacido en 1945 en Boulogne-Billancourt, una comuna ubicada al oeste de París, hijo de una actriz belga y de un hombre italiano con raíces judías de mala reputación y vinculado a los negocios. Reconocido en Francia aunque muy poco en el resto del mundo, las primeras obras de Modiano surgieron luego de su bachillerato -período en el que reconoce su motor novelístico-, se publicaron a partir de 1968 y giraron en torno a la ocupación nazi y el colaboracionismo: “Los bulevares periféricos” (1977), “La ronda de la noche” (1979) o “El lugar de la estrella” (1989), galardonada con el Premio Roger Nimier y el Premio Fénéon. También el guión de la película “Lacombe Lucien”, en el que trabajó en 1974 junto a Louis Malle y que denuncia la activa participación francesa en la persecución de los judíos.

Ya distanciado de su familia, cuenta la historia que en sus inicios Patrick Modiano vendió libros para hacer dinero y que aprendió a copiar la letra de escritores como Paul Valéry y Alain Robbe-Grillet para simular algunas dedicatorias. A los 33 años, el autor obtuvo el Premio Gouncourt por “La calle de las tiendas oscuras” (1978), una novela situada durante la Segunda Guerra Mundial en la que un hombre sin pasado ni memoria jubilado de una agencia de detectives emprende un viaje tras la pista de su identidad perdida. En 1984, el escritor francés fue distinguido por la Fundación Pierre de Mónaco por el conjunto de su obra y treinta años más tarde llega este reconocimiento que le dedica a su nieto sueco, seguido del fenómeno que este anuncio supone, como la venta masiva de sus obras en las librerías de París o la impresión de tres libros que estarán disponibles en la Argentina a partir del 29 de octubre: “La hierba de las noches”, “En el café de la juventud perdida” y “Calle de las Tiendas Oscuras”, en tanto que antes de fin de año circulará su autobiografía titulada “Un pedigrí”.

La literatura como refugio y como actividad solitaria para un hombre que se reconoce tímido y que es ahora el merecedor del décimo quinto Nobel francés de Literatura, el país con más ganadores en el rubro de la historia seguido de Estados Unidos, entre los que figuran Anatole France (1921), Henri Bergson (1927), Jean-Paul Sartre (1964) -quien por desacuerdo con las reglas del sistema se rehusó a recibir el premio- o J.M.G. Le Clézio (2008). En esta oportunidad y entre 210 candidatos fue el autor de “Domingos de agosto”, “Viaje de novios” o “La hierba de las noches” el acreedor de 1,1 millón de dólares, que el 10 de diciembre pronunciará su discurso ante el rey de Suecia.

“Uno lee una página cualquiera de este escritor y sabe que es suya, lo que llaman 'la música Modiano', una forma de escribir muy literaria, evocadora e inquietante a menudo”, afirmó en la Feria del Libro de Fráncfort el editor de Anagrama Jorge Herralde. Sorprendido por la noticia y con diez intentos truncos de que el escritor viajara a Barcelona para promocionar su obra, Herralde destacó la “calidad impresionante” del elegido, su literatura “inconfundible”, un merecimiento superior del que han gozado otros premios Nobel y su reticencia con respecto a lo mediático. París a partir de la ocupación alemana como tema recurrente y la presencia autobiográfica en lo que refiere a la búsqueda del padre, “un padre muy singular, de un pasado muy turbio”, fueron algunos de los aspectos destacados por el responsable de contratar el último libro del autor francés “Para que no te pierdas en tu barrio”.

“Es un cartógrafo de la ciudad, de sus calles y edificios. Casi se podría reconstruir el París de los años cuarenta y cincuenta a partir de sus novelas, sin ninguna ambición embellecedora sino a favor de la exactitud”, destacó Herralde sobre el autor con pocos lectores antes de este reconocimiento universal. Con motivo de la reedición en España de “Trilogía de la ocupación” en enero de 2012, el novelista Enrique Vila-Matas escribió en el diario El País que “toda su obra en realidad es la obra de un desesperado que no puede vivir sin París. Un hombre preso de un amor brutal, completamente loco, por la ciudad, por los barrios que de joven vio que rodeaban enigmáticamente a la aldea de 600 personas. Hoy la aldea es su singular obra literaria y circulan por ella 600 personajes”.

En ese pedaleo continuo con el que el autor comparó su actividad, Modiano habló de múltiples referencias y de su especial admiración por Camus. “Intento traducir la angustia contemporánea”, sostuvo en la conferencia de prensa celebrada en la sede parisina de la editorial Gallimard el novelista de 69 años, traducido en varias ocasiones al español por María Teresa Gallego Urrutia. Sencillez, claridad y elegancia, destacan sus seguidores, extrema sensibilidad y búsqueda de la identidad en recuerdos que desgarran y amnesias que alivian el camino son ingredientes en la literatura Modiano, la del hombre que escribe de dos a tres horas por día y que no conoce otra ocupación por fuera de la pluma.

"La hierba de las noches", lo que se viene del ilustre francés

Pues no lo soñé. A veces me sorprendo diciendo esta frase por la calle, como si oyese la voz de otro. Una voz sin matices. Nombres que me vuelven a la cabeza, algunos rostros, algunos detalles. Y nadie ya con quien hablar de ellos. Sí que deben de quedar dos o tres testigos que están todavía vivos. Pero seguramente se les habrá olvidado todo. Y, además, uno acaba por preguntarse si hubo de verdad testigos.

No, no lo soñé. La prueba es que tengo una libreta negra repleta de notas. En esta niebla, necesito palabras exactas y miro el diccionario. Nota: escrito breve que se hace para recordar algo. Las páginas de la libreta son una sucesión de nombres, de números de teléfono, de fechas de citas y también de textos cortos que a lo mejor tienen algo que ver con la literatura. Pero ¿en qué categoría hay que clasificarlos? ¿Diario íntimo? ¿Fragmentos de memoria? Y también cientos de anuncios por palabras copiados de los periódicos. Perros perdidos. Pisos amueblados. Demandas y ofertas de empleo. Videntes.

De entre todas esas notas, algunas tienen un eco mayor que otras. Sobre todo cuando nada altera el silencio. Hace mucho que no suena el teléfono. Ni nadie llamará a la puerta. Deben de creer que me he muerto. Está uno solo, atento, como si quisiera captar señales en morse que un interlocutor desconocido le envía desde muy lejos. Muchas señales llegan con interferencias y por mucho que afine uno el oído se pierden para siempre. Pero hay nombres que destacan con nitidez en el silencio y en la página blanca...

Dannie, Paul Chastagnier, Aghamouri, Duwelz, Gérard Marciano, «Georges», el Unic Hôtel, calle de Le Montparnasse... Si no recuerdo mal, en ese barrio andaba yo siempre con la guardia alta. El otro día, pasé por casualidad. Noté una sensación muy rara. No la sensación de que hubiera pasado el tiempo, sino de que otro yo, un gemelo, rondaba por las inmediaciones; que no había envejecido y seguía viviendo en los mínimos detalles, y hasta el final de los tiempos, lo que viví aquí durante una temporada muy breve.

¿De qué dependía el malestar que notaba tiempo atrás? ¿Era por esas calles a la sombra de una estación y de un cementerio? De repente, me parecían anodinas. Había cambiado el color de las fachadas. Mucho más claras. Nada de particular. Una zona neutral. ¿Era realmente posible que un doble que hubiera dejado yo aquí siguiera repitiendo todos y cada uno de mis antiguos gestos y recorriendo mis antiguos itinerarios por toda la eternidad? No, aquí no quedaba ya nada de nosotros. El tiempo había arramblado con todo. El barrio era nuevo y lo habían saneado, como si lo hubieran vuelto a construir en el emplazamiento de un islote insalubre. Y aunque la mayoría de los edificios eran los mismos, le daban a uno la impresión de hallarse ante un perro disecado, un perro que hubiera sido de uno y al que hubiera querido cuando estaba vivo.

*Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Editorial Anagrama. Junto a “En el café de la juventud perdida” y “Calle de las tiendas oscuras” es uno de los tres libros que estarán disponibles en la Argentina a partir del 29 de octubre.

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