Escuchar a Patricia Palmer desde el otro lado de la línea es como un remanso en todo sentido. No sólo la cadencia tierna pero con carácter de su voz brinda esa sensación, sino la claridad sin divismo de sus ideas, las reflexiones acerca del esfuerzo para conseguir lo que se desea, y la garra inexorable que se desprende en cada uno de sus pasos y elecciones que la llevan a ser hoy una figura respetada, y querida.
Casi como la protagonista de las innumerables novelas que encabezó, y con la misma fuerza de las mujeres que interpretó en teatro, la actriz, directora y también dramaturga supo hacerse desde muy joven un nombre, sin que le resultara nada fácil.
Con veintitantos años dejó la seguridad del hogar en pos de su vocación y partió rumbo a Buenos Aires. A los años duros y los momentos de soledad siguieron los de oportunidades que forjó incansable para no parar.
Atrás había quedado Mendoza, con sus padres, hermanos, y amigos en pos de su vocación, y mal no le fue.
Hoy la actriz reparte su tiempo entre sus dos hijos, sus dos nietos, una sala teatral, la docencia, y la televisión que hoy la muestra en “La Leona” (Telefé), la novela protagonizada por Nancy Dupláa y Pablo Echarri, en la cual brilla con su personaje de Isabella Medeiros, la madre en la ficción de Dupláa, esposa de Hugo Arana, y una gran troupe familiar.
“Isabella es una madraza, y una esposa entregada. Ella es muy identificable en el rostro y vida de muchas mujeres argentinas que han postergado todos sus sueños y aspectos personales por su marido y sus hijos. Ya se conocerá con el transcurrir de los capítulos más sobre mi personaje, pero el público va a ir descubriendo sus sueños…Isabella quería ser artista y bailarina pero dejó todo de lado por la familia, pero ojo con convencimiento y una decisión de corazón que le produce felicidad llevar adelante. Es como un sacerdocio que ella realiza para con su familia”, argumenta Palmer.
-¿Qué puntos en común tiene Isabella con Patricia?
- En realidad yo no postergué nada por mi familia, en ese sentido no me siento identificada con mi personaje. Al contrario fui detrás de mi deseo personal que era ser actriz, y de alguna manera lo prioricé a quedarme en Mendoza con mis afectos…
En eso somos muy diferentes con Isabella. Sí me parezco a ella en la fuerza que le he dado a cada aspecto que he emprendido en mi vida. En la fuerza las mujeres somos todas leonas…
- ¿Qué te decidió a decirle sí a esta tira, siendo una amante profesa del teatro ante todo?
- Lo que más me gustó fue el elenco…Cuando me dijeron quienes estaban simplemente no pude decir que no…Imaginate estos nombres: Miguel Ángel Solá, Lito Cruz, Hugo Arana, Pablo Echarri, Nancy Dupláa, Dolores Fonzi… ¡Uff! y tanta gente más admirada y querida por mí que el “sí” fue lo único que pude responder. Fue una azuelo bastante eficaz.
- ¿Qué es lo que más te gusta de la tele, y lo que menos te atrapa?
- Lo que más me gusta es la llegada que tiene, un punto de rating son 100.000 espectadores…En teatro para que eso suceda tenés que tener una temporada todo el año muy exitosa, y acá en la tele con un solo puntito entrás en 100.000 hogares. Eso es único, porque luego viene el cariño y reconocimiento de la gente.
Lo que menos me gusta de la tele es el vértigo, el hecho de tener que correr detrás del rating, los tiempos siempre apurados para hacer las cosas porque es el ritmo necesario del medio.
- Con tanto vértigo tus días deben ser intensos.
- Afortunadamente mis días son muy distintos porque hay algunos que grabo y otros que no, algunos en que ensayo teatro o en los que estoy dirigiendo la obra que llevo a cabo. Mi vida es muy divertida e intensa.
Arranco muy temprano en la mañana y termino como a las 22…Pero no me quejo porque es muy enriquecedor y diferente para mí. Si a eso le sumamos la dicha de compartir con la familia, los nietos y amigos ¡ni hablar! Realmente los disfruto (ríe).
- Nombrás la familia como parte de ese combo fundamental. ¿Cómo es Palmer abuela de dos nietos?
- Creo que lo mejor del abuelazgo es que no tenés miedo…Yo no tengo miedo de cómo vayan a salir mis nietos. No me importa nada…Lo único que me importa son ellos y que hagan lo que deseen para ser felices. No estoy ocupada pensando en la obligaciones…básicamente no tengo miedo porque el abuelazgo es un vínculo muy distendido en el cual te dedicas a disfrutar a tus nietos porque no hay tensión.
Ya no estás preocupada por su futuro como con un hijo, con el que querés que se abra camino en la vida, que sea profesional, etcétera. Sólo te dedicas a disfrutar literalmente hablando.
- ¿Tus hijos forman parte de lo artístico?
- No, para nada, no tienen que ver con el mundo de la actuación. Mi hija es cantante lírica. Siempre aposté a que fueran felices a la hora de elegir un camino.
- Se te nota muy familiera, ¿se arman esas mesas familiares grandes cada domingo?
- Somos muy unidos. Para que te des una idea vivimos todos en el mismo edificio. Imaginate que mateamos todos los días. Tengo hasta a mi sobrina y mi ahijada que viven en este edificio. Yo armé mi pequeña “Mendocita” acá (ríe).
- ¿Qué te pasa cuando ves todo lo que has hecho en teatro, tele, dirección…? ¿Te engancha nostalgiosa?
- No, nostalgia no, en realidad me enorgullece y emociona haber hecho tantas cosas lindas, que además me provocan mucho agradecimiento. Soy una agradecida de la vida que me dio la posibilidad de hacer muchas cosas en teatro, cine, televisión, desde comedia hasta tragedia, desde obras del talentoso Pepe Cibrián a Shakespeare. Definitivamente me da mucho placer, orgullo y ante todo agradecimiento.
- ¿Te falta algo que desearías hacer aún?
- Un montón de cosas, siento que recién estoy empezando. Me gustaría hacer más cine que hice poco, comedia musical…qué se yo muchas cosas.
Pero no me quedo con las ganas, el año pasado grabé un disco de folclore, por eso me gustaría ahondar más en el canto, ya estoy preparando un espectáculo musical con otra cantante en donde habrá música y poesía. En fin, hay un montón de proyectos que me gustaría hacer y que estoy llevando a cabo de a poquito.
- Sos como una hormiga laboriosa colmada de proyectos…
- Sí (ríe) la vida tiene que ser un proyecto para mí, sino se termina.
- ¿Seguís sintiendo esas ganas de volcarte a Mendoza para realizar cursos y diversas capacitaciones?
- Me encantaría, yo voy todos los meses a Mendoza de manera religiosa, aunque sea por un día. A veces me voy un sábado y vuelvo un domingo porque necesito ver mi provincia, abrazar a mis hermanas, a mi familia y amigos, porque para mí Mendoza no está tan lejos sabés (recalca con ternura y convicción).
- ¿Se sigue extrañando?
- No, la siento siempre cerca pero mi lugar está en Buenos Aires. Extrañaría más Buenos Aires por la actividad. A mí me apasiona lo que hago, y lo que hago está acá en esta ciudad.
-¿Qué cosas te quedaron de la Provincia?
- Cuando puedo duermo la siesta, es parte de mi vida. Soy muy mendocina. Yo siento que a mí no me salpicó nada Buenos Aires. Soy muy mendocina en todo el ritmo de vida personal y familiar.
- Cuando hay encuentro entre coterráneos, como con Marco Antonio Caponi, que también trabaja en la tira. ¿Hay una referencia obligada a estos lares?
- Sí, Marco está enamorado de Mendoza, se está haciendo una casa en La Crucecita, su lugar en el mundo. Su amor hacia Maipú y su familia siempre está presente en nuestras charlas. Marco particularmente es muy mendocino.
- ¿Te piden consejos los actores mendocinos?
- Sí, los piden, no sé si los siguen, pero los piden (ríe). De todas maneras a mí no me gusta dar consejos, me parece que la experiencia es única y particular, uno puede advertir de algunas cosas a los que son más jóvenes pero por ahí es verdad que es la experiencia de uno. El joven lo vive de otra manera…El difícil dar consejos, me parece que la vida merece ser vivida de manera individual, que los caminos son particulares.
- ¿Qué proyectos además de la novela te mantienen ocupada hoy?
- Estoy dirigiendo una obra que se llama “Temporada de Topos”, de un autor nacional Juan Fassi, la estrenamos en abril. Además comienzo las clases de teatro con mis alumnos en marzo. No creo que este año haga televisión salvo “La Leona”, y en teatro aún no estoy decidida pero algo voy a hacer.
- ¿Qué le dirías a ese joven que como vos tiene la vocación y las ganas de irse a la gran ciudad?
- Vocación es un vocablo griego que significa “llamado del alma”, entonces si ese joven siente que es un llamado del alma, no se puede desoír, pero cuidado que no todo el mundo que cree tener vocación, realmente la tiene. A mucha gente le gusta la idea de la actuación porque cree que la vida del actor o del artista es fácil, glamorosa…y no es así, ni pasa por ahí.
La vida de un actor es como la de cualquier trabajador, una vida con altos y bajos, dura a veces porque hay mucho tiempo que se puede estar sin trabajo. Es una experiencia que amerita que uno se forme sólidamente porque hay muchísima competencia. Pero si realmente hay vocación, si realmente ese llamado del alma existe, entonces no hay que desoírlo, hay que seguir el sueño. Lo único importante en la vida es perseguir los deseos y sueños sin contradecirlos.