Patricia Faur (59) es experta en dependencia afectiva y vínculos adictivos. De paso por Mendoza, donde disertó sobre estrés y vínculos, analizó para Los Andes los diferentes factores que llevan a sostener una relación poco saludable. Dijo que no hay que hablar de violencia de género, sino de violencia en sí, como fenómeno social. Y se refirió al estrés que se genera en este tipo de vínculos y su impacto en la salud.
- En Argentina, ¿tenemos relaciones poco saludables?
- Me parece difícil decir si en general tenemos vínculos saludables o no. Hablamos de una sociedad que tiene ciertas características, que es muy narcisista y egoísta, donde el otro importa poco. Lo que se busca es la gratificación inmediata y se ha desvalorizado el sufrimiento ajeno. Esto sí lleva a que los vínculos no sean saludables.
-¿Por qué?
- Porque, además, tenemos a las personas que son vulnerables. Se caracterizan por ser empáticas y solidarias, les importa más el dolor ajeno que el propio. Sin embargo, necesitan el afecto del otro y, si se terminan relacionando con el narcisista, el vínculo no será bueno.
- La vulnerabilidad, ¿implica debilidad?
- Cuando se habla de dependientes afectivas -y hablo en femenino porque suele darse más casuística en mujeres, pero también pueden ser hombres- muchos las ven como ‘pobrecitas’, pero son personas potentes y brillantes. Su desvalorización hace que no sean independientes. Necesitan ser necesarias para alguien porque eso les reafirma su autoestima.
- ¿Qué factores llevan a que alguien se vuelva dependiente afectiva?
- Son personas que han sido adultas desde niñas porque han debido asumir roles que no les correspondían, no necesariamente por tener padres ausentes. A veces son papás que tienen problemas entre sí y usan a los niños para extorsionar al otro, por ejemplo. Son niños que han cargado sobre sus espaldas tener que calmar el dolor familiar y esa es una función que los sobrepasa. Crecen con ese estrés infantil y sin haber sido cuidados y lo trasladan a los vínculos de adultos, naturalizando el dolor. Además, salen a salvar al otro.
- Este tipo de personas, ¿es proclive a la depresión?
- La depresión y las adicciones están a la cabeza de los males del siglo XXI. Sin embargo, los perfiles vulnerables no necesariamente son depresivos. Igual, puede llegar a detectarse una depresión subyascente que no es fácil de identificar, porque cuando uno las ve están activas y dispuestas, pero en realidad están haciendo un gran esfuerzo, porque han naturalizado hacerlo. Por eso se enferman.
- ¿Se puede dar el caso de personas que hayan tenido una infancia sana, pero que durante una etapa de vulnerabilidad conozcan a un narcisista?
- Sí, puede ser que nos agarren en un momento de vulnerabilidad, pero en eso casos salís más rápido y tenés un límite hasta donde lo aguantás, las otras no. Como son personas que se sienten culpables si ven que el otro no es feliz, tienden a hacer más cosas para agradarle. No tienen límite.
- Y eso, ¿como impacta en su salud?
- La va desgastando, va teniendo fallas en su sistema inmunológico y en el cardiovascular. Además, hay que tener en cuenta que ese patrón la persona lo repite en otros ámbitos, como en el trabajo: se queda horas extras, se esfuerza por demás. Con las amistades pasa lo mismo, se supone que uno debe tener un vínculo con la suficiente confianza para decirle “mirá, sé que quedamos en ir al cine, pero estoy muy cansada y prefiero no ir”. Si no podés decirle eso a tu amiga es mejor replantearse la relación. El cuerpo te va pasando factura del dolor emocional. En algún momento lo va a cobrar porque es un estrés crónico, es esa alerta de amenazada permanente. En los vínculos la amenaza es el abandono y el temor a dejar de ser queridos.
- Es el miedo a no agradar
- Es buen síntoma que en algún momento alguien no me quiera tanto, significa que yo me estoy queriendo. Hay que hacer un esfuerzo de negociación, pero se debe saber cuál es el límite, no se pueden cambiar los principios y los valores, porque eso me llevaría a dejar de ser quien soy. No puedo cambiar para que me quieran, lo que sí puedo es modificar los intereses.
- La necesidad de aceptación, ¿se sostiene inclusive al terminar las relaciones?
- Sí, en esos vínculos no hay reparaciones. A veces uno se tiene que retirar de esas relaciones sin una reparación moral, porque nunca va a pasar. El narcisista no va a pedir disculpas ni va a agradecerte nada.
- Este tipo de vínculos, ¿están relacionados con la violencia de género?
- No uso la expresión ‘violencia de género’ porque es cierto que los hombres también son parte de un género. Por eso hablo de violencia interconyugal, emocional, del silencio, del insulto. Hablo de la violencia en sí. A veces está relacionado a la violencia, por eso hay que empezar a alentar a los adolescentes con un mensaje contundente. Respecto a los celos o a que nadie puede decirte cómo vestirte. No sólo las chicas, lo varones también sufren esta violencia. Hay muchísimas formas de descalificar a un hombre, lo más común es cuando no es potente en lo laboral y la mujer no lo deja opinar sobre decisiones del hogar porque no aporta la misma cantidad de dinero.
- ¿La sociedad aún no asimila en rol que ha asumido la mujer en los últimos 30 años?
- Hay mucho de eso en América Latina. Por ahí en los países europeos es distinto. Cambiaron los actores pero no logramos ver la película tal cual es. El impacto de las tecnologías también la han cambiado, para bien y para mal.
- ¿Cómo funciona un vínculo sano?
- El buen amor es desear el bien del otro. Si amo a alguien, quiero su felicidad. Puedo estar discutiendo, pero si te veo sufrir voy a parar porque es más importante no verte sufrir que tener la razón.
Escritora prolífera
Patricia Faur (59) nació en Buenos Aires y se recibió de psicóloga de la UBA en 1981.
A mediados de los ‘80 se interesó en las dependencias afectivas y los vínculos adictivos, algo que por entonces no era analizado en nuestro país.
Hoy trabaja como psicoterapeuta y coordina grupos para mujeres con dependencias afectivas y codependencia. Se dedica a las neurociencias en la Universidad Favaloro y también dicta clases y talleres sobre estrés conyugal y estrés de los cuidadores.
A lo largo de su carrera ha publicado ocho libros, entre ellos “No soy nada sin tu amor” y “Amores que matan”, referidos a las dependencias afectivas.