Aunque en la semana probó con otros nombres, Garnero quemó todos los papeles y terminó conformando un equipo sin una referencia ofensiva. Sin Pereyra, con Minich confinado al banco de relevos, ni Cardozo, ni Rearte y menos Torres fueron la solución ante la ausencia del “9”.
Con el equipo mendocino demasiado retrasado, no hubo forma de conectar los extremos del equipo y Ferro se dio cuenta que hasta podía correr riesgos a la hora de colocar mucha gente en ofensiva. Claro que además jugó en contra la pésima tarde de muchos. Las imprecisiones se dieron en lugares del campo y en momentos no recomendados.
Primero fue Servio quien se equivocó (gran reacción posterior para evitar el gol), luego fue Dolci (la fortuna salvó a la Lepra) y finalmente fue Eduardo Méndez quien erró un despeje y permitió la genial definición de Bazán.
Todo antes del cuarto de hora y sin una acción para destacar del lado visitante. Ni siquiera con todos sus hombres metidos en campo propio, pudo Independiente contrarrestar la determinación de su rival a la hora de buscar la valla de Servio. Ahí nomás volvió a errar Dolci y Salmerón definió, apenas ancho. Casi promediando la etapa pudo equilibrar la visita, aunque eso no se tradujo en acciones claras de gol.
¿Se equivocó Garnero en el planteo? Más allá de los rendimientos individuales, erró el camino. Dejó demasiados espacios en la zona media y entre Julio Mozzo y Alderete le cerraron los circuitos para intentar conectar las líneas. Ahí sufrió. Perdía la pelota demasiado rápido y, sin Minich no había quien diera respiro a los defensores azules.
Cómo habrá sido la lectura errada que en el mismo entretiempo apareció el cambio. Adentro Minich, afuera Torres, quien casi no tuvo contacto con el balón. A partir de ese momento, más allá de que la Lepra se quedó rápidamente con uno menos por la expulsión de Eduardo Méndez, encontró determinación para jugar y una referencia a quien buscar en cada ataque por las bandas.
Ferro se apostó a definir la historia de contragolpe y casi lo consigue cuando Coronel quiso salir jugando y regaló el balón a Salmerón. La corrida providencial de Peralta salvó la segunda caída de la valla mendocina. Y los del Parque fueron. Con ganas, con decisión, no con tanto fútbol, pero convencidos de que el empate era posible.
Y apareció Minich en dos ocasiones para hacer figura a Albil. Y el equipo mejoró la imagen. Si no hubo reparto de puntos fue por la poca puntería en los metros finales. Pero quedaron flotando preguntas. ¿Por qué Garnero decidió cambiar el esquema que venía dando resultados? ¿Minich no era el reemplazante natural de Pereyra?
¿Cuál fue el planteo inicial y por qué salió tan mal? Ayer buscábamos esas respuestas de la boca del propio DT, pero eligió no hacer autocrítica. Una lástima.