Paso Pehuenche, una opción para ir a Chile

Los Andes recorrió los casi 400 km que hay entre Malargüe y la Región del Maule. Caminos irregulares, paisajes y una Aduana sin luz.

Paso Pehuenche, una opción para ir a Chile
Paso Pehuenche, una opción para ir a Chile

Se acerca el inicio de las vacaciones de verano y miles de mendocinos ya planean cruzar la cordillera para disfrutar de las playas y aguas del Océano Pacífico. Pero debido a la planeada realización de obras de mejoramiento y ensanche de calzada en la zona de los caracoles del paso Los Libertadores (que arrancarán el 7 de enero), el gran dilema que se plantea más de uno es la decisión de esperar más de 10 horas para cruzar por el tradicional paso o realizar unos cientos de  kilómetros más, demorar menos tiempo en los controles fronterizos y utilizar la alternativa del Paso Pehuenche en Malargüe.

Claro que la determinación final del viajero puede estar dada por el destino del viaje ya que si el lugar elegido para vacacionar es Concón, Reñaca, Viña del Mar o Valparaíso, o  en su defecto La Serena, y lo que se pretende es ahorrar kilómetros y no tiempo, la decisión es más que obvia y la primera opción será la elegida.

Pero si la opción en este verano es cruzar para disfrutar de la zona central de Chile, como la Región del Maule y las playas de Constitución, Iloca, Duao, Chanco o Pullehue, el paso internacional Pehuenche en el sur provincial, a 2.500 metros sobre el nivel del mar, surge como alternativa a tener en cuenta.

Por esta razón, y con el fin de “ayudar” a los viajantes a trasponer la Cordillera de los Andes por el recientemente habilitado paso y contar la experiencia vivida, Los Andes recorrió 425 kilómetros hasta Malargüe y decidió cruzar la frontera por el sureño departamento, tomando como punto de partida el reloj del cincuentenario, en pleno centro malargüino.

Al efectuar este viaje, el primer punto es saber que el Pehuenche es un paso cordillerano cuya obra aún no está finalizada, principalmente del lado argentino, pero sí transitable con precaución en los 137 kilómetros que hay en tramos de asfalto y ripio desde la ciudad de Malargüe hasta el límite, y en los 161 kilómetros de pavimento que existen desde la frontera hasta Talca, la principal ciudad de la Región del Maule.

En los casi 300 kilómetros que separan a ambas ciudades los servicios son mínimos, por  lo que para evitar cualquier dolor de cabeza y antes de partir es necesario abastecerse de combustible en la ciudad de Malargüe, como así también hay que hacerse de algunos alimentos, bebidas y ropa de abrigo ya que las temperaturas y el viento en plena cordillera pueden jugarnos una mala pasada, además de saber que durante gran parte del recorrido no dispondremos de señal de telefonía celular. Además, es recomendable llevar una cámara fotográfica.

Antes de partir, por mayor seguridad, observamos en internet el pronóstico meteorológico del Paso Pehuenche que indicaba que tendríamos cielo despejado, con algo de viento y una temperatura de 5° al mediodía, momento en el que estimábamos pasar la frontera, luego de realizar los trámites migratorios y aduaneros en Las Loicas, a 100 kilómetros de Malargüe.

Tránsito lento

A las 8.30 emprendimos el viaje hacia el sur por la ruta Nacional 40. A los pocos kilómetros nos encontramos con un desvío por trabajos de pavimentación que realiza la empresa Chediak sobre la ruta. A partir del kilómetro 22 y hasta la Cuesta del Chihuido el camino es de pavimento y muy bueno, pero sin demarcar al igual que hasta la localidad de Bardas Blancas, ubicada a 63 kilómetros. En la zona de la cuesta se recomienda precaución por baches. Si viaja sin apuro, aquí la cascada de Manqui-Malal puede ser una buena opción para detenerse y desayunar.

En el trayecto nos encontramos  con los vestigios de la mina uranífera de Huemul y el cerro Palau-Mahuida. Unos 3 kilómetros antes de llegar a Bardas Blancas podemos desviarnos e ingresar a la Reserva de Caverna de las Brujas o seguir, cruzar el puente sobre el caudaloso Río Grande y desviarnos por la ruta 145 hacia el oeste.

En Bardas Blancas se puede optar por detenerse, que es lo que hicimos, y abastecerse  en algunos de los almacenes, por ejemplo de agua caliente para el mate. Esta localidad cuenta con servicio de gomería, policía, centro de salud y una pequeña y precaria estación de servicio, en la que muchas veces no hay combustible.

Por la Ruta 145 y con el acompañamiento del majestuosos paisaje del Valle del Río Grande, apto para la pesca de truchas, nos movilizamos 18,5 kilómetros por camino pavimentado hasta proximidades de Portezuelo del Viento. No dejamos de tomar un par de fotos en este lugar. Esto es recomendable ya que a futuro (tal vez lejano), allí se construirá la tan prometida presa hidroeléctrica.

En este sector y hasta Las Loicas el camino es de ripio, con serrucho y piedras cuando no se hacen los mantenimientos correspondientes, por lo que el tránsito hay que hacerlo a 40 km/h y con suma precaución. La particularidad del paisaje montañoso y algunos puestos de los crianceros nos acompañaron en el trayecto.

A las 10.15 arribamos a Las Loicas. Dos gendarmes nos recibieron en el edificio de la Dirección Provincial de Vialidad, que es prestado para que se realicen los trámites aduaneros y migratorios correspondientes. En el lugar hay una sola oficina que es compartida con personal de Aduana. No existen casetas y por ahora (esperemos que no sea por mucho tiempo) el control no es integrado, por lo que a unos 100 kilómetros deberemos someternos a un nuevo chequeo en la zona del Retén de la Mina, en Chile.

“Hoy por ser el primer día (martes 11) prácticamente no ha pasado nadie, pero creo que durante el fin de semana y a medida que empiecen las vacaciones va a aumentar la cantidad de personas que crucen por este paso. Nosotros por ahora somos cuatro gendarmes que estaremos durante 30 días y luego seremos relevados”, afirmó el subalferez Matías Balada, mientras nos recordó que el horario de salida es de 8 a 18 y el de ingreso de 8 a 21.

“El principal inconveniente que tenemos es que acá no hay luz eléctrica, sólo un grupo electrógeno, por lo que las computadoras sólo podemos utilizarlas de 9 a 12 y de 19.30 a 23.30, que es el horario que anda el grupo”, agregó -sin darse a conocer- un empleado de la Aduana.

El cruce de la frontera

“Para nosotros es fundamental que el Gobierno nos traiga la luz desde Bardas Blancas. Hoy tenemos este importante servicio fronterizo para cumplir y no hay luz permanente. El grupo electrógeno es chico y la turbina está rota aunque nos han prometido que en unos días la arreglarán. El teléfono semi público funciona sólo cuando hay luz y no tenemos señal de teléfono celular ni tampoco venta de combustible”, nos explicó Víctor Villar, presidente de la unión vecinal de Las Loicas, antes de que partiéramos hacia nuestro destino final.

Si hay mucha afluencia vehicular y tiene que esperar un poco, en esta localidad existen un par de hospedajes, un pequeño camping municipal, tres almacenes de ramos generales y un local gastronómico. También hay un centro de salud que cuenta con servicio de enfermería permanente.

A las 11.30 y luego de realizar los trámites aduaneros correspondientes, decidimos continuar. Aún nos quedaban 37 kilómetros de camino firme, consolidado y en buen estado hasta el límite internacional. La principal recomendación es transitar con precaución. De hecho y a los pocos kilómetros, luego de pasar por el acceso a las termas de Cajón Grande, nos encontramos con un arreo de animales (vacas  y chivitos), actividad que durante esta época del año es común en esta zona y que realizan los puesteros llevando a sus animales a los campos de veranada para una mejor pastura.

“Por acá hay que andar con cuidado. Hace mucho que venimos pidiendo un camino de trashumancia, alternativo para llevar nuestros animales y no nos han hecho nada. No nos queda otra que ir por la orilla de la ruta, con los riesgos que esto tiene”, explicó el joven puestero.

Al seguir nuestro recorrido, nos encontramos con operarios de la empresa Genco, que continúan con las obras de la construcción de la ruta. El camino está señalizado y el tránsito es lento. El lugar nos dejó atónitos con la belleza de las vegas, cerros multicolores, arroyos de agua cristalina y el imponente cerro Campanario, salpicado de blanco por la presencia de nieve en el lugar, que nos marca el límite con el vecino país.

Un gran cartel nos señala que finaliza el territorio nacional y otro, de Obras Públicas de Chile, da cuenta de que ya estamos en el vecino país. La ruta comienza en el sector trasandino con pavimento y a los pocos kilómetros tomamos contacto con la imponente Laguna del Maule, de origen natural, pero luego construida para regular los recursos hídricos del Maule. En todo su trayecto, de unos 20 kilómetros, sólo restan 4 aproximadamente por pavimentar y son parte de los 161 kilómetros que nos separan del límite con Talca.

Aproximadamente en el kilómetro 166 de nuestro recorrido nos encontramos con las obras de construcción de la aduana provisoria que realiza Chile. Transitamos lentamente y seguimos nuestro viaje con la compañía del Río Maule y todo su esplendor. Pasamos por la Quebrada de los Toros, iniciando el descenso de la Cuesta Los Cóndores  apreciando formaciones rocosas de gran atractivo, como los “Monjes Blancos” y la “Muela del Diablo”,  que nos invitaron a detenernos y tomar un par de fotografías.

Unos minutos más de viaje y llegamos al kilómetro 200, lugar donde debemos detenernos para realizar el control aduanero, migratorio y fitosanitario en la zona de “el reten de la Mina”.

Imaginando que sólo nos quedaran unos 100 kilómetros de recorrido por asfalto, ya estaremos en nuestro objetivo: la ciudad de Talca, Chile.

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