Pasó Boca y va por la final

El equipo de Barros Schelotto empató 1 a 1 con Cruzeiro y se clasificó a Semifinales, donde enfrentará a Palmeiras.

Pasó Boca y va por la final
Pasó Boca y va por la final

Boca infló el pecho en el Mineirao, logró un merecido empate, se clasificó a las semis y ahora piensa en Palmeiras.

La diferencia que acompañó a Boca desde la Bombonera a Belo Horizonte era su principal aliada. Ni la previa, con dos derrotas dolorosas en el clásico y por la Copa Argentina, era amigable.

Por eso, la cabeza jugaría un papel preponderante, y afortunadamente para el Xeneize, la presión del público y las cuestiones extrafutbolístias no hicieron mella en los muchachos del Mellizo. De a poco fue cortando los circuitos del local, y hasta animándose a contraatacar con algo más de presencia ofensiva.

La primera gran emoción fue más un reclamo de VAR que una situación real. Villa enganchó en el área local y el defensor brasileño pareció llevárselo puesto, pero había acertado el juez al hacerlo seguir, sin siquiera pedir la ayuda tecnológica. Esa primera media hora se iba sin sobresaltos para Rossi, y con aun menos trabajo para Fábio.

Y la otra gran polémica llegó casi en el cierre de la etapa. Tiro libre para Cruzeiro, Rossi despejó corto con los puños y Barcos la mandó a la red. Pero el árbitro Cunha invalidó el tanto por infracción en ataque de Dedé.

Sí, el mismo que lesionó a Andrada y fue perdonado por la Conmebol, metió un planchazo tremendo que afortunadamente no encontró la humanidad del arquero argentino. Otro acierto del juez uruguayo, y así se fueron al descanso en tablas.

Pero la sensación era muy favorable a la visita. Aquel último cuarto de hora mostró a un Boca suelto, ganando las divididas y las segundas pelotas, casi sin sufrir sobresaltos.

Pero era de esperar que Cruzeiro quemara las naves en el complemento. La falta de ideas era su principal enemigo, pero aprovechando la fortaleza aérea, de a poco, con centros y córners, el local se fue acercando, hasta que el recién ingresado Sassá abrió el marcador.

Quedaba más de media hora para aguantar, por parte de Boca, y para soñar, por parte de Cruzeiro. Entre las ganas de uno y la falta de sorpresa del otro, el tiempo transcurría, pero el Xeneize no repelía los ataques como en la primera etapa.

El ingresado Sassá capturó una pelota perdida y encendió las alarmas. Siguieron lloviendo centros y los sofocones (ante la inseguridad de Rossi) aumentaron. Pero en el cierre Pavón trajo la tranquilidad absoluta.

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