Despacito. Dos semanas, dos rivales, dos goles, dos victorias al hilo… En un abrir y cerrar de ojos, La Lepra pasó del más aciago panorama (esas doce fechas sin victorias que impulsaban a gran parte de sus feligreses a resignarse por un inexorable destino) a este fin de semana en el que a algunos se les comienza a dibujar una sonrisa de alivio en el rostro.
Porque a pesar de que el equipo sigue en zona de descenso, con los dos triunfos al hilo le descontó seis puntos a Douglas Haig, se acercó a Juventud Unida (tuvo fecha libre), perdieron San Martín de Tucumán y Central Córdoba, la Lepra viene creciendo en su juego y, a diez fechas del final del torneo, sueña con el milagro de la permanencia. ¿Le alcanzará?
Pasito a pasito. Así se mueve el Azul de Alfredo Berti, como los pibes en cualquier fiesta o boliche del país. Claro que Luis Fonsi y Daddy Yanquee también cantan "suave, suavecito", mientras que el equipo del Loco luce más sólido en defensa y transforma empates o derrotas "por poco" en victorias también "por poquito" como las de Gimnasia de Jujuy y Chicago. El equipo suma intensidad a su juego y, lo que es mejor, confianza en los intérpretes del 4-2-3-1 que propone el DT en una recta final que será decisiva.
Suave, suavecito. Con la fórmula de concentrarse sólo en el partido siguiente, Independiente consiguió dos victorias al hilo en el campeonato después de una rueda entera y se metió nuevamente en la lucha por la permanencia. En la República de Mataderos, Independiente lo ganó “despacito”.
Ante uno de los animadores directos del campeonato (antes de esta fecha Chicago estaba tercero), jamás se salió del libreto del inteligente planteo ideado por su entrenador: presionar sobre la salida, achicar espacios y cortar los circuitos de juego del mediocampo de un Torito de Mataderos que nunca se sintió cómodo en el partido.
Poquito a poquito. La gran virtud de Independiente, además, fue la paciencia. Supo esperar su momento para meterle el gol(pe) de gracia a un adversario al que obligó a dividir el balón y que únicamente se levantó durante esos cinco minutos en los que duró la efervescencia por el ingreso del ídolo visitante: 'Gomito' Gómez. Porque Chicago nunca tuvo el dominio del partido. Y como había vaticinado su vicepresidente Daniel Ferreiro en la previa, la Lepra volvió a ser un durísimo escollo para el verdinegro porteño.
Enorme los centrales (Yeimar y Rodríguez), impasables los laterales, incansable y criterioso el doble eje Villarreal-González, rápidos para presionar la salida los extremos (Cerutti y Disanto) y sacrificados pese a adversidad de la inferioridad física Cardozo y Tarragona, Independiente fue erosionando a Chicago y construyó un triunfo épico, justo y necesario. Berti también tuvo serenidad para hacer los cambios y acertó con el ingreso de Nacho Irañeta, quien metió un pleno a diez del final.
Apostando por el método silencioso de Berti, la Lepra raspa, suma y sigue. Se metió de nuevo en la pelea por quedarse en la categoría y de la mano de la frescura que otorgan los valores mendocinos, se ilusiona con ganar “su” remanido campeonato y convertirse en un especialista en salvaciones. Mientras tanto, emprendió el largo regreso a Mendoza tarareando el tema del momento.