A la hora fijada son tres los que ya están en la cancha, charlando mientras uno humedece la arena y otro se apresta a pasar el rastrillo para alisarla. Un rato después, ya superan los diez, que van jugando por turnos, mientras alguno vigila de cerca a qué distancia del tejín o bochín quedan los tejos. Pero esperan la llegada de Félix Raúl Castro (94), con esa anticipación con la que se aguarda a un referente, y anticipan que además de ser un excelente jugador, esperan estar tan bien como él después de los 90.
Entretanto, bromean con que en el grupo algunos son de la tercera edad y otros de la cuarta; aunque ninguno se anima a precisar cuál es la divisoria entre ambas. Los hombres, socios del Centro de Jubilados 9 de abril de Godoy Cruz, se reúnen tres veces por semana en la cancha de tejo que se encuentra sobre calle Joaquín V. González, a practicar el deporte y a compartir un rato agradable, entre amigos.
Cuando ha ido creciendo la cuenta en el marcador, se detiene una camioneta a metros de la tela de alambre que separa la cancha de la estrecha vereda y se baja un hombre que lleva una boina. Mientras se aproxima a paso lento a la entrada, uno dice en tono jocoso: “Hablando de Roma”, y otro cuenta que, cuando el bochín queda lejos, el recién llegado siempre dice: “No sé si llego”, pero llega.
Apenas entra, le dan el turno de juego a Félix. Si bien él se limita a responder con humildad que los elogios no son fundados, demuestra el por qué de los comentarios del grupo: su tejo queda bien cerca del tejín, y en un segundo lanzamiento aleja al de otro jugador y vuelve a acercar el propio.
La cancha de tejo del Centro de Jubilados 9 de abril, en el barrio Trapiche, fue por años la de bochas. Pero el deterioro hizo imposible seguir con ese juego y sí permitió, en cambio, usarla con los discos, para lo que no es necesario que el suelo esté tan parejo. De hecho, el tejo es una de las tradicionales diversiones en las playas de la Costa Atlántica, donde los límites se dibujan en la arena.
Ricardo Gómez, otro de los jugadores, explica que se rigen por el reglamento de la Asociación Argentina de Tejos y que también tienen los discos profesionales, que compraron a la entidad. Cada uno, detalla, tiene un diámetro de 120 milímetros, un espesor de 12 mm y un peso de 335 gramos. Uno de los cantos es recto y se clava en la arena, mientras el otro, curvo, facilita el desplazamiento.
Cuando se agacha para buscar los discos que han quedado desparramados por el suelo, Antonio Colombo (80) resalta que es un buen ejercicio. Si bien vive al lado del centro de jubilados, recién se acercó hace unos meses a la cancha y sus pares aseguran que ahora no sólo es raro que se pierda un encuentro, sino que es de los primeros en llegar, apenas ve que alguno más se está preparando.
Salvador Privitella cuenta que empezó a jugar ahí hace unos tres años, aunque siempre lleva un equipo y una soga en el baúl del auto, para cuando se dé la ocasión. Entonces hacía yoga y la profesora le comentó que ella y su esposo habían ido a jugar a Buenos Aires, que tal vez le interesaba sumarse. Hoy es uno de los que lleva más tiempo asistiendo y el encargado de llevar el café, al que algún otro suma tortitas o galletas.
Además del reglamento del juego, siguen una regla de oro: no hablar de política ni de religión, para “pasar un rato amigable”. La excepción la hacen con el fútbol, y mejor si se trata de el Tomba. Antonino Cannistra explica que también festejan los cumpleaños y, entusiasmado, cuenta que este año lo llamaron del Centro de Jubilados para saludarlo -el pasado 10 de abril- y para avisarle que van a celebrar varios en mayo, con un té.
“Es muy linda la amistad que se va formando”, señala Antonino, quien ostenta ser en el grupo (en total son 25) el vecino más antiguo del barrio Trapiche, ya que llegó al lugar en 1967. Una vez al mes, además, les prestan el salón del centro de jubilados para organizar un asado, y suelen jugar también al sapo, al ping pong y a las cartas.
Aunque van siguiendo el marcador, se festejan las buenas jugadas. Pero también se entrenan, ya que cada tanto hacen intercambios con otros centros de jubilados de la provincia y esperan que este año se organicen campeonatos interprovinciales. Además, tienen la meta de que alguno participe en los Juegos Nacionales Evita, que se realizan en Mar del Plata.
Espacio de socialización
Blanca ‘Toty’ Luques, vicepresidenta del Centro de Jubilados “9 de abril”, comentó que el tejo, el ping pong y el sapo son las actividades que atraen a los varones. Es que el porcentaje mayoritario de los cerca de mil socios activos son mujeres. Ellos, señaló, son más propensos a quedarse en la casa en pantuflas a ver la tele, en lugar de mantenerse activos y socializar con sus pares, con lo beneficioso que esto resulta.
Es que una de las razones de ser de los centros de jubilados, manifestó Toty, es cambiar la mirada que la sociedad y a veces los mismos adultos mayores tienen de la jubilación. Si bien es una etapa en la que se alejan del mundo laboral, pueden ser productivos de otra manera. Y no sólo por cuidar a nietos, sino por tener sus propias actividades y espacios de socialización, lo que mejora su calidad de vida y favorece que sean autónomos en la vejez.
Dónde jugarlo
Desde el departamento de Gestión Territorial de la Dirección de Cultura de Godoy Cruz, se promueve la práctica del tejo por parte de los adultos mayores por su carácter competitivo, integrador y socializante. Los tres sitios de referencia son:
Grupo "De la Plaza". Se reúne los lunes, miércoles y sábado a las 17, en la Plaza Juan de Dios Videla, ubicada en Matienzo y Alvarez Condarco de Villa Hipódromo.
Centro de Jubilados "Las Margaritas". Funciona en la Unión Vecinal Barrio Parque (Figueroa Alcorta al 1600) y se juega los lunes, miércoles y viernes a las 17.
Centro de Jubilados "9 de Abril". Los encuentros son los lunes, miércoles y viernes a las 16 para los hombres, y martes y jueves para las mujeres. La cancha se encuentra en Pedro Benegas y Joaquín V. González del Barrio Trapiche.
Para más información, comunicarse al 413 3258.