Argentina jugó sin dudas el partido más flojo del torneo. Trabado, como todo clásico y difícil de resolver. Pero un rebote derivó al centro del área y allí apareció Pedro Pablo Pasculli para meterse en la historia grande de nuestro fútbol.
“Esa definición la tengo guardada en un cassette y cada tanto la miro y la sigo disfrutando. Fue un gol que trascendió por su importancia. Era el Mundial, era un partido a ganar o perder, un clásico. Además, hacía mucho que no le ganábamos a Uruguay. Ese día tuve la suerte de escribir mi nombre en la historia grande de la Se lección. Lo más importante que me pasó en la carrera”, recuerda Pedro Pablo Pasculli sobvre su festejo en México.
Aquel solitario gol frente a los charrúas, puso a la Argentina en los cuartos de final y de cara a un choque histórico frente a Inglaterra.
“Lo otro que no puedo olvidarme es esa postal, primero en la Plaza de Mayo con tanta gente, el saludo en el balcón y después la llegada a Santa Fe con Nery Pumpido, la Autobomba, la gente saludando en las calles. Son cosas que no le pasan a todos los jugadores de fútbol y uno fue un privilegiado sin dudas”, sigue recordando a la distancia.
“Nadie quiere enfrentarse a los que lo conocen. Preferís a los más fáciles hasta llegar a las etapas finales. Por eso festejamos tanto dejar en el camino a Uruguay. Creo que lejos fue el partido más difícil de todo el Mundial”.
“Después de ese partido, todo fue raro. Bilardo prácticamente no me puso más. En los partidos siguientes, creo que el Narigón quiso cambiar de planteo táctico.Y tan mal no le fue... Pero sí me sorprendió la actitud que Bilardo tuvo después de que ganamos la Copa. Me convocó para un par de partidos amistosos, en Suiza ante Italia y en Roma ante la Roma, y después me limpió. Bueno, cada técnico tiene sus preferencias”.
“Yo seguía metiendo goles en un torneo tan competitivo como el de Italia. Te digo más, creo que podía tranquilamente estar en el Mundial 90. Tenía condiciones y venía de una de mis mejores temporadas. Bilardo me dijo que era posible que me convoca ran. Pero después no me citó. Lo que a mí me dolió fue que ni me llamó por teléfono para avisarme, y creo que me lo merecía”.
Sobre que es lo que más recuerda del ‘86, Pasculli asegura: “Lo primero es que teníamos a un Diego que estaba una barbaridad en lo físico y de la cabeza. Yo compartía la habitación con él en la concentración del América y sólo pensaba en la idea de salir campeón. Nadie pensaba en otra cosa que en jugar y ganar. Y ese fue un gran acierto de Bilardo. ‘Ustedes tienen que ver canchas de fútbol todo el tiempo.
Es la única manera. No quiero que piensen en nada más”, nos dijo el Narigón cuando ingresamos al club América. Y la verdad, que se salió con la suya: porque por donde mirabas, sólo se veían canchitas”.
“Sinceramente no me puedo quejar de mi carrera. Estuve siete años jugando en Italia y sigo siendo el goleador histórico del Lecce (con 54 goles en 7 campeonatos). Por ahí me hubiese gustado un desafío mayor. Tuve la posibilidad de ir a la Fiorentina cuando Ramón Díaz se había ido al Inter. Antonio Caliendo, que en ese entonces era empresario de los dos, tenía una tratativa muy avanzada pero finalmente se pinchó. En su lugar llegó Dertycia y dos años más tarde Batistuta”, rememora Pasculli, uno de los 22 héroes de hace treinta años en México.
Así lo vio el Gráfico
Años después el célebre periodista argentino Juvenal escribió: “en los últimos diez minutos, cuando el técnico Omar Borrás se resolvió a poner a un gran jugador que mantenía hasta entonces escondido, Ruben Paz, casi se nos viene la noche”.
Récord negativo
El enfrentamiento con los escoceses marcó un nuevo hito para la selección de Uruguay: José Batista fue echado a los 38 segundos por el árbitro francés Quiniou, debido a una patada que pegó en el mediocampo.
Caprichos de DT
Aquel Uruguay estaba plagado de figuras: Enzo Francescoli, el Polilla Jorge Da Silva, Antonio Alzamendi, Ruben Paz, Darío Pereira, Venancio Ramos y Zalazar.
El problema era que el técnico Borrás contra la opinión del Uruguay entero, se negaba a incluir en la defensa a Darío Pereira, un crack con mayúsculas que triunfaba a tal punto en Brasil que allí querían nacionalizarlo. En su lugar, Borrás insistía en colocar a Eduardo Acevedo.
Otra polémica era dejar en el banco de suplentes a Rubén Paz, talentoso y goleador como pocos.
El príncipe celeste
“Haber jugado dos Mundiales forma parte de un recuerdo enorme. Es cierto que no pude ganar el título, que es una variable que escapa a uno. Pero así y todo, aún disfruto de haber participado en dos eventos maravillosos, lo máximo para cualquier futbolista más allá del resultado”, confesó Enzo Francescoli.