Pascual Pérez: el peón que se coronó rey

Es el único campeón olímpico nacido en nuestra tierra. Dueño de una sólida carrera amateur, a los 22 años logró la presea dorada mosca en Londres 1948. La historia del boxeador nacido entre viñedos.

Pascual Pérez:  el peón que se coronó rey

No fue el primer representante de Mendoza en un Juego Olímpico, pero “ese hombre pequeño” fue quien más alto subió en el podio y logró en Londres -1948- una marca que hasta el día de hoy parece casi imposible de igualar para sus comprovincianos. Pascual Pérez es el dueño del oro.

“El Pequeño Gigante”, como lo bautizó el periodista Félix Frascara en las páginas de El Gráfico (testigo directo de aquella campaña olímpica), medía metro y medio y pesaba apenas 47 kilos. Ágil, frontal, dueño de una pegada potente y de un buen largo de brazos; ese hombre, con cara de chico, de 22 años, conquistaba la décima medalla dorada para el olimpismo argentino.

La ceremonia de coronación, de los peso mosca, fue una señal brillante para una carrera boxística que había comenzado cuatro años atrás. Su primer título, el Campeonato Mendocino de Novicios, en marzo de 1944, lo había logrado apenas dos meses después de su debut sobre el ring.

Entre 1946 y 1947, Pascual Pérez ganó el título mendocino, el argentino y el latinoamericano, y en 1948 salió airoso en el torneo de Selección para integrar el equipo nacional en la cita olímpica. Grupo que integraban  también Rafael Iglesias (medalla de oro en la categoría peso pesado) y Gualberto Mauro Cía (bronce entre los medio pesados).

Un peón avanza

“Pascualito” nació, el 4 de marzo de 1926, en el seno de una familia de trabajadores viñateros, en el valle de Uco, aunque algunos biógrafos aseguran que no fue en Tupungato sino en Rodeo el Medio.

"Yo era un peón de viña, empuñaba la zapa y la mancera del arado desde que amanecía hasta el anochecer. Quizá el trabajo rudo fortaleció mis músculos, por lo que pegaba muy fuerte para mi edad y pequeño físico”, recordaba -en reiteradas entrevistas- el campeón.

A los 5 años, el menor de nueve hermanos, aprendió a usar el azadón para colaborar con su familia  en las tareas que realizaban en una finca que administraban en el Valle de Uco. Luego se mudó a Panquehua, en Las Heras; Colonia Francesa, en Lavalle, y Rodeo de la Cruz, en Guaymallén, un derrotero signado por los trabajos que tomaba su padre como contratista.

Su hermano Eduardo contaba que “Pascualito” se había comprado una guitarra y salía de casa con la excusa de que se iba a estudiar música y solfeo. Pero su intención era otra. Fue la madre quien le dio permiso para concurrir al gimnasio del Club Sportivo Rodeo de la Cruz (hoy Deportivo Guaymallén), donde comenzó a entrenarse bajo la supervisión de Francisco Romero. Tenía 16 años y desde el inicio de su romance con el deporte de los guantes demostró una gran habilidad y un golpe “fortísimo”.

Su dedicación al deporte crecía y las victorias se sucedían con naturalidad (bajo el seudónimo de Pablo Pérez, para no ser descubierto); la Federación Mendocina de Boxeo comenzó a pagarle al padre de “Pascualito” el dinero para contratar a un peón rural y obtener la autorización para que “el pequeño campeón” siguiera creciendo.  Sus padres accedieron, aunque guardaron una actitud reticente ante la afición de su hijo por el box.

El León mendocino

El favorito para ganar la medalla de oro en los Juegos de 1948 era el español Luis Martínez Zapata, campeón europeo mosca. Pérez, que nunca había combatido fuera de Sudamérica, comenzó su camino (1/16 de final) ante el filipino Ricardo Adolfo, venciéndolo por RSC (detención del combate por el referí) en el segundo asalto; luego el sudafricano Desmond Williams correría la misma suerte. Mientras que en cuartos de final se impuso por puntos al belga Alex Bollaert y en semifinales al checo František Majdloch.

En la final Pérez debió enfrentar a Spartaco Bandinelli (verdugo del favorito Martínez Zapata). En el combate Pérez impuso su estilo conteniendo el ataque del italiano y haciéndolo retroceder con una sucesión de golpes, entre ellos una fuerte derecha que lo sentó sobre las cuerdas. El beso de la gloria estaba cerca.

Comienza a regir el Boxeo Olímpico

La Asociación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA) asumió la regulación del boxeo olímpico. En los Juegos de Londres participaron 205 púgiles representando a 39 países, más de los esperados por la organización.

A las dificultades para encontrar espacio para los deportistas se añadió que muchos árbitros y jueces -en especial los no europeos-, fueron descartados por no cumplir con los requisitos de la Aiba. En ese Londres, en el cual Pascual Pérez (-51 kg.) logró su oro, el húngaro László Papp (-73 kg.) se llevó la primera de sus tres medallas doradas consecutivas.

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