Otilio Roque Romano volvió a pisar los Tribunales Federales de Mendoza, pero en calidad de detenido.
Atrás quedaron casi 50 años de transitar los mismos pasillos y firmar sentencias y acordadas.
A poco de cumplir dos años de buscar refugio político en Chile, dejando un despacho vacío de efectos personales aunque cargado de recuerdos, el ex camarista salió por la puerta principal del edificio de Tribunales Federales. Fue el 20 de agosto de 2011.
Romano integró la primera promoción de la Facultad de Derecho de la Universidad de Mendoza en los años ’60 y, después de un fugaz paso por el gobierno de aquel tiempo, recaló en la Justicia Federal, donde su padre era funcionario de carrera.
Fue fiscal en la década del ’70 y en los años ’90 llegó a integrar la Cámara Federal de Apelaciones, cargo que ocupó hasta que comenzó a ser cuestionado -junto a otros miembros- por su gestión durante la última dictadura.
Fue el hombre con mayor peso dentro del edificio. Tenía “oídos” en todos los pisos y hoy algunos ex jueces recuerdan que el “primer café siempre era para él, aunque fuera el último en llegar”. El cargo, y los años, le dieron “todo” el poder en la Justicia Federal, y así lo entendieron tanto magistrados como empleados.
Intentó, sin éxito, pelear en el mismo edificio. Se rebeló ante los interrogatorios del juez Walter Bento y se habló de que hizo graves amenazas contra sus pares.
También se consideró “despedido” por no haber cobrado los últimos tres meses de gestión (con el patrocinio del abogado Ricardo Mastronardi), algo que no prosperó.
Finalmente, en un vuelo de línea y acompañado por un amigo, se fue a Chile. Ayer, en otro vuelo de línea, acompañado por personal de Interpol, Otilio Roque Romano volvió a Mendoza.