Creadores que generan diseños tan bellos como armónicos, tan conscientes con el medio ambiente como con las condiciones justas de trabajo. Prendas que no pasan de moda en sanos ejemplos que no tienen desperdicios.
Por Andrea Calderón
INSPIRADA EN LA NATURALEZA. María Fernanda Rodríguez
María Fernanda Rodríguez adhiere a la premisa de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. De algún modo ella lo hace, sobre todo desde el momento en que su concepción de la moda adhirió a nuevos preceptos, amigables con el entorno y el medio ambiente. Aunque su primer acercamiento con el mundo de la indumentaria se dio de pequeña, con los diseños que le realizaba a su madre para que más tarde enviara a confeccionar, de adulta estudió danza contemporánea y música; también higiene y seguridad. Con ese bagaje, hace seis años se lanzó a la tarea de crear modelos que luego cosió y dieron forma a Basajaun -”señor de los bosques” en la mitología vasca-, una marca de ropa alejada del consumismo, el impacto ecológico negativo o la explotación de los trabajadores.
Desde esta posición ética y autodidacta surgió su firma de indumentaria y accesorios que en equilibrio con el planeta viste a la mujer:
"Entender que vivimos en un mundo en el que cada vez son más palpables los desequilibrios medioambientales causados por el hombre y que la moda -culturalmente valiosa pero en cierto punto superflua- no debería sumarse a los factores que deterioran el planeta, son fundamentales. Creo firmemente que desde este lugar o posición también se puede concientizar sobre la importancia de la ecología y el apoyo social", dice María Fernanda.
En la corriente de la moda consciente se suscribe entonces esta marca sustentable que apela al reciclado de materiales, el trabajo artesanal y diseños inspirados en la naturaleza.
Telas, hilos, lanas, metales, nácar, madera, piedras, fieltro, cuero reciclado o cámaras de auto son algunas de las materias primas con que se elaboran las colecciones de Basajaun. Pensadas para un uso duradero y en muchos casos realizadas con doble costura, las prendas pueden ser utilizadas gran parte del año, cuentan con teñidos e impresiones hechas a mano y develan un descarte cero que se logra desde el principio, con recortes y sobrantes luego convertidos en hojas, flores, bolsillos, collares o cinturones. Como si esta toma de consciencia no fuera suficiente, la creadora utiliza los residuos más pequelos como relleno de muñecos o adornos de tela que luego son donados a comedores infantiles, proyecto en el que también colabora la psicóloga social Mónica Rodríguez.
MODA SLOW, IDENTIDAD TEXTIL. Patricia Persia – Fabiana Persia
Fabiana es artista plástica. Patricia, arquitecta. Las hermanas Persia son las creadoras de Savia, un proyecto nacido hace más de tres años luego de situaciones muy particulares. Corría el 2010 cuando Fabiana, su marido y los dos hijos de la pareja vivían en la isla chilena Juan Fernández, donde sobrevivieron al tsunami de ese año. Una vez en Santiago, donde comenzaron una nueva vida, ella buscó reinventarse y sembrar raíces con la naturaleza, su identidad y su mundo interior. Fue entonces cuando junto a Patricia, instalada en Mendoza, crearon un emprendimiento a la distancia que combina indumentaria y arte. A través de la investigación de las tradiciones textiles aplicada a productos contemporáneos se aventuraron en un desafío por caminos infinitos. Esta filosofía de “hacer moda” no industrializada, centrada más en la calidad que en la cantidad, da como resultado diseños surgidos de la lana de oveja y de llama, el algodón, el cuero de pescado, chivo o vaca y la utilización de fibras y procesos naturales con el medio ambiente.
Con tintes extraídos de plantas andinas y de insectos como la cochinilla, Savia es el reflejo de la energía y el valor del trabajo que da vida al “slow fashion”, distanciado de la elaboración masiva y más acorde con los tiempos y los ritmos propios de la naturaleza. “Estas son nuestras poderosas razones de por qué nuestro trabajo está enfocado en hacer moda lenta, que es la forma de aportar nuestro grano de arena para el cambio”, explican.
"La industria de la moda, en especial el fast fashion, incrementa el impacto medioambiental y genera residuos tóxicos, además se explota a los trabajadores provocando un consumo inconsciente con consecuencias sociales negativas", aseguran.
El comercio justo, una filosofía opuesta al gasto rápido y desmedido, atender a los principios de cooperación, simbiosis y eficiencia, son otras de las motivaciones que persigue esta corriente consciente y atemporal que aprecia la identidad y la labor de las manos a cada paso.
MATERIALES AMIGABLES. Ro Alpizcueta
Al Raz por Ro Azpilcueta es la marca de esta joven que cuatro años después de obtener su título de diseñadora de indumentaria y textil buscó, como extensión de su persona, transmitir cosas con la excusa de hacer ropa. Con diseños realizados y estampados a mano, los materiales son amigables con el medio ambiente y transmiten un espíritu colorido y atemporal.
"Siempre me llamó la atención del concepto de la moda, que la gente compra y a los seis meses ya no usa más eso que adquirió. Me parece una cuestión muy superficial y al mismo tiempo contaminante, así que empecé a hacer prendas que fueran sustentables no sólo por los materiales sino por tomar consciencia de que la ropa que a uno le gusta puede durar para siempre y no pasar de moda. Me desespera pensar en lo mal que le hacemos al planeta consumiendo toneladas de prendas por año. Adoro la naturaleza y por eso es la fuente de inspiración de la mayoría de mis prendas", dice Ro.
Pensada para gente real, con talles y medidas reales, el reciclaje de telas y su óptimo aprovechamiento visten diseños de día y de noche en los que sobresalen los vestidos de fiesta con mucho color.
V
ESTIR DESDE LAS RAÍCES. Mariano Rulli
Hace ocho años un grupo de amigos, Matías Trillini, Emanuel Giménez, Andrés Alvarez y Mariano Rulli, pensaron en una manera de rebuscarse la vida sin renunciar a sus principios.
Alejados del estudio formal y académico, y sin ganas de someterse a las reglas de una empresa para obtener dinero, lograron un subsidio para microemprendimientos con el cual produjeron sus primeras remeras pintadas. En estos pasos iniciales a puro pulmón y compromiso, Andrés y Mariano diseñaron sténcils para volcar sobre las prendas de algodón, aerógrafo en mano, que dejaron en distintos locales en consignación.
Con un mensaje positivo y muy influenciado por la cultura rastafari, con el tiempo alquilaron un espacio y se dieron el gusto de cortar con los intermediarios gracias a la madre de Mariano, que le facilitó el dinero necesario. A pocos meses de abrir el local 7 de la Galería Independencia, en el 2008, Andrés se abrió del proyecto y Mariano continuó solo hasta la incorporación de Luisao Rubins, que colaboró con la línea femenina de la marca Africa Raíz.
"El que elige una remera con cierto mensaje o imagen está también expresando ese discurso y hace que se difunda. Me parece importante elegir lo que vamos a usar no sólo por su estampado sino por la calidad de la tela y su composición. Cada vez hay más telas sintéticas en las que se utiliza petróleo para su producción. En mi caso prefiero opciones más naturales, por eso hacemos prendas con 100% de algodón y desde hace un tiempo contamos con remeras para niños realizadas sin tinturas y en algodón orgánico", cuenta Rulli, el principal responsable de la marca.