La información surgida de los propios actores del sector deja aspectos inquietantes. A pesar de que la economía provincial ha tenido un importante crecimiento en los últimos años, el sector industrial no ha logrado revertir las consecuencias que surgieron por la política implementada en la década del 90. Se afirma en ese sentido que la industria ocupa un espacio menor en la composición del producto bruto que el que tenía en 1991 y en la participación relativa ha sido superada por los sectores agropecuario, minero y comercial, los rubros que han ganado espacios.
Esa demora en la recuperación del sector industrial preocupa en razón de que es la industria la que suele generar mayores puestos de trabajo. Las características de la agricultura mendocina tiene consideraciones especiales porque el sector tiene mayor mano de obra intensiva, a diferencia de lo que sucede con la Pampa Húmeda, mientras en el caso del comercio, el incremento en la actividad, como consecuencia del aumento en la actividad económica también ha sido recuperadora de fuentes de empleo.
De acuerdo con los informes surgidos de un trabajo específico sobre el tema, la participación sectorial de la industria en el producto bruto, entre sectores transables y no transables es exactamente igual en 2011 que lo que era en 1991.
En ambos períodos -se indica- la participación de los transables -bienes que se pueden vender en el exterior- es del 57 por ciento y la de los no transables -los destinados al marcado interno- del 43 por ciento y se asegura que el tipo de cambio, la inflación y la baja industrialización de la economía hacen que Mendoza no sume demasiado valor agregado a lo que produce. De todos modos, desde el Gobierno provincial se señala que entre 1991 y 2003 el valor agregado de la industria creció un 25 por ciento, tres puntos menos que el aumento que hubo en el mismo rubro entre 2003 y 2011.
Si nos atenemos a lo que sucede con nuestra principal industria, la vitivinícola y en menor medida en el resto de la actividad agrícola, hay aspectos que juegan a favor y otros en contra. En el primero de los casos podemos señalar que, a diferencia de lo que pasaba décadas atrás y a reflejo de lo que ocurre en otros países, especialmente europeos, las industrias proveedoras de insumos se han instalado en Mendoza y están realizando fuertes inversiones.
De todos modos, algunos industriales han señalado que si bien es cierto que la sustitución de importaciones pueden jugar a favor de la provincia, también genera inconvenientes porque hay insumos que son necesarios y que demoran su ingreso por las trabas impuestas a nivel nacional.
En el plano de los aspectos que juegan en contra podría señalarse que se está produciendo un incremento sustancial en la salida de vinos o productos a granel, los que son fraccionados en lo países de destino, que es donde se produce en valor agregado. La tendencia es mundial, pero en el caso de la economía regional también pesa el retraso cambiario, la inflación interna o las demoras que se producen en la devolución de los reintegros por exportaciones o por el IVA.
Siempre ateniéndose a lo que señalan los profesionales en el tema, hubo crecimientos en otras actividades, especialmente en el área del turismo, que se ha visto favorecido por la inflación, lo que ha incrementado la presencia de visitantes, tanto argentinos como extranjeros y resultaría deseable que la industria alcance el aumento alcanzado tanto por la agricultura como la minería.
Para que la actividad industrial crezca en la medida de las necesidades y recupere aquella pérdida de dos décadas atrás, también es necesario que se planteen reglas claras por parte de las autoridades de la economía nacional. Los permanentes cambios en las decisiones y hasta los avances sobre la Justicia, intentando hacerle perder credibilidad, también van en detrimento de las inversiones.
