Fue otra semana tensa por los paros de gran parte de los sectores estatales provinciales, que deja mucho enojo en el gobierno de Pérez pero también una sensación de impotencia sobre cómo encaminarse hacia una solución de los conflictos. Los tiempos apremian porque los servicios que debe garantizar el Estado están resentidos. Hay culpas compartidas.
El arreglo al que arribaron ayer los docentes bonaerenses hace ilusionar al gobierno de Francisco Pérez con la posibilidad de que a partir de mañana se pueda retomar la discusión con el SUTE. Pero para ello la nueva propuesta del Ejecutivo local deberá tener los condimentos necesarios para dejar satisfechos a los maestros.
A diferencia de lo acordado en Buenos Aires, habrá que ver cómo repercute aquí el descuento de los días no trabajados que se dispuso sobre el salario de los maestros. Siempre que se resiente el rendimiento del bolsillo, automáticamente se genera un replanteo de la situación. Ésa, por ejemplo, es una de las razones por las que los judiciales todavía no adhirieron a ningún paro y prefieren seguir con sus asambleas y manifestaciones.
La partida, no obstante, no es muy sencilla, porque los docentes saben que al Gobierno le costó mucho ir mejorando sus propuestas salariales y porque las bases escolares tienen reparos con la conducción del gremio. No obstante, el ministro de Hacienda, Marcelo Costa, confirmó ayer que durante el fin de semana las autoridades trabajarían en la oferta que llevarán mañana por la tarde a la nueva reunión de partes.
Enojo del Gobernador. "Este paro no va a ser gratis...", comentan insistentemente en el gabinete provincial al explicar por qué se dispuso descontar del sueldo de los docentes los días no trabajados por medidas de fuerza.
Aseguran, en el cuarto piso de la Casa de Gobierno, que las frustradas negociaciones con el SUTE y los demás sectores estatales que realizan paros y se han mantenido reticentes a aceptar la conciliación obligatoria pedida hasta ahora, le hicieron afrontar a Pérez y sus colaboradores la más dura conflictividad gremial desde diciembre de 2011, cuando asumió la actual gestión.
Preocupa el clima hostil existente, tras una semana de escraches que llegaron a la misma sede gubernamental y que incluyeron hasta un incidente cara a cara con Francisco Pérez.
De todos modos, la sintonía política entre el Gobernador y Daniel Scioli hace pensar en la posibilidad de que el arreglo que proponga el gobierno local al SUTE tenga características similares al bonaerense, donde el acuerdo es por una suba general de aproximadamente 31%, liquidada en dos cuotas, en marzo y agosto, pero sin el descuento de los 18 días de paro.
El justicialismo mendocino se ha venido preocupando por no sacar los pies del plato en cuanto a la sintonía con las políticas nacionales y, como en este caso, de la provincia que es gobernada por quien sigue siendo el mayor referente que tiene el peronismo pensando en el recambio del año próximo.
Además, como ocurre casi todos los años, la principal apuesta pasa por llegar a una solución con los docentes para luego encarar a los otros sectores estatales en conflicto, que tienen mayores pretensiones en cuanto a aumentos salariales.
¿Qué hacer con el Presupuesto? Había en el Gobierno alguna expectativa de que el Presupuesto de este año fuera aprobado con apoyo de la oposición. Aquella propuesta alternativa que, encabezando una movida que incluyó al PD y al PRO, impulsaron los senadores radicales "díscolos" (con su propio partido) o "negociadores" (con el oficialismo) fue archivada por los mismos que la redactaron, que argumentaron haberse cansado de esperar alguna señal desde el Ministerio de Hacienda.
Debe recordarse que había dos posturas bien definidas puertas adentro del radicalismo. Por un lado, una mayoritaria que pretendía no autorizar ningún endeudamiento al Gobierno y en segundo lugar otro importante sector que propiciaba una pauta de gastos y recursos con endeudamiento acotado para que Hacienda no pudiera disponer del uso discrecional de los recursos.
Luego de casi un mes de espera, los legisladores de la oposición comprendieron que era inútil seguir recibiendo fuertes críticas internas sin saber si realmente el oficialismo aprovecharía la mano que habían tendido. Al final, para más de uno quedó flotando la sensación de que el guiño del PJ en la Legislatura al nuevo proyecto de Presupuesto fue más que nada con el objeto de generar una fractura impensada a la estructura que Cornejo y sus aliados supieron armar en la UCR, mientras en el "paquismo" gobernante, más allá del declamado malestar de sus funcionarios por el abortado debate, no había mayor preocupación por seguir aplicando la pauta presupuestaria del año pasado a falta de la nueva.
El intendente de Godoy Cruz, que ya no preside al principal partido de la oposición pero es uno de sus más fuertes e influyentes referentes, tuvo como aliados en su negativa a cualquier autorización de endeudamiento la firmeza de Julio Cobos y, fundamentalmente, de Laura Montero, que se plegó en el reclamo de una postura unificada de su partido para exigir al oficialismo un "Presupuesto serio" para el actual ejercicio anual.
"La pelota la tiene ahora el Ejecutivo", señalan los voceros del comité de la calle Alem, con lo cual expresan que llegue o no una nueva propuesta, el control de gastos será prioridad por parte de la oposición durante este año. Apunta que "en nuestro partido todos parecen haber entendido que no se puede autorizar más endeudamiento a un gobierno que no administra bien los recursos, que tuvo mucha plata y no se vio en los resultados".
Pensar en diciembre de 2015. Dicen en la conducción del radicalismo que, desde todo punto de vista, el partido salió fortalecido en el frente interno al reunificarse la postura con respecto al Presupuesto. Es que esas diferencias no hacían otra cosa que anticipar en extremo la pelea por los cargos pensando en las próximas elecciones provinciales, en las cuales la UCR puede tener serias aspiraciones.
Posiblemente, el debut de las elecciones primarias (PASO) en esta provincia puede haber hecho reflexionar a más de un dirigente o legislador radical sobre su futuro político. Si el radicalismo llegara a ser gobierno en Mendoza, una derrota en las PASO podría significar caer en una vía muerta de difícil retorno. Hasta ahora nadie ha bajado sus pretensiones y se sabe que, como Cornejo, tanto Montero como Vaquié mantienen firmes sus precandidaturas a gobernador pero todos parecen entender que es mejor llegar a definir lugares en un clima de mayor convivencia interna.
Con un radicalismo reunificado y definidamente opositor, el gobierno de Pérez debe priorizar la solución de la actual conflictividad estatal para seguir transitando un año en el que el ajuste económico nacional será inevitable.