Paros eran los de antes (y de cómo cambió la ciudadanía)

Paros eran los de antes (y de cómo cambió la ciudadanía)

Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar

Los líderes sindicales, viejos zorros en eso de olfatear el ánimo popular, no estaban convencidos de convocar a un paro general. Algo habrán percibido que los hacía desoír el reclamo interno de los más enojados con el gobierno de Mauricio Macri.

Pero los desmanes en el final del acto de hace un mes, con la exigencia gritada de los que rodearon el escenario (¡poné fecha, la puta que te parió!), no les dejó margen para maniobrar.

Algunos dirán que el pedido subió desde las bases pero los que estaban allí no eran los trabajadores desideologizados de los talleres metalúrgicos o colectiveros o peones rurales, sino militantes kirchneristas con intereses electorales.

También empujaban el pedido desde la izquierda, rivales históricos del sindicalismo peronista y una sombra que, con sus piquetes y movilizaciones, acecha cada vez más a los viejos burócratas en las organizaciones gremiales.

El paro de ayer demostró que los líderes de la CGT bastante razón tenían en resistirse (por algo llevan 20, 30 y más años al frente de sus gremios). No querían gastar tan rápido una bala que podría ser más efectiva en el futuro.

Aunque fue muy fuerte en las grandes ciudades (Buenos Aires, Rosario y Córdoba), la protesta perdió fuerza a medida que se alejaba de esos polos poblacionales y políticos.

El resultado final lo ubica muy lejos de aquellos paros nacionales y totales de los '80, que tuvieron a Saúl Ubaldini como líder y al gobierno de Raúl Alfonsín como blanco.

En esos ya famosos 13 paros en cinco años, las ciudades y los pueblos lucían más vacíos que en un domingo. Nadie asomaba la nariz a la calle y no había comercios, ni estaciones de servicio, ni supermercados ni micros, ni empresa alguna que funcionara con normalidad.

Hasta los radicales adherían.

Ayer, en Mendoza, todo eso funcionó, en mayor o menor medida, y fue una clara derrota para la CGT local, cercana al kirchnerismo e impulsora del paro general, que juntó apenas unos cientos en su acto de la Peatonal.

Mientras, en Twitter, el #yonoparo que se replicaba desde cada rincón del país se convirtió en trending topic mundial. Ese clima de las redes sociales expresó mucho de la nueva conciencia social.

La ciudadanía cambió, está claro, y opina con su voto y también con su acción día a día. No es aquella de los ´80, más politizada pero paradójicamente más pasiva.

Ahora, muchos argentinos ya no hacen paro aunque parezca una obligación, o los acusen de “gorilas” o “carneros”, ni van a aceptar que se corra a un gobierno democrático con discursos incendiarios, aunque no estén de acuerdo con su gestión.

Por eso, el mensaje mesurado de la CGT en el balance de ayer (distante del más duro de la CTA y la izquierda), por eso la aclaración de que “no está en el ánimo que se termine el mandato de nadie”.

Pero que el paro no haya sido como los de los '80 y que muchos hayan militado a favor de trabajar, no le da un cheque en blanco a Macri.

No debe confundirse.

El de ayer fue un llamado de atención de los que pararon y también de los que no adhirieron, porque los que trabajaron lo hicieron por su futuro y el del país, no por Macri.

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