París mon amour

La mejor forma de descubrir la ciudad es caminando entre los íconos indiscutibles, parques plazas, museos y esos rincones en los que el viajero deja una parte de sí, porque ninguna foto logra capturarlos.

París mon amour

Se le atribuye a Luis XIV, Rey Sol, ese empeño en que Francia fuera el centro simbólico del mundo. No sólo construyó el más bello palacio europeo sino que dedicó a la etiqueta, a las artes y a la moda buena parte de su ambición por demostrar al planeta, qué es lo que el buen gusto indicaba para la época, además de pretender conquistar a sus vecinos. Su meta trascendió incluso la monarquía, y esa Francia luego revolucionaria siguió marcando el devenir de los acontecimientos que afectarían al viejo continente y a sus imperios durante los siglos subsiguientes. a ciudad luz, sus pensadores, la filosofía y la literatura, las artes plásticas y la música seguirían evolucionando en este epicentro que Luis soñó, aunque con su propio ritmo y democratización, con desfachatez, libertad y espacio para la creación en todas sus formas, concepto que prevalece hasta nuestros días.

Permitirnos un recorrido por París incluirá necesariamente sus bases fundamentales, sus mitos, su historia y todo rasgo de particularidad que no deja de aparecer en los rincones menos imaginados. Esto no pretende ser una guía, sólo un punteo de sugerencias para los que llegan por vez primera o quinta, a la más maravillosa de las ciudades.

La mejor manera de aprehenderla es caminando, formando parte del paisaje urbano que se rediseña a cada instante en el inmutable trazado de edificaciones históricas, parques, plazas, bares, picnics y en esos rincones en los que el ojo del viajero se queda porque ninguna fotografía logra capturar.

Seguramente el principal ícono al que recurrir es la Torre Eiffel, y cómo no. Fue con motivo de la Exposición Universal de 1889, fecha del centenario de la Revolución Francesa, que se erigió. 2 años, 2 meses y 5 días tardaron en levantar el coloso de más de 300 metros que sería temporal. Sin embargo ya cumplió 127 abriles. En la actualidad se puede subir por la escalera o con el ascensor: en el 1er piso, se puede pasear por las tiendas; en el 2do, dejarse tentar por una comida en el famosísimo restaurante Jules Verne, comer por unos 50 euros a 125 m de altura. Finalmente, en el 3er piso, es posible acercarse a las nubes y disfrutar de una vista excepcional a 360°. Verla iluminada es un primor desde todos los rincones de París, las 20 mil luces led destellan. (www.tour-Eiffel.fr)

2 La torre está situada en la explanada del Champ-de-Mars un bello parque siempre verde, con pequeños y pintorescos arbolitos alineados que desde 1780 es un paseo citadino para los parisinos. Desde la torre hasta la Escuela Militar el predio es lugar de concentración de los mayores eventos y sitio de encuentro. Todo el que llega a París pisa su césped, hace picnics de día o de noche buscando la mejor perspectiva de la espléndida torre. Los picnics siempre presentes. Hacia enfrente, las obras maestras de la Exposición Universal de 1937: 71 artistas decoraron el Palais de Chaillot, un cuarteto de arquitectos diseñó el Palais De Tokyo y su columnata blanca.

En este palacio está el fresco de la Hada Electricidad pintado por Dufy y los monumentales trípticos del Baile de Matisse.

Las perspectivas son estupendas: una se extiende de Les Invalides para más allá del puente Alejandro III, y la segunda entre las estatuas ecuestres de los dos mariscales Foch, en la plaza del Trocadero, y Joffre, en el Champ-de Mars, delante de la escuela militar. Allí donde se formó Napoleón Bonaparte. Sus restos imperiales yacen bajo la cúpula dorada de Les Invalides, algunos metros al lado.

3 Catedral de Notre-Dame entre los brazos del Sena en la Île de la Cité. Entre realidad y ficción, entre Quasimodo y una visita actual la magia del gótico resalta con su rosetón del centro de la fachada sobre las tres entradas. Bella por donde se la mire, ofrece una visita nocturna para introducir al viajero en la época medieval (hasta octubre) con imágenes y sonidos, datos curiosos y una guía atrapante en los 130 metros de largo, 35 de alto sus 37 capillas que puede albergar hasta 9 mil personas.

Las torres ascienden 69 metros, allí donde Quasimodo soñaba su amor; la Sur es la que mejores vistas proporciona. En el tesoro a la derecha del altar principal, la corona de espinas, un fragmento de madera y un clavo de la cruz de Jesús. También en la isla, la Prefectura, entre construcciones fantásticas de la urbe. Y como un rincón de cuentos, hacia la derecha una diminuta placita, que llega hasta el agua, siempre florida, siempre perfecta.

Tras el puente se arriba a la Île de Saint Louis un encantador paraje con una calle principal y dos que la bordean en forma de lágrima. Los árboles ya empiezan a cantar sobre el otoño. En la arteria bares y casas de arte atrapan.

4- Y siempre hay que desembocar en Saint Germain dès Près, todo un barrio de artistas; allí está la Academia de Bellas Artes, casas de anticuarios, de cómics, salas de exposiciones, el famoso café de Fiore, mi preferido.Con suerte se encuentra una mesa en la vereda y desde allí se ve la vida pasar o se la observa y escudriñar quizá, como tantos artistas y filósofos desde la apertura de este icónico café en 1887. Por su salón pasó  Guillaume Apollinaire junto a André Breton, también los más prolíferos dadaístas y los surrealistas.

Pero recién en 1939, fecha en que lo compra Paul Boubal, el de Fiore se convertirá en el centro de la intelectualidad y entonces Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir tenían sus mesas y sus amigos en medio del existencialismo. Luego Ernest Hemingway, Truman Capote y Lawrence Durrell, Louis Aragon y Marguerite Duras.En un guiño hacia ellos, Paul Boubal crea el simbólico partido para clientes son socios, el Pouilly Club de France (PCF), del nombre del vino blanco que más se servía. Y así ya mítico seguiría década tras década atrayendo a pensadores, hoy mayoritariamente a turistas que por unos 25 euros comen el mejor omelette de París con una copa de vino blanco. Busque la Rue de Buci, allí puestos de verduras, frutas y bares para elegir pasar una mañana tranquila.

5 El Musée du Louvre es el indiscutible, un edificio increíble y un museo impactante. Conviene comprar las entradas por la web con antelación y así evitar filas.

Después adquirir la audio guía en el interior y sólo elegir un circuito. Si no, caerá en la desesperación ante tantas obras de los maestros más notables que dio el planeta. Los fanáticos requerirán más de un día. A poco el Jardín de las Tullerías, un encantador paseo en el que los chicos montan barriletes y juegan con barcos de madera en la fuente.

Los mayores juegan a las bochas y el resto contempla, lee, toma algo que compró en el supermercado sentado en alguna de las sillas dispuestas para acomodarlas para donde mejor dé el sol.

6 Pero necesariamente el paseo desembocará en Champs Élysées la magnífica avenida en la que siempre hay actividad, alguna exposición temporal, gente en bici y miles caminando por las amplias veredas custodiadas por arboledas que más adelante, hacia el Arco del Triunfo se convierten en escenarios de cafés, tiendas de moda, las automotrices más nombradas y restaurantes coquetos.

El Arco del Triunfo de la Estrella (L'etoile) en el final del paseo por ahora, es la tumba del soldado desconocido y honra a los caídos en las luchas revolucionarias francesas y las batallas napoleónicas. Las esculturas y relieves reviven parte de las hazañas de la France a manos de los más relevantes arquitectos del siglo XIX. Es posible subir al ático y allí encontrar la historia del arco relatada en su museo.

8 Una de las mejores vistas de la ciudad se obtiene desde las escalinatas de la Basílica del Sagrado Corazón, Sacre Coeur. Desde el duomo la visual apabulla. En el interior siempre hay misa para los creyentes por lo que la visita debe ser muy respetuosa. Afuera, todo el arte popular en espectáculos improvisados y no tantos que congregan a cientos de personas cada hora. Tras la visita a la iglesia hay que tomar Parvis hacia rue du Cardinal Guibert y perderse en ese hermoso entramado que es Montmartre. Y claro llegar a la más pintoresca placita Place du Teatre, allí lo retratan en 5 minutos, le ofrecen buenos vinos y comidas en los restaurantes que la rodean, le hacen artesanías a medida y hasta le cantan como Edith Piaf. También cerca de allí el Espacio Dalí con 330 obras del surrealista.

9 El Quartier Latin es uno de los lugares que nadie debe dejar de pisar. Una recomendación: sin prisa tome el subte hacia Mouffetard, una calle que lo cautivará. Antes hallará una placita de artesanos y luego laberínticas calles pobladas por franceses que llevan sus días entre cafés, patisseries y restaurantes diminutos, bares siempre abiertos y locales para comer al paso, cocina francesa claro.

Mucha comida por aquí, tanto que puede armar su picnic y trasladarlo a los jardines de Luxemburgo para una tarde diferente. Por aquí Ernest Hemingway escribió gran parte de París es una fiesta en el 74 de Cardinal Lemoine.

En la barriada el Musée de Cluny un reducto medieval y baños romanos, siguiendo la calle Sorbonne la Universidad y sus mitos; más tarde la sensacional Place du Panthéon en la que cada mañana y medio día los trabajadores de los alrededores y los turistas compran sus viandas y se reparten entre escaleras y explanada para tomar sol y relajarse.

10 El Panthéon por su parte fue una iglesia neoclásica convertida en un sitio de descanso para los pensadores y héroes franceses. Voltaire, Descartes, Rousseau, Víctor Hugo, Émile Zola, Alejandro Dumas Marie Curie, entre otros. Puede finalizar el paseo con una visita a la Gran Mezquita de París, deslumbrante.

11 Le Marais el barrio judío, es encantador, muy antiguo, de calles angostas que se entrelazan por lo que es muy fácil perderse. Allí hay diversas casas de comida judía, la Sinagoga ortodoxa y una decena de comercios que venden artículos para las ceremonias religiosas.

Además hay otros locales con productos de todo el mundo y ahí se mezclan los sentidos en los aromas, sabores, colores y texturas.

12 Hacer un crucero por el Sena en las famosas Bateau mouche, ingresar al Museo d'Orsay un placer sin descripción posible, con los grandes del siglo XIX; dedicarle media jornada a Versalles vale la pena, para ver el reino que Luis XVI imaginó.

Luego atravesar cada puente caminando, entrar a cuanto museo, concierto o bar lo llame, porque París tiene eso, atrae con susurros a los sitios menos pensados.

Otoño cultural

París en otoño es un placer. La extraordinaria Osiris, mystères engloutis d’Egypte en el Institut du monde árabe será uno de los acontecimientos imperdibles de esta temporada.

El Musée d’Art Moderne tendrá la excepcional exposición Andy Warhol Unlimited con cerca de 200 obras. En el Grand Palais,Picassomania desde una perspectiva muy particular.

Madame Butterfly en el Palais Garnier; Cats en el Théâtre Mogador y Cirque du Soleil au Bois de Boulogne…

Más información
www.parisinfo.fr

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