Nada puede contra el glam y el prestigio de la casa francesa Louis Vuitton, encargada de cerrar la última jornada de la Semana de la Moda de París. El balance queda en las retinas fashionistas que, con acierto, sólo hablan de una puesta perfecta y exquisita de la nueva temporada invernal que propone la firma.
Se trató de una segunda temporada otoño-invierno de alto impacto, que el diseñador francés Nicolas Ghesquière (al frente de la firma) supo proyectar con abrigos al más puro estilo yeti, bolsos en forma de caja y minifaldas ínfimas de cuero, resistentes al frío, en los que la sensualidad fue de la partida.
Cabe recordar que hace un año Ghesquière debutó en el conglomerado del lujo LVMH, en sustitución del respetado Marc Jacobs, quien sostuvo sobre sus hombros la orientación hacia el prêt-à-porter de esta casa histórica, especializada en marroquinería.
Parece que el francés ya ha encontrado su sitio, su solidez y claridad a la hora del diseño de cada propuesta; así lo destaca.
Para la apertura, el creativo eligió un enorme abrigo de pelo blanco que envolvió el cuerpo de la danesa Freja Beha Erichsen durante su paseo por la pasarela, maletín en mano. Este inicio encerró un toque de rebeldía y juventud, que encontró su confirmación en el pelo rosa de la modelo Fernanda Hin Lin Ly, que también desfiló con esos dos elementos clave. Osadía y un frenesí de feminidad y sensualidad en cueros trabajados, líneas de tapados geométricos, y chaquetas con aires rockeros eclipsaron a todo el público.
Las cazadoras (chaquetas) estampadas con cuello de piel y minivestidos con aires retro fueron unas de las alternativas más festejadas.
Por su lado, el estampado de leopardo (todo un comodín esta temporada en la pasarela parisina) no faltó a la cita con Vuitton, como tampoco lo hizo el del característico tablero. Las minifaldas, rectas, pero no ajustadas, se plantean como prenda imprescindible del próximo otoño-invierno, al igual que los tonos metalizados, que respondieron con sus brillos a las aspiraciones futuristas y espaciales de la original sala que albergó el evento.
Está claro que Ghesquière quiere modernizar -y viajar al futuro- a costa de revitalizar patrones antiguos, como el de las medievales mangas abullonadas que, gracias a su combinación con corpiños de cierre, y partes inferiores de cuero rockero, desempolvaron siglos de historia. Las cinturas se marcaron con cadenas o cordones blancos de zapatillas deportivas, muy cancheras y sensuales.
¿Las celebrities que no faltaron?
Jennifer Connelly, Michelle Williams, Selena Gómez o Chloë Grace Moretz, además de la omnipresente pareja formada por Kanye West y Kim Kardashian West.
Detalles memorables de una colección única
Colores: Nicolas Ghesquière presentó un otoño de blanco, negro, tonos rojizos, naranja y, en detalles, amarillo. Además, los combinó con incrustaciones de cristal y con hilos metalizados.
Cierres visibles: A modo de aggiornamiento hubo una apuesta por los cierres visibles, junto con las aplicaciones de tachuelas, dando como resultado una estética rockera muy "vintage" y "retro".
Cortes: Se apostó por una línea muy recta, que rompió con bajos y puños en hondas rígidas efecto tulipa. Por otro lado, las cinturas se prefirieron muy definidas.
También se ponderaron sus diseños "oversize" en abrigos de piel, o tejidos de cuero, que aportaron sobriedad y volumen a la silueta.
Estampados: Los cuadros y el animal print tuvieron fuerte presencia.
Accesorios: Los más llamativos fueron sus bolsos de metal tipo cofre, así como sus cinturones de finas cadenas, o las carteritas más pequeñas.
