Los años cincuenta fueron el canto del cisne de la elegancia, cuando Christian Dior, Jacques Fath y Cristóbal Balenciaga dictaban la moda desde París antes de ceder el paso al prêt-à-porter.
En 100 modelos y accesorios, la exposición "Los Años 50" relata esa aventura en el Museo de la Moda de París, del 12 de julio al 2 de noviembre.
La Segunda Guerra Mundial acababa de terminar y en 1947 Christian Dior lanza su primera colección, bautizada "New Look" por Harper's Bazar.
Abrió camino a una década en la que triunfaron la talla de avispa, las faldas amplias muy largas, vestidos bustier y los bordados, que inspiran a los diseñadores hasta el día de hoy.
La muestra que ofrece el Palais Galliera se inaugura tras los desfiles de las colecciones de alta costura otoño-invierno 2014-2015, que concluyeron este jueves. Los dos eventos dialogan a la perfección.
"Fue una década que concentró todo el mapa de la moda" occidental, explicó el director del museo Olivier Saillard al recorrer la exposición junto a la AFP.
Schiaparelli, Chanel, Jacques Heim, Pierre Balmain, Jacques Griffe, Hubert de Givenchy y Pierre Cardin coincidieron en esta época dorada.
Pero los "arbiter elegantiarum" que dictaban desde París los cánones de la moda eran en realidad tres: Dior, que concentraba el 49% de las exportaciones de la alta costura francesa y que a pesar de su timidez sabía utilizar a los medios, el inaccesible Balenciaga, "maestro de maestros" y Jacques Fath, "el Jean-Paul Gaultier de la época", bromea Saillard.
Entre sus ocurrencias iconoclastas menciona un vestido de fiesta --incluído en la muestra-- con granos de maíz engarzados como joyas.
Balenciaga y Castillo
El enigmático Balenciaga, el "hombre invisible de la moda" privilegiaba la obra sobre la mediatización. Su reserva terminó haciendo más por su propia publicidad que la figuración o las campañas de chismes de los demás diseñadores.
Un vestido de 1950, réplica exacta de uno llevado por Rita Hayworth en las carreras de Ascott, es un perfecto ejemplo de las líneas sobrias que cultivaba el diseñador vasco, un arquitecto de la moda.
El brillo de Balenciaga opaca hoy a otro destacado diseñador español de la época, Antonio Castillo, exiliado en París por la guerra civil y que trabajó inicialmente para Chanel.
Castillo dirigió luego la casa Lanvin --un vestido recuerda en la exposición ese momento de su carrera--, realizó con Paquin deslumbrantes vestuarios para las películas de Jean Cocteau como "La bella y la bestia" (1946), antes de emigrar a Hollywood, donde ganó un Oscar en 1971 por el vestuario de "Nicolás y Alejandra".
Más lejos, un modelo de Madame Grès exhibe el arte de esta maestra del plisado, llevado al extremo para un traje de fiesta de terciopelo que se asemeja a una escultura griega.
Los 50s fueron también la época de los patrones de papel que difundían las revistas de moda a mujeres en todo el mundo, ávidas de reproducir el último modelo lanzado en París.
Es también una década en que los grandes de la moda libraban batallas implacables. El reinado de Christian Dior eclipsaba la hegemonía de Coco Chanel. Ella criticaba el lado rígido y encorsetado de esta moda para princesas que hacía furor entre las mujeres más elegantes del momento, incluyendo Eva Perón, despampanante en Dior en las galas del Colón.
Para Chanel, que reabrió en 1954 su casa cerrada durante la guerra, los diseñadores se habían convertido por esa razón en "ilustradores", que fijaban a las mujeres como en una estampa. La septuagenaria Coco contraatacó inventando el traje sastre de silueta recta, que liberaría a la mujer en la década siguiente.
En 1947 había 106 casas de alta costura en París. Diez años más tarde, sólo quedaban 32. Jacques Fath muere en 1954 y la casa apenas sobrevive hoy como marca de perfumes. Dior fallece en 1957, entrando en escena un joven y tímido delfín de 21 años formado en sus talleres, Yves Saint-Laurent, futuro artífice de une revolución que a partir de los 60s marcá el advenimiento de la mujer moderna.