Llegué a París en tren a la estación Gare de Lyon y me alojé en un hostel a pocas cuadras de la Plaza de la Bastilla. Era primavera pero el día estaba lluvioso. Ideal para recorrer museos y galerías. Tomé el Metro de la Línea 1 hasta el Louvre cuya estación enlaza directo a su hall de entrada. Alcé la vista y estaba justo debajo de la colosal pirámide de vidrio que le da aspecto futurista y fue diseñada por el arquitecto de origen chino Leoh Ming Pei. La estructura tiene amantes y detractores por igual.
A mí me gusta el contraste entre lo moderno y lo antiguo. Guiándome con el plano que te dan con la entrada fui directo al Ala Denon en busca del cuadro más famoso del mundo: La Gioconda de Leonardo Da Vinci. Después de atravesar varios pasillos llegué a la sala donde se encuentra la pintura. Está protegida por un enorme acrílico y unas sogas impiden acercarse. No se permite tomar fotos pero lo intenté. Un guardia salido de la nada me espetó secamente en inglés: No pictures! Reculé y me dediqué a la apacible observación de esta obra que no atrae por su tamaño, mide sólo 77 x 53 centímetros, sino por la enigmática sonrisa de la dama. Se cree que la mujer que inspiró a Da Vinci fue Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo.
Fue creada en Florencia entre 1503 y 1506. Lo curioso es que no está pintada en un lienzo sino sobre una tabla. En un momento tomé noción de estar frente a la obra pictórica más difundida y reproducida de la historia. En el Ala Sully vi la no menos famosa escultura Venus de Milo, descubierta en esa isla griega en 1820. Data del 150 AC y mide 2,02 metros.
Se exhibe solitariamente en el centro de una sala desde cuyos ventanales vi por primera vez el río Sena. A pocos pasos de allí está la Victoria Alada de Samotracia, del siglo cuatro A.C., otra de las esculturas "top" del museo. Descendí al entresuelo y caminé por los fosos del Louvre medieval. Es imposible recorrerlo todo en un día. Al salir fui a la pirámide invertida de cristal en cuyo vértice hay otra pirámide de mármol más pequeña bajo la cual, según Dan Brown en su libro El Código Da Vinci, descansan los restos de María Magdalena. Aquí transcurre la última escena de la película con Tom Hanks arrodillado mirando desde arriba mientras la cámara desciende hasta la tumba en un fundido que marca el The End.
Al otro día brillaba el sol y fui hasta el cementerio de Pére Lachaise, abierto en 1804. En sus 43 hectáreas descansan eternamente personalidades como los escritores Moliére, Balzac, Proust, Apollinaire y Gertrude Stein. Las cantantes Edith Piaff y María Callas. El actor Ives Montand o el pianista Frédéric Chopin. Al ingresar te venden un plano con el nombre y número de cada sepulcro. Un jardinero me ayudó amablemente a encontrar la tumba más visitada: la del cantante Jim Morrison. Está vallada para evitar que la pinten con grafittis. Se permite dejar flores que luego colocan los encargados de mantenimiento.
La que me resultó más curiosa fue la del dramaturgo irlandés Oscar Wilde fallecido en la Ciudad Luz el 30 de noviembre de 1900. Está cubierta de lápiz labial y le llaman la tumba más besada del mundo. Actualmente le han colocado un plexiglás protector para evitar los ósculos. Mujeres de todo el mundo han dejado sus labios marcados en la escultura, que es un ángel alado. Su creador, Jacob Epstein, le hizo genitales a la silueta pero se consideró ofensivo y se los quitaron poco tiempo después. Hoy cumplen la función de pisapapeles en la oficina del director del cementerio.
Datos
Hostel en París: desde 25 dólares
Billete sencillo de metro: 2,5 dólares
Museo del Louvre:
- Entrada general 20 dólares. Cierra los martes.
- Audioguía en castellano: 7 dólares.
- Tour guiado de una hora y media: 20 dólares por persona.
Cementerio Pere Lachaise: Gratuito. Se accede por las líneas 2 y 3 del Metro.