Paremos con tanta hipocresía

Dirigentes que se mienten, jugadas políticas y, en el medio, los hinchas que siguen siendo rehenes de las decisiones.

Paremos con tanta hipocresía
Paremos con tanta hipocresía

Hipocresía es la actitud constante o esporádica de fingir creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que no se tienen o no se siguen.

La persona hipócrita finge cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene o experimenta. La hipocresía en si es un tipo de mentira o pantalla de reputación.

El fútbol argentino ha llegado a un límite de hipocresía inusitado y creo que debería pararse un poco. No es posible que se le siga mintiendo a la gente y querer hacerle creer cosas que no son. Esta semana fueron muchos los casos que dieron fundamentos para la aseveración.

Sería bueno, por ejemplo, que alguien explique porque los hinchas de River no podían ingresar el domingo para ver su partido con Godoy Cruz, con lo cual se recurrió a la “trampa” de los hinchas neutrales, pero si pueden hacerlo el próximo miércoles en el partido que millonarios y tombinos jugarán por la Copa Sudamericana.

¿Acaso no es el mismo espectáculo? ¿La gente que irá no va a ser la misma? La diferencia, claro,  es que las entradas salen un cincuenta por ciento más caras (de 100 a 150 pesos la popular) sólo por el hecho de que es una competencia internacional.

En el medio quedó la policía que hace la vista gorda en estos casos, pero sale a poner mano firme en otros que no les darán malestar social, cómo obligar a la Lepra a pagar el doble de efectivos para jugar de noche o no permitir los hinchas visitantes en el Argentino A.

En un mundo de mentiras, de medias verdades, de doble discurso y moral. Hay un juego extraño y medio perverso entre los dirigentes que manejan el fútbol que actúan y que piensan que eso no se nota.

El tan promocionado “Grondona sin Grondona” era sólo una careta que se cayó rápidamente. El papelón del martes fue la clara muestra. Todos pedían suspender los partidos mirando lo que ocurría con sus próximos rivales, aunque públicamente nadie salió a hacerse cargo de la decisión.

Dicen que el principal interesado era Boca, quien quería darse un poco de aire para no tener que vivir lo que era un secreto a voces: el despido de su técnico.

La realidad es que atrás había una intencionalidad política que pocos quisieron ver. River y Boca están claramente encolumnados con el Pro y ahora se intenta sumar a esa fuerza a San Lorenzo (Mauricio Macri le propuso un cargo a Matías Lammens).

Suspender el fútbol en el medio del paro nacional, era darle un guiño a la oposición y un golpe al oficialismo que veía cómo se le caía una de sus principales banderas. De hecho el gobierno fue el que exigió que la fecha se jugara a cualquier precio, lo que finalmente se logró.

La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales o sentimientos. Hablando de Carlos Bianchi, fue muy criticable la forma en la que se lo despidió y dejó al descubierto que el presidente Angelici tiene poco peso político en el club.

Cada vez que tomó una decisión, tuvo que dar marcha atrás al respecto. Le pasó cuando quiso borrar a Riquelme y le pasó ahora que intentó bancar a Bianchi, pero los otros dirigentes lo obligaron a otras cosa.

La hipocresía comienza a acompañarnos en nuestro día a día y eso nos muestra que realmente estamos mal.

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