Parejas sin convivencia: ¿El lado B del vínculo?

Este pensamiento es sustentado por muchos como un modo de ahorrarse roces o negociaciones innecesarias en pos de la autonomía y de mantener la mejor versión de sí mismos frente al otro. ¿Una opción práctica o hedonismo en estado puro?

Parejas sin convivencia: ¿El lado B  del vínculo?

“Lo más práctico para no tener roces y que vean lo mejor de uno es la convivencia cama afuera...”, sostienen muchos hombres y mujeres a la hora de hablar del tipo de vínculo que desean sostener.

Claro está, dicha elección implica la cotidiana y más cruda verdad, que incluye el combo de apariencia hogareña (look desgreñado, o no, que se desee), hábitos de vida particulares (economía, gastos, limpieza); tiempos (prioridades) y valoración del trabajo (en la escala de cada quien) no sean aspectos con los cuales lidiar, o ‘trabajar’ en conjunto con un otro. Más bien, algo que obviar y por lo cual no ‘negociar’.

Sin embargo, y desde el otro lado de la vereda, muchos se preguntan: “¿Qué pasa cuando todo se transforma en una ‘simplificación’ permanente a la hora de hablar de vínculos? ¿Qué sucede si la convivencia sólo se ve desde el lado de los contras? ¿Pierde algo el sujeto en ese sincretismo de lógica extrema, o en realidad es una buena apuesta para pensar?”.

Lejos de juicios de valor, cada quien encontrará la mejor forma de escribir su historia en pareja, conviviendo o no. Lo bueno es tener la claridad de lo que implica tal decisión, en la trama interna de los vínculos en general.

Según sostiene la psicóloga bonaerense Beatriz Goldberg, especialista en crisis de pareja (y autora de “Quiero estar bien en pareja”): “Desde mi experiencia, el hecho de no convivir con alguien se da en muchos casos en familias ensambladas, en donde ‘los tuyos, los míos, y los nuestros’ llevan a tal decisión porque ya se viene de una historia y con un presente particular. Se suma a este cuadro el hecho de no querer en tal situación mezclar economías, algo que al convivir tiende a tener que ajustarse entre todos”.

¿Será entonces que la metáfora del vaso medio lleno debería tomar mayor consistencia a la hora del análisis?

“En tal sentido lo que veo en muchos casos es mucho individualismo detrás de tal pensamiento. Por supuesto no se puede, ni debe, generalizar. Sin embargo hoy en día muchos tienen una posición muy en la que se mira más lo que se deja, que lo que se gana. Lo más importante son los acuerdos, el diálogo y no perder nuestra esencia sino negociar con la pareja. Por supuesto, no es fácil, ya que implica un trabajo, pero vivido desde una connotación de construcción enriquecedora y no como algo forzado que pesa, para poder así reelegirse con el otro cada día, y desde un conocimiento integral. En esto no hay verdades absolutas, ya que cada caso responde a su razón de por qué sí, o por qué no, convivir con alguien”, fundamentó Goldberg.

Entonces... La convivencia, ¿mata o no al amor? Según la psicóloga vincular Paula Corso “la convivencia es un parámetro que complejiza el vínculo pero no lo mata. Existen muchas razones por las cuales una pareja se separa, pero no es que la convivencia mate al amor”.

¿Por qué se da entonces la simplificación de tal frase? Según Corso “porque es un parámetro complejo que requiere de un trabajo y un esfuerzo bien entendido. Implica acordar y negociar ritmos de vida de dos personas o de toda una familia. Es difícil pero no imposible, si se desea. Pero hay que entender que si la convivencia no fue factible, quizá tuvo que ver con que las condiciones del amor no fueron lo suficientemente fuertes como para resolver los conflictos que genera vivir con otra persona”.

La pareja, en donde la convivencia no está acordada como proyecto, tiene características diferentes a aquellas duplas en las que sí hay un acuerdo.

“Si una persona pasó por la experiencia de convivir, y fue negativa, se entiende que desde ese lugar haya reticencia a intentarlo. Habrá que ver las condiciones del nuevo vínculo por las que se no se desea estar con ese otro conviviendo. Las miradas diferentes también son válidas y no hay que obviarlas”, concluyó Corso.

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