Dos representantes de las históricas fuerzas políticas de Paraguay, un liberal y un colorado, buscarán hoy el triunfo en unas elecciones presidenciales que despertaron escaso entusiasmo en la ciudadanía y parecen encaminadas a ratificar el peso de las estructuras partidarias.
El liberal Efraín Alegre y el colorado Horacio Cartes serán quienes, según todos los sondeos, protagonizarán la puja por la jefatura del Palacio de López, aunque habrá otros 9 candidatos, algunos de los cuales buscan dar una sorpresa y otros llegar con sus postulantes al Congreso para romper esa polarización.
La compulsa está lejos de despertar la efervescencia que en 2008 generó la aparición de un outsider como Fernando Lugo que, aliado a los liberales, rompió una hegemonía de 60 años del Partido Colorado en el poder, incluidos los 45 de la dictadura de Alfredo Stroessner.
Las de mañana serán las sextas elecciones desde la caída de Stroessner, y están habilitados para sufragar poco más de 3,5 millones de paraguayos, aunque se estima que la asistencia a las urnas rondará el 50 por ciento del padrón.
Cartes es un empresario millonario dueño de una treintena de empresas, recién llegado a la política y a menudo acusado de relaciones con el narcotráfico y el contrabando; y Alegre fue senador, diputado y ministro de Fernando Lugo hasta que el PLRA rompió la alianza con el Frente Guasú y favoreció el golpe institucional.
El poderoso aparato del gobernante Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y la estructura armada en décadas por el Partido Colorado, sumado al impresionante gasto de campaña, mermaron las chances de los demás aspirantes, aunque los centroizquierdistas Mario Ferreiro, de Avanza País, y Aníbal Carrillo, del Frente Guasú, pretenden colarse en la pelea.
No menos importante será la pulseada por las bancas de diputados y senadores, a la luz de que el paso de Lugo por el Ejecutivo mostró el poder real del Congreso, no sólo porque se vio que la gobernabilidad está atada a la correlación de fuerzas, sino también porque, a la larga, fue un golpe legislativo el que sacó al ex obispo del poder.
La presencia de Lugo disputando una plaza del Senado, junto a los líderes partidarios Blas Llano, de los liberales, y Lilian Samaniego, de los colorados, también realza la puja por las bancas de la Cámara alta.
Además de presidente y vice, 1.713.372 mujeres y 1.802.901 hombres podrán elegir a 45 senadores, 80 diputados, 17 gobernadores, 228 gobernantes municipales y 18 parlamentarios del Mercosur.
El temor a una alta abstención obligó a campañas en favor del voto, que es obligatorio en el país, aunque la percepción generalizada es que es optativo, porque no existen penas para quien no sufrague.
La mayor participación electoral de las tres últimas elecciones se dio en 1998, con el 77,18 por ciento. En 2003 bajó al 62,28 por ciento y en 2008 fue del 65,41 por ciento.
Habrá mañana 17.527 mesas en 1.060 locales de todo el país, que funcionarán de 7 a 16 (8 a 17 de Argentina), y aunque están prohibidas las encuestas a boca de urna, existirá un Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (TREP) diseñado especialmente para ir adelantando datos.
Los comicios tienen como telón de fondo, como en otras ocasiones, denuncias cruzadas por irregularidades, las más repetidas vinculadas a la compra de votos y el "acarreo" de personas, dos prácticas históricas y hasta naturalizadas en el país.
Sabedores de los temores a irregularidades y de que los comicios son especialmente mirados en la región, las autoridades electorales habilitaron la participación de observadores de la OEA y la Unión Europea, junto a otros de la Unasur.
La salida electoral que terminará el 15 de agosto con la asunción de quien gane mañana supone también el retorno de Paraguay a la Unasur y el Mercosur, bloques de los que está suspendido desde junio pasado tras el golpe parlamentario que depuso a Lugo.