El desarrollo y avance de las civilizaciones estuvo marcado por los avances tecnológicos que posibilitaron a las personas acceder a bienes que han mejorado su calidad de vida. Pero el sistema económico se caracteriza por destruir para construir. Es decir, se destruyen cosas para transformar y producir bienes con valor agregado.
En este proceso de destrucción y creación han ido quedando residuos que nunca preocuparon hasta ahora, pero el problema es que los niveles de consumo en el mundo han tomado una velocidad inusitada, a tal punto que hay quienes afirmar que esto puede llevar al planeta a una situación terminal.
Según cálculos de especialistas, ya el mundo consume hasta el mes de setiembre la totalidad de los bienes que el universo puede proveer naturalmente. El resto del año, se ve forzado a entregar bienes "a cuenta" del futuro. El problema es que hace varios años se está repitiendo, sobre todo desde la incorporación de nuevos países emergentes asiáticos, comenzando por China.
El modelo consumista está poniendo en riesgo el equilibrio del planeta, donde se juntan residuos, consumos excesivos de combustibles fósiles, niveles de endeudamiento extremos de la familias para acceder a bienes y servicios cuyos consumos se han impuesto como prioritarios. Muchas veces esos consumos no producen para satisfacer necesidades, sino aspiraciones sociales.
Una forma de atemperar estos efectos están siendo estudiada por quienes sostienen los principios de la economía circular, un concepto basado en aprovechar los bienes producidos evitando la generación de residuos no reciclables.
Los defensores de este modelo de pensamiento plantean que en lugar de producir, usar y tirar, hay que pensar en reducir, re-usar y reciclar. Este pensamiento tiende a un modelo de conductas de consumidores responsables, que no sean compradores compulsivos y exijan y privilegien bienes que se produzcan con materiales reciclados o modificados para ser re-usados.
Dado que el estado actual y su proyección futura dependen de conceptos culturales arraigados en todo el mundo, se hace muy importante el rol que pueden cumplir los líderes mundiales y en este aspecto ha sido contraproducente la actitud reacia de grandes potencias para unirse a los programas de reducción de la emisión de gases de efecto invernadero.
Pero además, sería muy importante preservar grandes extensiones de bosques naturales que corren peligro de ser arrasados para ser dedicados al uso agrícola. El equilibrio del planeta necesita de esos bosques, que fueron los grandes filtros de los contaminantes aportantes del oxígeno necesario para la vida de las poblaciones del planeta.
Para ello es muy importante el aporte que pueden hacer las empresas. Algunos, demandando la producción de envases reciclables. Otros, utilizando materiales reciclados para formar parte de nuevos productos. Otros diseñando productos, máquinas o elementos que se puedan transformar en otros bienes reutilizando materiales.
Hay iniciativas para que las personas compren menos bienes durables y las empresas ofrezcan sistemas de uso con pago de licencia por un tiempo determinado. Esto haría más razonable el presupuesto de las familias y permitiría a las empresas reutilizar muchos materiales y reciclar otros.
Reducir, reutilizar, reciclar. Principios que deberemos incorporar en nuestros conceptos de economía familiar. Una sola familia no cambia mucho, pero el ejemplo cunde y puede servir de disparador para motivar conductas sociales más comprometidas. Pero también debe ser un compromiso de las empresas antes que, por urgencias del planeta, se deba hacer en forma obligatoria.
El planeta es nuestro hogar deberá servir para que vivan en condiciones dignas nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos.