Decenas de manifestantes y tropas de choque de la Policía brasileña se enfrentaron hoy frente a la casa en San Pablo del presidente Michel Temer, en el marco de fuertes protestas ocurridas durante una huelga general en el país sudamericano.
Los manifestantes se acercaron con las caras cubiertas hasta la casa de Temer para tirar piedras y otros objetos, según mostraron imágenes de la televisión. Los agentes de la Policía Militar respondieron con bombas lacrimógenas y balas de goma.
Varias personas prendieron después fuego a barricadas para intentar frenar el avance de las tropas, armadas con escudos y armas de fogueo. Inicialmente no se reportaron heridos.
Temer, que vive actualmente en la residencia oficial presidencial en Brasilia, no estaba hoy en Sao Paulo. El mandatario, de 76 años, es natural de la metrópoli paulista.
La huelga general, la primera convocada en 21 años en Brasil, se dirigía contra las reformas laborales del Gobierno de Temer. El paro, que contó con el apoyo de los principales sindicatos, se saldó con protestas y paralizaciones en casi todo el país.
Sobre todo Sao Paulo, el corazón ecónomico de Brasil, se quedó durante el día casi sin transporte público y fue escenario de varios disturbios. En el centro de Río de Janeiro, la segunda ciudad del país, grupos de manifestantes incendiaron autobuses y se enfrentaron con la Policía.
Temer condenó los disturbios en un comunicado. Durante la huelga "hubo las más amplia garantía del derecho de expresión", aseguró el mandatario.
"Lamentablemente, pequeños grupos bloquearon carreteras y avenidas para impedir el derecho de ir y venir del ciudadano", agregó, condenando los "hechos aislados de violencia".
Además de contra la reforma laboral, los manifestantes protestaban contra la reforma del sistema de pensiones. Ambos ajustes son los principales proyectos del Gobierno de Temer este año para intentar reactivar la economía brasileña.
La reforma laboral, aprobada el miércoles en la Cámara de Diputados, prevé reducir los costos laborales para las empresas restar poder a los sindicatos. El Senado debe dar aún el visto bueno.