La reciente reunión entre los presidentes de la Argentina, Mauricio Macri y de Chile, Michelle Bachelet no pasó "oficialmente" más allá de un acto protocolar, valioso por supuesto, en razón de que se recordaron los 200 años de la batalla de Chacabuco, la que abrió las puertas a la independencia del vecino país. Sin embargo, hubo una previa, en la que los dos jefes de Estado abordaron aspectos esenciales de la integración entre los países e inclusive entre los bloques económicos en los que se encuentran insertos cada uno de ellos.
En un mundo globalizado como el actual, la integración es fundamental. La Argentina, junto con Paraguay, Uruguay y Brasil, al que se sumó en los últimos años Venezuela (actualmente sancionada por el bloque) conformaron el Mercado Común del Sur (Mercosur), mientras Chile, junto a Perú, Colombia y México integra la Alianza del Pacífico, organismo conformado en abril de 2011, con el objetivo de conformar un área de integración para avanzar hacia la libre circulación de bienes, servicios, impulsar un mayor crecimiento económico y competitividad de las economías y convertirse en una plataforma de articulación política, integración económica y comercial y proyección al mundo, con énfasis en la región Asia-Pacífico.
Existe una diferencia entre los bloques, porque mientras ningún miembro del Mercosur puede suscribir acuerdos bilaterales con otros países de manera individual, la Alianza del Pacífico deja en libertad de acción en ese marco a sus integrantes, lo que ha permitido a Chile firmar decenas de convenios, lo que le brinda mayor competitividad a sus productos por sobre los argentinos.
En ese marco de situación, la integración a nivel de bloques es fundamental. Para los chilenos, porque su mayor interés radica en mantener los logros alcanzados en el mercado brasileño; para los argentinos y el Mercosur, para poder incursionar en el Asia-Pacífico, el gran mercado a ganar por la importancia alcanzada en los últimos años y porque centenares de millones de potables consumidores se abren al mundo.
En los últimos años hubo avances importantes en las relaciones bilaterales entre los dos países, las que se han profundizado durante la actual gestión de Mauricio Macri, esencialmente por la existencia de coincidencias en el plano de las políticas económicas. De todos modos, queda mucho camino por recorrer, aunque los mandatarios han manifestado su intención de continuar hasta alcanzar los objetivos trazados.
Para Mendoza, una buena relación con Chile es fundamental porque por nuestra provincia pasa la ruta más importante del corredor bioceánico que une al Mercosur con el puerto de Valparaíso. Es un corredor que necesita un seguimiento permanente y obras de infraestructura para evitar que la ruta quede colapsada, como sucede durante la temporada estival o que se produzcan cortes en el paso, como consecuencia de las inclemencias climáticas durante el invierno.
Paralelamente, deben solucionarse lo más pronto posible los inconvenientes que se plantean en Aduana y Migraciones, que generan las demoras de varias horas para el paso de los vehículos. Es por ese motivo también que sorprendió en cierto modo la ausencia del gobernador de Mendoza en los actos del bicentenario de la batalla de Chacabuco, al decidir asistir a Santa Rosa para celebrar el triunfo de su partido en las elecciones para intendente. Esencialmente cuando de ese acto realizado en Chile participaron los gobernadores de San Juan y de Neuquén, interesados por su parte en abrir pasos cordilleranos alternativos al del Cristo Redentor.
Más allá de esa situación en particular, lo cierto y concreto es que la provincia debe continuar con la decisión de impulsar una verdadera integración argentino-chilena porque directamente resultará favorecida en los distintos planos de la actividad económica.
