Por Alfredo Leuco - Periodista. Gentileza R. Mitre
El próximo 10 de diciembre termina el régimen político que más duramente atacó la libertad de prensa desde el retorno de la democracia en 1983. Néstor, antes y Cristina ahora, odian a los periodistas que buscan la verdad y ejercen su rol de fiscal del poder y fomentan a los chupamedias que se arrodillan frente al dinero que llueve desde el Estado.
El 10 de diciembre terminan 12 años de un gobierno democrático pero profundamente autoritario que intentó pero no pudo borrar de la faz de la Tierra la mirada crítica de la prensa. Los Kirchner y sus amanuenses invirtieron mucha energía y fortunas incalculables en intentar cerrarles la boca a las voces críticas y alimentar solamente a los que hacen propaganda partidaria subsidiada y ocultan la corrupción de los malandras más notorios de este gobierno.
En su última asamblea, la asociación de editores de diarios de todo el país, Adepa, llamó a los candidatos a presidente a restaurar la plena vigencia de la libertad de expresión y de prensa. Es parte de la reconstrucción de las instituciones que han sido erosionadas por la presidenta que vuelve al llano. En su documento final denuncia “que nunca antes el periodismo estuvo tan coaccionado y sometido a descalificaciones permanentes” desde la recuperación de las instituciones republicanas.
En ese sentido, es un gran alivio que Cristina y su grupo de tareas antiperiodismo deje el gobierno, aunque no quieran dejar el poder. Ya se sabe que, como decía Furio Colombo, para el poder ninguna noticia es buena noticia si no fue fabricada por su propio departamento de prensa.
Es la negación del concepto de noticia, que básicamente es algo que no se sabe y que alguien quiere ocultar. Decía el Premio Nobel José Saramago que “lo primero que se le dice al poder es no. Pero que no es un no porque sí. Sino porque el poder debe ser vigilado permanentemente ya que siempre tiende al abuso y al exceso”.
Esta docena de años de kirchnerismo explícito es el mejor ejemplo de una facción política que intentó instalar su discurso único como verdad absoluta e indiscutible y exterminar el pensamiento diverso, plural y disidente que es el que enriquece la democracia.
Es imposible hacer un inventario completo de la metodología obsesiva y meticulosa que Néstor y Cristina utilizaron para atacar al periodismo. Ellos tomaron lo peor de los anteriores gobiernos y le sumaron su creatividad para el mal.
Alimentaron con cataratas de dólares a periodistas alcahuetes y parieron dueños de medios de comunicación que crecieron a pura pauta publicitaria oficial pero que no pudieron logran ni un solo éxito editorial. Todos los medios K son un fracaso estrepitoso. Las radios y los programas no tienen audiencia. El ejemplo más contundente es el de Víctor Hugo Morales. Todos los programas de televisión y canales no consiguen números razonables de rating. 678 y otra vez Víctor Hugo, bajando línea, son el botón de muestra.
Y en el periodismo gráfico también hicieron sapo con medios que se tienen que regalar en las reparticiones públicas por falta de ventas. El caso más brutal es Tiempo Argentino. ¿Qué significa eso? Que el pueblo no es tonto. Que es oyente y televidente pero sobre todo auditor. Ni los que simpatizan con Cristina soportan los discursos almibarados y elogiosos de los mayordomos del periodismo oficial.
Si no hay mirada crítica, hay propaganda y no periodismo. O periodismo de Estado que es una interminable gacetilla distribuida por Télam. Ese gigantesco aparato de propaganda les sirvió para mentir, injuriar, insultar e incitar a la violencia contra los periodistas que no se arrodillaron en el altar de Cristina y que no se dejaron domesticar por la corrupción de los dineros del pueblo que les regalan a los periodistas con camiseta partidaria.
Hubo todo tipo de agravios. Insultos desde los medios mal llamados públicos, afiches escrachadores que fueron cubiertos con escupitajos convocados por la militancia, un juicio popular en la Plaza de Mayo a colegas como a Magdalena, aprietes a los anunciantes privados para que no apoyaran a los programas que no les respondían, utilización de la AFIP y los servicios de inteligencia para intimidar, y agresiones verbales y físicas a muchos colegas.
Dice Adepa que dilapidaron 12 millones por día de publicidad oficial, que es equivalente a 14.336 planes de la Asignación Universal por Hijo en un mes.
Se podría definir al periodismo K como un millón de pautas, cero de audiencia. Uno de los intelectuales más respetados, Jean Paul Sartre, dijo que “a todo puede renunciar el hombre sin dejar de ser hombre. A todo menos a la libertad”.
El gran Joan Manuel Serrat lo canta como los dioses cuando dice “Para la libertad, sangro, lucho y pervivo”. De eso se trata. Aunque los Kirchner prefieran a los sumisos que se alquilan. El periodismo es de los que no se venden ni se agachan. Y trabajan para la libertad.