Las matemáticas no lo dejan afuera al Lobo, pero los números no entran al campo de juego. Los que sí lo hacen son los jugadores y por lo mostrado ayer, Gimnasia queda oficialmente fuera de la lucha por el primer ascenso.
Salvo que una catástrofe desmorone a los equipos puntanos, el salto de categoría será propiedad exclusiva de Juventud Unida o Estudiantes.
La tabla se partió y el resto jugará por las migajas. Gimnasia rápidamente completó el casillero de las derrotas que podía permitirse, y tendrá ahora que hacer cartón lleno de victorias para sostener la ilusión.
Una utopía. Sobre todo porque Gimnasia es irregular, parece dar un paso hacia adelante pero luego da dos para atrás, su juego no tiene consistencia y lo más alarmante de todo es que ya no disimula ni maquilla ninguna de sus falencias: cada vez son más evidentes.
Ni esa extraña rotación tuvo sentido (Toti sacó a seis de sus habituales titulares pero igualmente los hizo viajar a La Rioja). Físicamente no hubo diferencias con Unión de Villa Krause, que jugó con los mismos once el miércoles.
Y el sentido común implicaba que no debía haberla: el desgaste de jugar un partido entresemana no es significativo, sí una seguidilla. Por eso la estrategia de la rotación careció de sentido y el Azul sanjuanino se llevó tres puntos con argumentos futbolísticos válidos y lo sumerge al Mensana en una nueva crisis de identidad y en un mar de dudas.
Ahora se hurgará por todos lados buscando responsables y explicaciones que pasarán desde la conformación del plantel (sólo dos -Prost y Pereyra- de los seis refuerzos que llegaron le dieron valor agregado al plantel que ascendió) hasta por el dibujo táctico que pone en cancha un solo delantero como Prost, que no es goleador.
En un repaso rápido puede entenderse que la magra cosecha es lo que se merece: 20 minutos interesantes ante Maipú, dos paupérrimos partidos ante Andino y Unión, dos buenos primeros tiempos ante Estudiantes y San Lorenzo, luego sacó los tres puntos que todos se llevaron de La Rioja ante Tesorieri y la mejor versión la mostró ante Juventud, en La Punta.
¿Puede esperarse más? Diez unidades no es más ni menos de lo que se merece. ¡Trágame, tierra..!, parece decir el Lobo de Toti Arias que, como la costumbre del avestruz, esconde la cabeza.