El primer ministro japonés, Shinzo Abe, afirmó ayer haber tenido éxito en recabar apoyos para su estrategia contra una posible crisis económica entre sus homólogos del G7 (grupo de los siete países más industrializados), pese a las crecientes pruebas de que la fórmula no ha dado los resultados prometidos en Japón.
En sus reuniones en un aislado destino turístico de Japón, Abe pidió más acciones para evitar una desaceleración, insistiendo en que la falta de acciones tempranas contribuyó a la crisis financiera de 2008 y 2009.
Los jefes de Gobierno cerraron ayer la cumbre con una declaración sobre diversos temas y varios “planes de acción” adicionales, reconociendo riesgos para la economía global como el terrorismo, las legiones de personas desplazadas y conflictos que “plantean una seria amenaza al actual orden internacional”. Sin embargo, los mandatarios dijeron que sus países han reforzado sus políticas para evitar una recaída en la crisis.
La atención se apartó rápidamente del final de la cumbre por el viaje a Hiroshima de Abe y el presidente de Estados Unidos.
Barack Obama se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos (ver nota principal) que visita durante su mandato la ciudad devastada por una bomba atómica estadounidense en los últimos días de la II Guerra Mundial.