Volvió Daniel Brizuela (25-1-2; 8 nocaut- 58,950 kg) al cuadrilátero y lo hizo finamente con ese el estilo exquisito de boxeo que lo caracteriza; el que le permitió un gran triunfo frente al entrerriano Diego “Matador” Cháves (12-4-2;5 nocauts - 58.950 kg) en fallo unánime. Fue una gran velada boxística, que tuvo combates para todos los gustos, y donde Gabriel Ozán ganó por nocaut técnico al igual que Claudio Aguirres en dos peleas dramáticas, frente a un polideportivo casi colmado por amantes del pugilato.
El jurado lo vio ganar así: Carlos Aguilera, 97 a 93; Pablo Bataggion 97 a 94 y Miguel Leiva 96 a 93. No fue el Tatú Brizuela que deslumbra o deslumbró en otros tiempos, pero con ciertas pinceladas de boxeo fino y elegante le sobró para retornar y abrazar una victoria que lo hace soñar al lasherino que de a poco puede ir recuperando la solidez y la confianza que supo derrochar sobre el ring. Hoy no está lejos de ello pero está claro que la única manera de lograrlo es trabajando en el gimnasio.
Daniel Brizuela hace tres años sufrió una fractura de mandíbula innecesaria, luego volvió a tener otra nuevamente, por la misma causa. Esta situación le ha puesto ciertos condicionamientos y lo reconoce.
Hacía 8 meses que no combatía, y en el último año y medio sólo realizó dos combates. Ese parate de alguna manera le pasó factura los primeros rounds al pupilo de Osvaldo Corro e incluso en el segundo, Cháves le conectó una izquierda sobre el rostro y no sólo lo hizo trastabillar, sino dudar; y casi le quiebra la confianza al mendocino. Pero Tatú es un boxeador con tantos recursos técnicos y variantes ofensivas, pero principalmente defensivas, que a partir de la mitad del tercer asalto fue encontrando la distancia y marcó la diferencia a lo largo del combate trazado a 10 rounds en la división superpluma.
Tuvo algunas lagunas en el quinto y sexto asalto porque Cháves, un boxeador relativamente técnico, lo buscó de contragolpe e incluso lo puso varias veces contra las cuerdas. Y fue allí donde Brizuela hizo alarde de su cintura y visteo, aunque naturalmente como arma defensiva.
La pelea de Ozán había dejado al público del Ribosqui con mucha adrenalina y por lógica exigían más acción, mas tome y traiga, pero sobre el ring había dos boxeadores que sabían muy bien lo que hacían; principalmente el lasherino, que no está en condiciones de arriesgar cruces.
Cháves no podía encontrarlo a Brizuela, no podía descifrarlo y sólo un golpe le podría haber salvado la noche, pero nunca llegó.
Con el jab en punta, Tatú fue haciendo la diferencia mínima y clara. No tuvo mucha solidez en sus golpes, sobre todo al plexo, pero igual fueron claros y netos. El mendocino en el noveno round contragolpeó al entrerriano y lo hizo visitar la lona. Eso le permitió meterse de lleno el triunfo en el bolsillo y con una diferencia importante, más allá de la disconformidad de cierta parte del público.
A Tatú como en muy pocas ocasiones le sobró aire no se ahogó y estuvo suelto en los últimos round, distendido y lo disfrutó. Un paso importante para el ex olímpico, ya que aún tiene varios por delante.