Las tormentas de verano, inesperadas y en ocasiones con abundante caída de agua en la zona norte de Mendoza, suelen causar muchos inconvenientes, como sucedió en los últimos días de enero pasado con las crecientes ocurridas en cauces naturales de la zona piedemontana y de montaña.
Estos episodios se han registrado muchas veces a lo largo de los años y lamentablemente han sido causa de pérdida de vidas humanas (lo más importante), e ingentes daños en viviendas, rutas, obras de arte de caminos, canales de riego y líneas de electricidad.
En muchas zonas el peligro se agrava porque el hombre avanza sobre los cauces, construyendo viviendas sin habilitación o realizando otras actividades muy cerca de lechos de ríos, arroyos o cauces aluvionales. Estos últimos, en determinados momentos están secos y parece que es improbable que vayan a tener circulación de una correntada, la que suele producirse de un momento para otro con los resultados imaginables si hay personas expuestas en su recorrido. Esta situación quedó registrada en un video casero que muestra al río Blanco, totalmente seco, y en pocos minutos sobreviene una creciente que hubiera arrastrado cualquier elemento, instalación o vehículo que hubiera encontrado a su paso.
Las imprudencias son alertadas en forma sistemática por Defensa Civil, la Dirección de Hidráulica y las municipalidades con jurisdicciones sobre esos ambientes, entre otras reparticiones.
El resultado ha sido que no pocos veranos se han producido desgracias que se podrían haber evitado totalmente.
En la contingencia ocurrida hace días en el área de Potrerillos, tras el desborde del arroyo La Hoya -zona de Las Vegas- , el líquido desbordado entró en los patios de las casas provocando riesgos para los habitantes de las propiedades.
Tras el alerta emitido por Defensa Civil, que recibió la denuncia de los damnificados, personal y equipos de la Dirección de Hidráulica se trasladaron a la zona y respondieron a la situación de emergencia realizando diversos trabajos para mitigar el peligro generado por las fuertes lluvias del estío. Pero, no siempre se puede actuar con tanta rapidez como ocurrió en esta oportunidad, en atención a las distancias y a la gran dispersión de escenarios donde se pueden producir estas crecidas de gran poder destructivo.
El peligro de construir a la vera de cauces naturales, donde no se tienen en cuenta elementales razones de seguridad, deberá ser corregido progresivamente, promoviendo que los particulares que estén en esa peligrosa posición se retiren todos los metros necesarios que la situación amerite.
“Las casas continúan en riesgo porque están construidas en zonas donde no hemos encontrado antecedentes de habilitación. Además de no estar permitido, quienes se van instalando intentan modificar los cauces naturales de agua, ponen caños por encima del río como una especie de puentes, y estos retienen sedimentos que, en caso de una crecida importante, se desplazan a puntos más bajos quedando el lecho del cauce más alto que las propiedades”, sostuvo, con prudencia, el director de Hidráulica, David Cangialosi.
El otro peligro sobre el que hay que fijar metas claras y crear aún más conciencia, es acerca de la conducta arriesgada de personas que esta época veraniega se aventuran a desafiar cauces que pueden crecer inesperadamente.
Parece mentira que a la altura de los tiempos que vivimos y tras tantas desgracias experimentadas por desafiar a la naturaleza, haya que recomendar todavía, a riesgo de parecer superfluo, “no instalarse en zonas de riesgo y sin habilitación municipal y de la Dirección de Hidráulica de la provincia” y tampoco “modificar los cauces de agua ni realizar construcciones indebidas”.
Y lo peor es que a veces ni siquiera estas sensatas advertencias, son tenidas en cuenta por parte de la población.
