Todos sabemos que cada Nochebuena los niños esperan con expectativa la llegada de un ser de fantasía, más bien fantástico diríamos, que trae regalos de un más allá misterioso.
En algunos países dicen que entra por la ventana, en otros por la chimenea, y no faltan aquellos que aseguran que viene en un trineo tirado por renos. Nadie lo duda incluso aquí, donde hace un calor insostenible y mucha gente nunca vio la nieve y menos un reno, pero ésa es la magia de la Navidad, ¿o no?
Cierto es que más allá de los escépticos la ceremonia de los regalos se repite en buena parte del mundo.
Pues sabrán que este ser fantástico y generoso toma distintos nombres. En el norte del continente americano se lo llama Santa Claus. En Europa se lo conoce como Sinterklaas, Baboo Natale , Père Noël ... según el país de que se trate.
Que es ni más ni menos que nuestro siempre querido Papá Noel. Gordinflón, de barba blanca, vestido de rojo y con un gorro simpático, parece nunca tener calor. Y allí nuevamente los detractores que dicen que es una creación relativamente nueva.
Según la tradición, Papá Noel repartía sus regalos a pie o montado en un caballo, pero luego de que el escritor Clement Moore, en La visita de San Nicolás (1822), lo imaginara en un trineo tirado por ocho renos, nadie pudo sustraerse a esa descripción. Bue... que crean lo que quieran.
En 1931 aparecieron por primera vez imágenes de un Papá Noel bastante parecido al actual, que surgieron en una campaña publicitaria de una popular bebida cola. En poco tiempo la imagen se "mejoró" y empezó a circular ese gordinflón alto y simpático, bonachón, de ojos pícaros y amigables, con pelo blanco y larga barba y bigote, también blancos. La vestimenta adoptó los colores de la bebida que lo pergeñó.
Así los incrédulos nos señalan: “Una campaña publicitaria dio por tierra con siglos de tradición”. Sin embargo aclaran que se sabe que el único Papá Noel de carne y hueso del que se tienen noticias vivió en el siglo IV de la era cristiana en los valles de Lycia, en Asia Menor.
Según cuentan, se llamaba Nicolás (en efecto, en algunos países se llama así hoy). Nacido en Bari, Italia, en una familia acomodada de comerciantes, Nicolás sufrió la muerte de sus padres por la peste. Conmovido por la situación, repartió su herencia entre la muchedumbre que había sobrevivido. Luego se puso en camino a Turquía, donde terminó como obispo e hizo, de los regalos, una tradición.
Y hay otro dato: desde mediados del siglo XIII, la fiesta de San Nicolás se celebra la noche del 5 al 6 de diciembre. Pero dos siglos más tarde se creó la imagen del niño Jesús repartiendo regalos en el día de Navidad: por esa razón, San Nicolás dejó de bajar al mundo el 5 y pasó a fusionarse con la visita del niño.
Desde 1500, esta costumbre se extendió por toda Europa. No obstante, la marca de San Nicolás quedó indeleble: St. Nicklauss, St. Nick, St. Klauss, Santa Clós. En Italia tomó el nombre de Babbo Natale (Padre Navidad) y en Francia, el de Père Noël. Esta es la versión que adoptó España y que trasladó luego a América castellanizada como Papá Noel.
Los holandeses llevaron esta tradición a Estados Unidos. Entre las costumbres que implantaron, estaba la fiesta de San Nicolás o Sinterklaas (precisamente el 5 y 6 de diciembre).
En 1809 el escritor Washington Irving escribió Historia de Nueva York , una sátira donde el santo holandés aparecía nombrado con la pronunciación defectuosa de los holandeses: "Sinterklaas" sonaba, para Irving, "Santa Claus". Si bien la tradición española daba más importancia a los reyes magos, el crecimiento de la imagen de Papá Noel quitó algo de brillo a los magos de Oriente.
Más allá de las historias, de los dimes y diretes, de los defensores y detractores, lo que perdura es la ilusión de algo superior y mágico que despierta esperanza y sonrisas en los niños.
Y otras tradiciones
Hoy en Occidente se viven momentos de alegría porque ésta será Noche Buena y mañana Navidad. Eso favorece un clima de concordia donde las familias se aprestan a reunirse, celebrar y cumplir con los rituales de esta fiesta. Aunque el desgaste que supone para muchos, es casi como un castigo, pero dejemos a los amargos con sus amarguras.
Cierto es que la celebración es única -festeja el nacimiento de Jesús- y en cada país católico hay variantes, formas propias. Por ejemplo, en Alemania los preparativos comenzaron el 6 de diciembre. Ese día se hornearon unas galletas especiales y se decoraron los hogares. Cada casa ya exhibe sus pequeños muñecos de fruta y los chicos se preparan para dejar sus cartas dirigidas a "Christkind", Papá Noel.
Los austríacos colocan en sus casas una corona con cuatro velas y se va encendiendo una cada semana (de Adviento), hasta llegar a la Navidad. En los mercados de Austria se venden bolas de colores brillantes, estrellas de paja y todo lo necesario para adornar el árbol. Los chicos piden sus regalos al Niño Jesús, que viene el 24 de diciembre. En los hogares se come el tradicional pavo, cosa curiosa, ya que el pavo es un ave americana pero se impuso en la dieta y es la comida típica en Europa.
En la plaza de la Catedral, en Viena, suenan los valses toda la noche y se bebe champagne bajo las estrellas. En Bélgica se disfruta mucho con la cena navideña pero allí lo distintivo es el postre, que se llama "La bûche de Noel". Allí a Papá Noel lo llaman San Nicolás y reparte sus regalos el 6 de diciembre. El Viajero sabe que aquí es muy importante el desayuno del 25 que se acompaña de un pan dulce, el "Cougnolle", que tiene la forma del Niño Jesús.
En Australia, es tradicional cenar un pavo con jamón y "plum pudding" de postre. Como es verano, las familias sacan sus mesas al patio. En Sydney la gente se moviliza hasta la playa. En vísperas de la Navidad, cantan los villancicos a la luz de las velas.
Claro que las navidades latinoamericanas también tienen sus delicias. Para estas fechas, en Bolivia se adornan los parques con árboles navideños, pesebres e imágenes de los Reyes Magos. La noche del 24, los niños van a dormir temprano y se los despierta para el brindis de la medianoche. En ese momento se comparte un plato llamado "picana", un caldo casi picante con algo de dulce: para los extranjeros es un plato exótico. Después de la cena, las familias se suman a la procesión con la imagen del niño Jesús. Es una ceremonia particularmente conmovedora en Sucre, donde los niños cantan villancicos y acompañan la procesión.
Nuestros vecinos brasileños, esperan con abundante comida la llegada de "Papai Noel". Si bien se impone en muchas cenas el pollo o pavo con ensaladas, fruta y cerveza, otras mesas suman comidas típicas como el lechón. Entre los dulces, sobresalen los típicos panetones. También las "rabanadas", hechas con un pan bañado en leche, que luego se fríe y se espolvorea con azúcar y canela: el resultado es una torreja.
Este entusiasmo se puede ver también en la lejana Chipre, aunque con otros rituales. Papá Noel también trae regalos, pero se valora mucho la ropa. Los niños recorren las casas vecinas cantando antiguas canciones bizantinas -se las llama "Kalanda"- que los ocasionales espectadores agradecen con monedas o dulces. Aquí la Navidad se celebra el 25, día en que se reúne la familia. Es la oportunidad para cortar el "basialopita", un delicioso pastel que esconde en su interior una moneda. Comidas y bebidas se alternan con reflexiones y buenos augurios.
Sin duda, las navidades, más allá de las quejas por parte de muchos fastidiosos, siguen siendo una gran excusa para el encuentro. Y siempre será mejor mirarse cara a cara y beber una copa juntos, que fingir un brindis por Facebook.