Papá Noel - Por Jorge Sosa

El tipo tiene que vestir ropa de pleno invierno nórdico en pleno verano del sur. Y no tiene dónde estacionar.

Papá Noel - Por Jorge Sosa
Papá Noel - Por Jorge Sosa

Hablamos ayer de él. Y me parece que es importante que lo conozcamos más en profundidad. Me refiero a Papá Noel, ese señor muy bien comido que anda con un traje más colorado que algo de contratista, vestido como para atravesar, con gripe, el invierno de Estocolmo, en un trineo tirado por ocho renos, hecho por el cual ya han protestado airadamente la Fundación Cullunche y Greenpeace.

Este señor es nada menos que San Nicolás, que fue un obispo de Asia Menor del siglo IV (yo no sé cuándo va a crecer de una vez por todas esa parte de Asia que hace como dos milenios viene siendo menor).

Aunque de su vida se sabe muy poco, se dice que en Asia Menor fue obispo de Myra y que fue perseguido y capturado por los romanos, siendo más tarde liberado por el emperador Constantino I. En el siglo XI sus reliquias fueron llevadas a Bari, Italia (lugar de peregrinación), de ahí su nombre.

Se ha convertido en el patrón de Grecia y Rusia, de los marineros, de los niños e investigadores. En Gran Bretaña y Europa continental podemos encontrar la costumbre de entronizar el día de San Nicolás a un obispo-niño, quien ostenta el título hasta el día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre.

San Nicolás se destacó por salvar marinos atrapados en la tempestad, que no sé cómo se largan a navegar con esta tormenta de la San Pascua. Pero también se destacó por dar generosos regalos a los pobres. Igualito que nuestros gobiernos.

Su fábula se extendió por toda Europa como donante de regalos. En Alemania se lo hacía cabalgando por el cielo en un caballo, vestido como un obispo y acompañado por Black Peter, un genio cruel cuyo trabajo consistía en azotar a los niños malos (después hablan de la violencia familiar de ahora).

El simpático personaje del que hablamos tiene varios nombres: le dicen Pére Noël, en Francia; Junlenisse en Escandinavia; Father Christmas en Inglaterra; Sinter Klass en Holanda; el Viejito Pascuero en Chile; y Cholo entre sus amigos.

Pues bien, el look que luce el Papá Noel actual no tiene un corno (o dos cornos) que ver con la forma de vestir que tenía el auténtico San Nicolás. Fue una ocurrencia del dibujante norteamericano Thomas Nast, que allá por 1860 decidió dibujar al gordito regalero como él lo veía.

Y así quedó nomás y por quedar así no son pocos los inconvenientes que debe soportar; el primero ya sabido por todos: vestir ropa de pleno invierno nórdico en pleno verano del sur, para colmo gordo, el tipo transpira más que Luis Miguel después del vigésimo bolero.

Otro inconveniente: no tiene dónde estacionar y si consigue estacionamiento se arriesga porque al volver puede encontrarse sin carestéreo, sin trineo y sin renos. Aparte, para entrar en cualquier casa tiene que eludir rejas, chocos y alarmas. Si hasta para los cacos es difícil miren si no va a ser difícil para él. Y todo esto sin hacer ruido, sin hacerse ver, es un despropósito.

Y para colmo, para poder entrar tiene que esperar que los mayores distraigan a los menores: -¡Miren, miren, vengan a ver los fuegos artificiales! ¡Qué lindos! - ¡Vengan chicos me parece que por el fondo anda Papá Noel! - ¡Chicos, vengan al patio que les voy a sacar una foto con el teléfono!

Todos inventos para que el gordito pueda cumplir con su trabajo, a solas, armando lío cuando se caen las tarjetitas y no sabe de qué paquetes se cayeron, sudando como tapa de olla y sin alguien que le convide al menos un vaso de Coca Cola que fue la que le cambió el look.

En fin, a un amigo mío le dicen Papá Noél: es una mentira y trabaja una vez al año.

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