Un mes después de su elección como primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia, el argentino Francisco pasa a la acción con la designación ayer de un grupo de ocho cardenales para asesorarlo en la reforma del gobierno central de la Iglesia, sacudida por una serie de escándalos por corrupción e intrigas.
Los ocho cardenales tendrán la tarea de "asesorarle en el gobierno de la Iglesia" y estudiar un proyecto de reforma de la Constitución sobre la Curia Romana, anunció ayer en un comunicado el Vaticano.
El cardenal Jorge Bergoglio fue elegido Papa hace un mes, el 13 de marzo pasado, con el objetivo de reformar las estructuras de gobierno de la Iglesia, desacreditadas por una serie de revelaciones en la prensa sobre una trama interna de corrupción, sexo y tráfico de influencias.
Con la creación del grupo de asesores, el Papa, que hasta ahora no se había pronunciado públicamente sobre el tema, pasa a la acción, tal como habían exigido los casi 90 cardenales de los 115 que lo eligieron como Pontífice en el cónclave.
Los ocho cardenales iniciarán su primera reunión del 1 al 8 de octubre, señal de que tendrán todo el tiempo necesario para estudiar los asuntos más delicados.
El grupo está compuesto por cardenales de los cinco continentes y está coordinado por una de las mayores personalidades de la Iglesia latinoamericana, el hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, presidente de Cáritas Internacional, conocido por sus posiciones a favor de una renovación del gobierno central de la Iglesia.
También forma parte del grupo el chileno Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago de Chile, con experiencia en la política vaticana, al haber desempeñado cargos en la década de los 90 como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y miembro de varios dicasterios (ministerios) pontificios como el de Laicos, de Emigrantes e Itinerantes, para los Operadores Sanitarios.
Para responder a los cambios que la institución pide, el Papa incluyó entre sus asesores a un purpurado ejemplar, el estadounidense Sean Patrick O'Malley, arzobispo de Boston, fraile capuchino que habla perfectamente español, espiritual y severo, quien se pronunció abiertamente contra las intrigas y juegos de poder de un Vaticano dominado desde hace siglos por los tejemanejes de purpurados italianos.
La experiencia de O'Malley es un modelo ya que no sólo recuperó la imagen dramática de Boston debido al escándalo por abusos sexuales, sino que vendió inclusive la residencia del arzobispo para trasladarse a una modesta habitación en un seminario.
También forman parte del grupo el italiano Giuseppe Bertello, un hábil diplomático, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano; el indio Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; el alemán Reinhard Marx, arzobispo de Munich y Freising; el congoleño Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, y el australiano George Pell, arzobispo de Sydney.
Los purpurados deberán revisar la Constitución Apostólica "Pastor Bonus" sobre la Curia Romana de 1988, promulgada por Juan Pablo II, precisa la nota divulgada por la Secretaría de Estado.
Francisco tiene claro que fue elegido para recuperar la autoridad perdida, por lo cual deberá iniciar una suerte de revolución pacífica y romper con el viejo lema que sostiene que "los Papas pasan pero la Curia queda".
Con sus asesores, con los que se mantendrá en permanente contacto -subraya la nota-, el Papa debatirá y decidirá los cambios necesarios, una forma de gobierno colegial nuevo, según el modelo de los jesuitas, promovido también por el Concilio Vaticano II, que pedía una mayor democratización de la Iglesia.
Francisco ha sido informado de la situación, ya que recibió de manos de su predecesor, Benedicto XVI, el informe ultrasecreto de 300 páginas realizado por tres intachables cardenales, en el que se describen las luchas internas por el poder y el dinero, así como el sistema de chantajes basados en debilidades sexuales, según las filtraciones de prensa.
No se descarta que el Papa termine por reducir el número de ministerios y consejos pontificios de la Curia y se atreva a prescindir del controvertido Banco del Vaticano, acusado de blanqueo de dinero, y lo convierta en una banca ética, dedicada sólo al microcrédito, como exigen amplios sectores católicos. El momento crucial para esos cambios será cuando designe al nuevo Secretario de Estado, la mano derecha del Pontífice que, por tradición, maneja los asuntos más complejos del papado.
Según un importante prelado, varios organismos de la Curia serán fusionados, mientras que otro confesó que el nuevo estilo sencillo del Papa y sus orientaciones comienzan a irritar a influyentes miembros de la burocracia vaticana.