El cierre de las fronteras de Mendoza, la suspensión de los vuelos procedentes del exterior y las medidas para proteger a los grupos de riesgos, dejan consecuencias en la economía local.
A raíz de estas medidas, necesarias desde el punto de vista sanitario, quedarán secuelas. En principio, hay un impacto directo sobre el turismo. Mendoza venía registrando nuevos récords de visitantes y sobre todo del exterior, lo que movilizaba a miles de empresas, transportes, restaurantes, hoteles y diversos servicios que, por estos días, están paralizados.
El daño a este sector y a la economía será significativo porque no se sabe la duración del evento. Además, es un sector que tiene elevada utilización de mano de obra de alta calificación que sufrirá consecuencias, al menos mientras dure el problema sanitario.
También hay una afectación directa sobre el comercio. Salvo los que se dedican a la venta de alimentos, otros sectores están casi totalmente paralizados. No funcionan los centros comerciales y pocos negocios de proximidad, con mayor daño sobre sectores textiles, calzados y artículos del hogar.
Hay que recordar que el sector Comercio, Restaurantes y Hoteles representa el 20% del Producto Bruto Geográfico y, además, es intensivo en materia laboral, por lo que el efecto arrastre es muy importante a la hora de medir el nivel de actividad de la provincia.
El sector agrícola tradicional está en el fin de su ciclo anual, pero la vitivinicultura está promediando la cosecha de las variedades más valiosas y el Gobierno provincial ha pedido exceptuar al sector primario para que se puedan levantar las cosechas.
Luego de la uva sigue la cosecha de aceitunas y se presenta el mismo problema, que por ahora ha sido solucionado, pero falta conseguir cosechadores ya que no hay mucha gente dispuesta y no se puede esperar la llegada de obreros “golondrina”.
El sector petrolero tiene su propia crisis, porque la caída del precio del crudo había comenzado en febrero pero el tema se agudizó por una disputa entre Rusia y Arabia Saudita. Hoy el crudo promedia los 25/26 dólares por barril y el Gobierno de Rodolfo Suárez pidió al gobierno nacional fijar un precio sostén en torno de los u$s 54 por barril, para evitar la caída de los ingresos por regalías, pero también para evitar que las empresas abandonen los yacimientos o bajen la producción.
Esta solución está lejos de llegar ya que el gobierno está atendiendo las urgencias de personas de bajos ingresos, monotributistas, autónomos y cuentapropistas que trabajan de manera informal. Es muy complejo pensar que el gobierno pueda subsidiar casi el doble del precio internacional el crudo.
También el sector de transporte y logística sentirá las consecuencias, aunque en menor medida porque deben asegurarse el abastecimiento en todo el país. Incluso tienen la posibilidad de continuar con viajes internacionales, aunque la demanda ha bajado en todos los países.
Esta crisis es global y las medidas restrictivas rigen en todo el mundo. Es prioridad entender la significación de la pandemia. El Gobierno nacional anunció medidas de apoyo a diversos sectores, aunque no se conocen los instrumentos. Hay que pensar que estaremos durante unos 90 días muy complicados y el Estado sufrirá al igual que sus proveedores. Queda para el futuro meditar sobre las enseñanzas que dejará y de qué manera deberá cambiar nuestra forma de producir, de consumir, de administrar y de gobernar.
En suma, es un momento en que las aspiraciones sectoriales deben postergarse en función del objetivo común de la sociedad que es enfrentar el avance de la pandemia, tratar de mitigarla y afrontar sus consecuencias.