Argentina perdió ayer 23 a 20 con Brasil por las semifinales del torneo Panamericano que se desarrolla en el predio de Tecnópolis, Buenos Aires. Tras quedar eliminada de la definición del certamen hoy disputará el tercer puesto con Uruguay para conseguir una de las tras plazas al mundial de Francia 2017.
Si frustación es el sentimiento, coherencia es la conclusión. Porque en los más recónditos espacios de la razón el equipo argentino sabía que el nivel que tuvo en los últimos dos partidos (derrota con Groenlandia y triunfo agónico con Chile) no había sido bueno. En oposición Brasil viene rompiendo su propio record de goleadas en cada encuentro.
Aun teniendo en cuenta la diferencia en el juego el equipo argentino jamás fue goleado por su par brasileño. Las claves de la derrota aparecen en las incesantes lesiones que sufrió el equipo argentino antes y durante el Panamericano y las modificaciones en defensa que le dieron a Brasil contragolpes letales en el final del partido.
Porque aunque las posibilidades eran pocas, por el gran trabajo defensivo con continuos bloqueos de Brasil, los Gladiadores nunca cesaron sus intentos y bajo la organización de Sebastián Simonet -con buen nivel en los remates reflejado en sus dos goles y mucho más en las asistencias - hubo momentos en que la ventaja albiceleste en el marcador podría haber determinado un desenlace distinto.
En el primer tiempo Federico Fernández desde su extremo izquierdo se mezclaba de pívot y era una clara opción de ataque. Así convirtió cinco goles cooptando el simbólico puesto de goleador del conjunto albiceleste. Federico Vieyra también también se destacó en la primera parte con grandes penetraciones por la derecha logrando un total de cuatro tantos.
Brasil con mucho recambio de nivel en el banco de suplentes, tenía un ataque regular certero en los lanzamientos. Compuesto por su lateral izquierdo Haniel Langaro, el central Diogo Hubner y de lateral izquierdo Jose Toledo que haciéndole honor al numero diez que llevaba en la espalda destrozó la defensa argentina con penetraciones y amagues en velocidad.
El cambio defensivo de Brasil en el segundo tiempo es la clave para entender la derrota de Argentina. Su entrenador, Jordi Rivera, estableció un 5-1 con Felipe Borges suelto. Este jugador es uno de los verdugos de los Gladiadores porque sus quites, que cortaban la generación de los ataques argentinos, iniciaron veloces contragolpes brasileños que terminaron con mucha efectividad, en gol.
“Al final exploramos esto de los cambios, con nuestro físico corriendo, corriendo y corriendo (sic) y al final ellos se cansaron y así fue la diferencia.”, explicó después del partido el brasileño Toledo para dejar en claro que el contragolpe en velocidad a partir del quite defensivo, fue fundamental en la victoria de su equipo sobre Argentina.
A las artimañas de Brasil se suman el fantasma de las lesiones albicelestes que en medio del partido agregaron un nuevo sufrimiento a Sebastián Simonet, quien tuvo que dejar la cancha por un traumatismo con esguince de la articulación acromioclavícular en el hombro derecho. El capitán del equipo, Gonzalo Carou, también protagonizó el fatídico capitulo ya que su participación en este encuentro, así como ante Chile, se vio menguada por la fractura que sufrió en su mano izquierda previo al torneo.
Sobre el final Pablo Simonet convirtió un golazo de globo redondeando una gran presentación de su juego en este Panamericano. Por vender cara la derrota Argentina sigue siendo gladiadora y mañana a las 19 tendrá la obligación de ganarle a Uruguay (perdió con Chile 31-24 la semifinal) si quiere disputar el Mundial de Francia 2017.