Andes Football Club venía con la moral en alza luego del triunfazo conseguido en el Este provincial ante La Libertad, por eso el cachetazo que significó perder como local ante Atlético Palmira, que llegaba a este compromiso como el colero de la zona, dejó más dudas que certezas en un equipo que parecía encontrar su norte y vio sacudidas sus bases.
Esos imprevistos que tiene el fútbol, y que hacen tan lindo a este deporte, hicieron que ayer se viviera un partido emotivo de principio a fin, con la incertidumbre del marcador final hasta el pitazo del colegiado Jesús Robles, de correcta labor.
Tal como sucedió en su anterior visita al sur provincial, ante Pacífico, Palmira dio el primer golpe. Sin embargo, a diferencia de aquella primera vez, la desazón se apoderó de todos los rincones del estadio del Croto, que había ingresado con demasiadas imprecisiones al juego y lo pagaba caro en apenas 6' de juego.
Ese fuego sagrado que tanto lo caracteriza, esta vez estuvo ausente y volvió a sufrir de local, tal como le sucedió frente a Luján Sport Club, en el empate por la segunda fecha del torneo. Desde ayer, Andes FC aprendió una nueva lección: de local costará el doble.
Palmira encontró la ventaja y siguió yendo al frente, decidido a salir de la mala racha en la que llegaba inmerso. Sin embargo, desperdició claras ocasiones de gol frente a Seoane, que se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la tarde, y sufrió en su valla.
"Propusimos jugar, tenemos jugadores de buen pie y se nos dio. Ojalá sea el despegue. Ahora podemos trabajar tranquilos". Cristian Mortes - Volante - Palmira.
El Jarillero pasó de la confianza absoluta frente al gran rendimiento de sus hombres en ofensiva a la angustia de volver a sufrir un empate cuando mejor jugaba. De una pelota parada (¡Sí, la vedette del torneo!) Andes encontró la igualdad con Devia y quedó flotando la sensación de ser demasiado premio para los alvearenses. Palmira masticaba bronca por un empate que tenía olor a injusticia. Una vez más, había hecho los méritos y se iba con sabor a poco.
En el descanso, luego de la habitual charla para reforzar conceptos, el visitante saltó al complemento con la misma determinación de ser protagonista y se aprovechó de la indecisión del elenco local. Palmira manejaba los tiempos y el balón y encontró el premio desde un balón detenido, cuando Carmona desvió con el taco un tiro libre. La ventaja no apagó la determinación de los dirigidos por el “Loro” Ortiz. Había en el aire un olor a final de las tristezas cosechadas hasta el momento en el certamen. Sobraba confianza.
Sin embargo, los benditos imprevistos del fútbol se encargaron de prender las alarmas una vez más. Andes había hecho demasiado poco para merecer al menos un punto y sin embargo ponía las cosas iguales tras un penal de Anzorena.
El final, agónico, lleno de más errores defensivos del local, terminó siendo un tiro para el lado de la justicia. Un balón cayó en el área tras un tiro libre, nadie pudo rechazarlo y apareció Constantini para darle con alma y vida, tal como juega este Palmira que ayer encontró su premio justo ante uno con grandes pretensiones.