Cuando las vías del tren comenzaron a unir los rincones más alejados del país, un grupo de obreros del entonces Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico -BAP- que trabajaba en la instalación de los rieles y que se reunían semanalmente para jugar a la pelota, decidieron constituir un equipo de fútbol al que denominaron Tracción y Talleres en homenaje a la sección y al lugar donde desarrollaban sus tareas.
Así nació el 31 de enero de 1912 el club que, al fusionarse en 1918 con Juventud Unida, pasó a llamarse Pacific Club Athletic Palmira que después de años de pasión, gloria y esfuerzo celebró su centenario. Es después de Gimnasia y Esgrima, fundado en 1908, la segunda entidad más antigua del fútbol local. Apenas un año mayor que Independiente Rivadavia, que en 2013, también festejó sus 100 años.
El primer grito
El título de campeón de 1930, quebró una larga hegemonía de Azules y Blanquinegros (que desde 1922 se habían repartido la gloria en la Liga), y su recordada participación en la primera edición de la Copa Argentina que se jugó en 1969 y en la que eliminó a Independiente de Avellaneda, son los hitos futbolísticos más importantes en la larga trayectoria de la popular institución Aurinegra. Entidad que figura entre los clubes fundadores de la Liga Mendocina de Fútbol en la década del 20.
El Club Atlético Palmira nació y creció en terrenos cedidos por aquella empresa ferroviaria y en la que sólo crecía la jarilla, una región rodeada de montes agrestes y de características muy áridas y secas. Así nació el mote de “Jarilleros” que, con el paso del tiempo, se hizo famoso y que con legítimo orgullo lo ha acompañado desde siempre.
Lejana época en la que también adoptó los tradicionales colores ‘negro y amarillo’ de su camiseta que eran los mismos de las barreras del ferrocarril y de las banderas que prevenían el peligro cuando se reparaban las vías del tren.
El club también fue conocido con el mote de Aurinegro, además de la Bomba en los años de Raúl Moral como entrenador y de la Escobita (compartido con Gutiérrez Sport Club) en otros períodos. En tanto que, el nombre de Palmira provenía de una mujer que -hacia 1885- era la encargada de una posta que atendía a los viajeros que cumplían a caballo el trayecto entre Mendoza y Buenos Aires, cuando la zona era apenas un caserío de techos bajos.
Spano y los 30
Antonio “Tapita” Spano, conocedor como nadie de esa rica historia de 100 años, llegó a ocupar el cargo de presidente en su querido club Palmira. Él, que fue jugador y también entrenador del equipo Aurinegro, se quiebra hasta las lágrimas cada vez que recuerda aquella inolvidable vuelta olímpica del 30: “¡Qué campeonato! ¡Se lo ganamos a la Lepra por un punto! Había cumplido 10 años y mi tío Andrés me llevaba de la mano a la vieja cancha.
En la penúltima fecha le ganamos a Gimnasia y Esgrima -3 a 2 - de visitantes, en el parque, y como viajaron tantos hinchas en tren, esa tarde las autoridades del ferrocarril tuvieron que agregar varios vagones. Por la noche la gente festejó con guitarreadas hasta la madrugada con vino y empanadas en la plaza del pueblo.
Me acuerdo que en la casona del ‘Cotudo’ Castro, una de las grandes estrellas de aquel equipo, se improvisó un fogón que resultó animado por las violas de Hilario Cuadros y de su gran amigo Canciani, que aquel entonces integraban el famoso conjunto Los Trovadores de Cuyo y que llegaron de Rodeo de la Cruz a compartir los festejos”.
El equipo campeón recuerda, formaba normalmente con Labrador; Rojas y Torres; Rozas, Barrionuevo y Arrieta; Cruz, Videla, José Castro, Domínguez y Ramón Vila. Aquella campaña estuvo signada por 8 triunfos, 5 empates y 3 derrotas, con 33 goles a favor y 22 en contra.
Además del centrodelantero Castro, otras figuras legendarias de los comienzos del aurinegro fueron: el ‘Ñato’ Francisco Hernández y el ‘Gato’ Luis García según evoca el masajista Javier Pocho Aciar, que nació y vivió en Palmira hasta los 15 años.
El Jarillero ya sabía de victorias, porque había ganado con anterioridad la Copa Competencia (en 1923) al derrotar a Gimnasia (1 a 0) pero no se trataba de un certamen oficial. Más recientemente logró el título del Apertura 2001 y también el Clausura 2003, pero no alzó las Copas anuales de esos años de la Liga Mendocina.
Epifanio, con aires de ídolo
Hijo del canchero del club, Miguel Epifanio Ortega se convirtió en el jugador más querido, en el ídolo más grande del club de sus primeros 100 años de vida. El ‘Pollo’, como se lo conocía en el seno familiar, el menor de siete hermanos, corría descalzo cuando su padre ponía a punto la cancha para cada partido. Además de hincha Jarillero desde la infancia, después fue mascota, alcanza pelotas, futbolista y capitán.
Referente con su zurda, sus goles de tiro libre, su técnica y habilidad en las décadas del ‘60 y del ‘70, época de otras glorias que nunca se olvidan como Ripamonti, Rubens, Montero, Camargo, Muñoz, Toledo, Fuentes, el ‘Flaco’ Zuvialde, el ‘Loro’ Allende, el ‘Rulo’ Rivas, el ‘Ruso’ Dubrowszczyck, Giménez, el ‘León’ Estrada, Ormo, Nores, Aldo González, Bricco, el ‘Negro’ Roldán, Báez, Avellaneda, Ravelli, Alejandro Vázquez, Morgavi, Loyola, Oscar Cenci, Escalante, González Hermoso, el ‘Reca’ Traverso, Bartolucci, Alcaraz, Quiroga, Maulén, Sergio Abel Vázquez, Calderón, Cardozo y tantos otros que esos años honraron la casaca Aurinegra.
Cuenta Orteguita, mientras comparte un café en una confitería céntrica con el periodista de Más Deportes: “Mi papá cortaba el pasto, remarcaba las líneas de cal, cosía las redes cuando se rompían y limpiaba los camarines que eran dos vagones de un tren que se encontraba fuera de recorrido.
La utilería era mi casa y me metía descalzo a la cancha para jugar a la pelota. Los chicos me habían puesto ‘Pollo’ porque era algo pequeño y rellenito, aunque luego adelgacé y me estiré un poquito. Fui mascota, alcanza pelotas y jugué en las inferiores hasta que un día cumplí el sueño de debutar en la primera.
Tenía 14 años allá, por 1960, cuando vi jugar en Palmira a Carlos Cecconato, aquel formidable delantero de Independiente de Avellaneda y de la Selección argentina. La gente venía en bicicleta y en camiones al estadio y se colgaba del alambrado. Mi papá me contaba que no se podía creer que un jugador de semejante calidad hubiera llegado a la institución.
Aún me acuerdo de memoria la formación de Palmira aquella tarde: Lospenatto en el arco; Iglesias y Leone como zagueros; Quiroga, Camilo Pérez y Ravelli en el mediocampo y Tissera, Cecconato, Berazza, Nery Soto y el Nene González Hermoso en la línea de cinco delanteros. De esos tiempos recuerdo además a Aguilera, Bartolucci, Hugo Pastoriza, Maulén, Laciar, Ríos, Hernández, Luna, Ovejero y Orlando Cipolla”.
Copa Argentina y el turco Julio
Jorge Julio, el llamado “Técnico de las cuatro décadas”, es el entrenador más ganador en la historia del fútbol mendocino. Formado en su ciudad natal Junín, en Buenos Aires en la escuela de Osvaldo Zubeldía, en su primera experiencia a nivel local, fue el padre espiritual de aquel equipo de Atlético Palmira que, a fines de los 60 causó sensación en la Copa Argentina y en el torneo de Los Cuatro que se jugaba para clasificar el representativo mendocino al Nacional.
El popular y exitoso ‘Turco’ Julio siempre evoca que fueron tiempos difíciles: “Al principio con los muchachos que habían llegado de afuera -Zuvialde, Allende y Traverso- no teníamos ni para comer. Poníamos los fideos en la olla, le echábamos un pedazo de carne, revolvíamos y comíamos lo que podíamos. Así se hizo un equipo de hombres que tantas satisfacciones dio a la gente y que jugaba muy bien al fútbol. Después de los Rojos tuvimos que enfrentar al Lanús de Ramón Cabrero y de los “Albañiles” Silva y Acosta que nos eliminó por penales. Para Palmira tengo un agradecimiento eterno porque me abrió las puertas del fútbol mendocino cuando yo era un desconocido”.
Otros deportes
Además del fútbol, otras disciplinas como atletismo, aeromodelismo, motociclismo, pádel, vóleibol, balonmano, fútbol sala, básquetbol, ciclismo, bochas, patinaje artístico y desde 1985 el hockey sobre patines masculino y femenino (gracias a un ambicioso proyecto del ex-internacional Mario Rubio), también han pasado por la institución.
En 1942 se logró la personería jurídica (30-03-42), y se remodeló el estadio que ubica en la Avenida del Libertador y Carlos Gardel. Se construyó el estadio cubierto que actualmente lleva el nombre de “Enrique Álvarez” para la práctica del hockey y se concretó el proyecto de la sede social propia en la avenida Alem 75, donde en la década de los 70 se levantó la secretaría y el salón de fiestas que ocupa dos plantas. además del gimnasio polideportivo sobre calle San Martín.
Los nombres de Gladys Ortega, Elina Urbano, Leandro Espínola, Sonia Molina, Alfredo Maravilla, Oscar Trinca y Miguel Batistella, entre muchos más, también llenan de orgullo a la centenaria entidad.
Los presidentes
Francisco Winne, Julio A. Rico, Silvio Ciacaglia, Pablo Baggini, José M. Pizarro, José Castro, Ricardo Roust, César Flores, Jorge Juri Bulos, Ángel Pérsico, Francisco Rovello, Guillermo Lacón, Juan Kairuz, Oscar Riquelme, Tomás Catapano, Alfredo Papalardo, Juan Di Paola, Francisco Agüero, Patricio Pizarro, Enrique Álvarez, Rubén Álvarez, Salvador Patti, Antonio Spano, Robi Dentoni, Munir Shwalman, Luis Lazo, Tomás Ortiz, Sergio Oscar Melero y Raúl Moyano han presidido la entidad.