La capital de la isla de Mallorca, situada en la bahía homónima, posee un clima privilegiado todo el año (17,9 °C de temperatura media anual, por lo que en cualquier momento puede hacer playa). Además su precioso casco antiguo con la Catedral, el Palacio de la Almudaina, la Lonja y la Plaza Mayor son los sitios en los que las horas pasan a buen ritmo y color. Hay que tomarse tiempo para disfrutar de este pedacito balear. algunos de los rincones en los que el viajero deberá detenerse.
¿Nos encontramos en la Cantera? No hay quien no realice un paseo por allí. Desde locales pasando por cruceristas que arriban por el día, hasta los turistas que vacacionan en Palma. Las Canteras es urbana y espectacular, ostenta uno de los atardeceres soñados de España y además brinda todo lo necesario para pasar un día de sol y diversión. Tumbonas y tragos, nadar, realizar paddle surf o caminar en cualquier época es habitual. Además buenos comercios para souvenirs y para los vestidos o short que explotan en temporada.
El tubo perfecto. Los surfistas están de parabién en las aguas de Mallorca, El Confital es el sitio dilecto de los que aman domar las olas. Además hay cuevas y pozos de lava que recuerdan los orígenes.
Vegueta, pasión de multitudes. Además de albergar la Casa de Colón (visita gratuita), la catedral, algún que otro museo y el hogar donde nació Alfredo Kraus, también luce el flamante D'Vegueta Market. Situado en la antigua plaza de abastos, totalmente restaurada con 18 puestos para los paladares gourmet. Además, los domingos se puede realizar alguna compra de fruta y vegetales, pero sobre todo artesanía, en el mercadillo que instalan en la Plaza del Pilar Nuevo.
La mejor foto. Hay que llegar hasta el Mirador de la Cornisa para obtener la mejor perspectiva de la ciudad. Desde aquí, todos los puntos importantes como los barrios de Triana y Vegueta, el Parque de San Telmo o el Castillo de Mata. La opción más cómoda para explorar el trazado urbano es en bicicleta eléctrica, disponible por 20 euros/día. Otra opción es la Ruta por el Casco Histórico (6 euros), que durante una hora aproxima a los detalles históricos y simpáticas anécdotas de la capital.
Gastronomía de lujo. La mesa balear es un fiel reflejo de la cocina mediterránea. Productos con Denominación de Origen propia como la sobrasada, el queso de Mahón y los vinos de Binissalem-Mallorca, hacen delirar a los viajeros. El tumbet -un guiso de verdura compuesto por patatas, pimientos fritos y berenjenas con salsa de tomate-, los arroces de pescado o el "pa amb oli" (rebanada de pan untada con aceite y tomate) no deben faltar en cualquier degustación. Carne de caza, pescados, mariscos, y frutas como verduras en sus diversas combinaciones hablan de una cocina con identidad.
Y a la hora de los dulces, nada mejor que una ensaimada y alguno de los licores que aquí se destilan como palo, gin o hierbas.
Para armar la agenda hay que dar un paseo por los restaurantes más frecuentados en el casco antiguo, el Paseo Marítimo, el Paseo del Born, Santa Catalina, Es Molinar. Para comprar, el mercado del Olivar es un encanto.