Cuando éramos pequeños, nuestros maestros solían ejercitar en clase la formación de familias de palabras; en general, el parentesco se establecía a partir del comienzo de un vocablo y el estudiante, para dar cumplimiento a su tarea, iba preguntando a todos los miembros de su familia qué término se emparentaba con la base dada en clase.
Así se enriquecía y ampliaba nuestro vocabulario. Pero, casi nunca, nos hicieron relacionar los vocablos a partir de un final común. En estos días, en que tanto se insiste en la diferencia entre “suicidio” y “homicidio”, cabe preguntarse si en nuestra lengua hay muchos vocablos que tengan ese final en “-cidio” y qué significado toman los términos que lo incorporan.
Esa terminación “-cidio”, como también “-cida”, son elementos compositivos derivados del verbo latino “caedere”. Este verbo tenía múltiples valores significativos: “cortar, hender, romper, golpear, herir, abatir, destrozar, aniquilar, matar, asesinar…”.
En relación con los dos últimos valores, vemos que tanto uno como el otro elemento compositivo figuran en numerosos términos, algunos más usados y conocidos que otros:
SUICIDA: es el que se da muerte a sí mismo. Etimológicamente, es "muerte de sí mismo" ya que la primera parte del vocablo, "sui", era el genitivo de un pronombre personal reflexivo latino, cuya traducción era "de sí".
HOMICIDA: se trata de un adjetivo, que puede a veces funcionar como sustantivo, y que sirve para señalar al causante de la muerte de otra persona. Ese causante puede designar a un ser humano ("El homicida huyó rápidamente") o también al instrumento manipulado por alguien ("puñal homicida"). En este caso, tenemos en la etimología latina el sustantivo "homo", cuyo valor es el de "hombre".
FRATRICIDA: nuevamente, la etimología es esclarecedora, ya que en latín "frater, fratris" nombraba al hermano. Entonces, el valor significativo del vocablo es "que mata a su hermano". Lo podemos atribuir a personas o a acciones llevadas a cabo por personas de un mismo grupo humano: "luchas fratricidas". Remarcamos, en este caso, que no debe suprimirse la segunda "r"; no diremos, entonces, "*fraticida", sino "fratricida".
PARRICIDA: el diccionario académico nos define el vocablo como "el que mata a un pariente próximo, especialmente al padre o a la madre". En este caso, explicamos la etimología del vocablo relacionándola con el adjetivo latino "par", que tenía, entre otros valores, los de "compañero, semejante de alguien, esposo, esposa, pareja".
FILICIDA: en latín, "filius" y "filia" originan, respectivamente, "hijo" e "hija". Por lo tanto, el término propuesto nombrará al padre o a la madre que mata a su propio hijo o hija.
FEMINICIDA: en la versión actual del diccionario académico, se incluye este vocablo cuyo valor se entiende a partir de la etimología latina: "femina" en latín era la mujer y, por consiguiente, el término nombra a quien comete "feminicidio", que es definido como "asesinato de una mujer en razón de su sexo". Es lo que actualmente se considera "violencia de género". Se hace la distinción entre "feminicidio" y "femicidio": se consideran como "femicidios" los asesinatos contra niñas y mujeres que se sustentan en violencias que acaecen en la comunidad y que no van dirigidas a las mujeres por ser mujeres -independientemente de que los hayan cometido hombres-, pero que tienen consecuencias irremediables para ellas, y que deben ser tomados en consideración para efectos de prevención y erradicación de la violencia comunitaria. Mucho más duro y amplio es el término "feminicidio" porque se considera en este concepto la relación inequitativa entre los sexos; la superioridad genérica del hombre frente a la subordinación de la mujer, la misoginia y el sexismo. Hay una alusión en el término a la inacción del Estado y a la impunidad existente.
Podríamos continuar enumerando palabras que, en español, designan la matanza de seres humanos, siempre a través del mismo mecanismo: la utilización, con valor sufijal, del elemento compositivo –cidio, que da la idea de muerte violenta.
Observamos que la terminación –cida, común para los dos géneros, se aplica a la persona o agente que comete la matanza, mientras que el elemento compositivo –cidio alude al hecho de la muerte violenta llevada a cabo.
Por último, reflexionemos cómo no siempre la destrucción se asocia a hechos negativos; también designamos objetos de nuestra vida cotidiana con palabras que tienen incorporado el elemento –cida: “hormiguicida”, “plaguicida”, “fungicida”, “germicida”, por nombrar algunos, en donde claramente se alude a la eliminación de seres que, de continuar viviendo, afectarían nuestra calidad de vida.
Ahora la búsqueda de términos por parentesco puede hacerse a través de internet: se encuentra en línea el Diccionario inverso de la Real Academia Española (Dirae) que nos permite contar con la totalidad de vocablos emparentados de distintas formas en nuestra rica lengua.
Bastará entrar a las páginas virtuales de este diccionario y colocar en su buscador el motivo de la búsqueda, precedido de un asterisco. Así, en nuestro caso, colocaremos *cida y contaremos con una completísima lista de términos asociados por este elemento compositivo, con su significado, su etimología y su fonética.