Ricardo Ragendorfer es la última leyenda de la crónica roja nacional. Con más de 30 años en la profesión, "Patán" (su alias), ha recorrido redacciones, ha buceado en los casos más enroscados del periodismo policial.
e ha conectado con delincuentes y con policías y con jueces por lo que ya no le queda otra que saber de lo que habla. Tiene su sello propio a la hora de escribir; son de esos cronistas que a la tercera palabra que aplica para una nota, uno los reconoce.
Como el tiempo ha pasado y Patán nunca ha dejado la prensa roja, pocos como él deben estar al tanto de lo que desde hace 20 años se llama "inseguridad" y que antes era solamente delincuencia.
Comienzos
Empecé con los Policiales en los 80 en paralelo en las revistas Cerdos & Peces y El Porteño con notas acerca de mis vecinos de San Telmo ya que algunos de ellos se dedicaban al delito. Veía que casi siempre, desde el periodismo, que se hablaba con el delincuente ya en la cárcel, lo que provoca que hable tras las rejas con todo lo que eso implica. En este caso hablaba con ellos pero en libertad. También hacía la columna "Vidas ejemplares" en las que confeccionaba perfiles de pistoleros históricos. Después, cuando entré al diario Sur -dirigido por Eduardo Luis Duhalde- me metí de lleno en lo que es la crónica policial.
El mundo del delito y el de la policía cambia constantemente. Se suele decir que antes los delincuentes tenían códigos y los de hoy no. Yo descreo un poco de eso en el sentido de que en un oficio de alto riego como es el de pistolero, el único código válido es el de la sobrevivencia. Algunos sobrellevan ese código con mayor o menor dignidad en esa franja de la sociedad donde se mueven, que es la marginalidad.
Ladrón-policía
Hasta la década del 90, los sectores que se dedicaban, por ejemplo, a los asaltos a mano armada, tenían una calificación profesional más elevada que la delincuencia actual. Debido a una constelación de factores -que incluye lo social, lo político y lo económico- hoy existe una delincuencia más precarizada, más joven y de hecho más violenta.
Ahora, también a diferencia de antes, no hay que dejar de remarcar que la connivencia de algunos delincuentes con la policía es más notoria. Antiguamente había delincuentes que no tributaban a las comisarías; hoy no les queda otra.
Seguridad
Desde el Estado -cualquiera sea el gobierno- toleran que las policías se autofinancien con el delito porque por un lado les sale más barato, y por otro, alientan el autogobierno policial. Todos saben que hay contactos entre policías y delincuentes y que se usan mutuamente. La policía muchas veces acude al mundo del hampa para resolver un caso. Y eso se paga con algo. Esa dinámica está atravesada por el llamado 'flagelo de la inseguridad' y desde el poder se muestra de manera ilusoria -con compra de autos policiales, más cárceles y con más efectivos- que se está combatiendo al delito.
Desde los medios se encarna la composición de un enemigo social que hoy en día está encarnado en un joven de 16 años que usa un buzo con capucha. Ves en la calle a un chico así y es el prototipo a vencer porque es el que te va a cagar la vida: ese chico lo va a hacer y no los que evaden millones en impuestos y se presentan en los medios con traje y corbata.
También se da algo perverso: por un lado el ciudadano común desconfía de la policía y no obstante cuando es víctima de un delito no tiene más remedio que acudir a ella aun cuando sabe en muchos casos que los chorros que le entraron a la casa fueron enviados por efectivos policiales.
Fuentes
Cada nota es un universo en sí mismo y entonces depende de los intereses del artículo. Por ejemplo, cuando escribimos "La Bonaerense" (N del A: junto con Carlos Dutil, Editorial Planeta, 1997), acudimos a fuentes policiales, pero no eran personas que hablaban porque estaban indignadas con la corrupción policial, sino que eran personas que tenían algún encono porque los habían dejado fuera de un negocio.
En la sección policiales no hay fuentes "angelicales" sino personas interesadas en decir algunas cosas y en callar otras. Repito: cada nota es un mundo en sí mismo que cada periodista tiene que ir calibrando.
Medios
La dinámica de los medios ha cambiado. No sólo por los soportes tecnológicos que parecen remplazar a la intensidad que da el recorrer la calle en busca de información. Además, la figura típica del cronista policial está en extinción: por caso, a los movileros de televisión los mandan a cubrir un crimen a la mañana y a la tarde los ves cubrir el nacimiento de una jirafa en el zoológico. Del mismo modo en los medios gráficos las secciones policiales son escritas por personas que a la vez cubren deportes o cultura.
La intrusión del concepto de "inseguridad" ha formado un subgénero en el periodismo policial cuya primera víctima es la verdad. Porque parte de la estrategia periodística de los medios grandes (hablo de medios grandes, no necesariamente hegemónicos), no es hacer crónicas, ni desentrañar cosas oscuras, sino publicar de modo sobredimensionado determinadas noticias para lograr un impacto en el público que consiste en crear un miedo social a ser víctima de un delito. Parece ser que eso es lo que vende. Por eso la sección policiales de La Nación se llama "Seguridad" y uno no sabe bien qué quiere decir esa palabra.
Cronista
A mí me gusta escribir el tipo de nota que como lector me gustaría leer. A veces privilegio el acto de ir a la calle a buscar la noticia, por sobre los bancos de información que ofrece internet porque una nota, con todo lo que implica -su investigación, su exploración- no es sino el informe de una aventura. Y cuando se está sentado todo el día frente a una pantalla, en la vida hay poca aventura.
Libros
Los doblados
Una historia polémica y maldita del pasado reciente. Es un relato verídico que explora la figura de la traición, tal vez el único tema sin saldar por la bibliografía de los 70. El libro se mete en las aulas del Colegio Militar, el búnker del Batallón 601, el Edificio Libertador, la Casa Rosada y las casas de seguridad donde se escondían las cúpulas guerrilleras, para narrar lo que llevó a los militares al poder el 24 de marzo de 1976.
Este relato nació de aquellas redes de espionaje en que se destaca Rafael de Jesús Ranier, alias el "Oso", un soplón enquistado en el PRT-ERP, a quien se le atribuye la entrega de militantes, las 53 bajas del delatado ataque al cuartel de Monte Chingolo. Ragendorfer dedicó una década a esta investigación.
Maldición de Salsipuedes
Una mujer es hallada muerta en su habitación en una casa en un barrio privado de un pueblo cordobés mientras su marido está en Uruguay, en un torneo deportivo.
El crimen revela las relaciones entre una élite pueblerina, el poder y la Iglesia. ¿Quién la mató? ¿Por qué?
La primera novela de Ragendorfer toma como punto de partida el crimen de Nora Dalmasso, ocurrido en Río Cuarto.
Crea un entrañable investigador, Urtaín, quien llegará a las mismas puertas del infierno en su pesquisa y no dudará en trasponer ese umbral.
La novela homenajea el policial clásico por el registro narrativo y la pregnancia de sus personajes.
Biografía
Ricardo Ragendorfer trabajó en los medios más disímiles: Cerdos & Peces, Ámbito Financiero, Gente y Tiempo Argentino, entre otros.
También fue coguionista de la película El Bonaerense, de Pablo Trapero, y del documental Parapolicial Negro, de Javier Diment. A su vez, filma El túnel de los huesos, de Nacho Garasino. Está basado en una crónica suya. Es autor de los libros: Robo y falsificación de obras de arte en Argentina, La Bonaerense, La secta del gatillo e Historias a pura sangre.