Sin lugar a dudas, una de las regiones del mundo que mayor provecho obtuvo en la segunda mitad del siglo XX y primeras décadas del XXI, es la correspondiente al océano Pacífico donde, según todos los especialistas, se ha trasladado el “eje económico” del Mundo por su producción, comercio, cantidad de población, con cuatro de las potencias más grandes del mundo, rodeando esa enorme olla.
La locomotora que impulsa ese enorme crecimiento es Japón, seguido muy de cerca por China, los “Cuatro Tigres de primera generación”: Singapur, Taiwán, Corea del Sur y la ex colonia británica de Hong Kong. Más atrás, la decena de países que constituyen la Asean, unos más desarrollados, otros menos, pero todos con un mismo objetivo: su crecimiento y defensa de sus intereses económicos.
¿Debemos pensar entonces que todos los Estados de la región se han trepado al “tren de la historia”? Casi cien por ciento sí. ¡Pero hay una oveja descarriada en ese redil!
Hay uno que se destaca por su ortodoxia económica marxista, por su actitud bélica, por la pobreza extrema de su pueblo y su gran aparato militar.
Al desarrollo de este último dedica toda su capacidad industrial. Ha enriquecido uranio y ha fabricado artefactos nucleares, por ello ha sido duramente sancionado por la ONU. La sanción fue aprobada por la propia China, único país que por razones estratégicas le brinda algo de ayuda. Ha amenazado a sus hermanos del Sur y a los EEUU con un holocausto nuclear sorpresivo.
En cuanto a la Comunidad Europea y otras naciones del viejo continente, que al desmembrarse la URSS recuperaron su independencia, todas han adherido a una economía de tipo liberal, de vieja data en el caso de las primeras, desde los tiempos de la Comunidad del acero y el carbón y, las segundas, al desembarazarse del agobio del imperio marxista-leninista, no perdieron tiempo en incorporarse al “tren de la historia”, asumiendo una economía ‘aggiornada’ de mercado, comerciando con todo el mundo.
La locomotora que tracciona este tren es Alemania, sobre todo luego de la caída del Muro de Berlín, que permitió la unidad de ambas Alemania, en 1989.
En cuanto al norte del continente americano, México, EEUU y Canadá se hallan firmemente vinculados por un tratado de Libre Comercio, que la potencia del Norte pretendió extender hasta el Sur del continente, proyecto que fracasó totalmente en la reunión de presidentes realizada en Mar del Plata.
En ese fracaso desempeñó un papel preponderante el presidente argentino Néstor Kirchner, quien auspició una reunión paralela en Buenos Aires, con la participación del presidente cubano Fidel Castro, quien estaba excluido de hacerlo en la reunión formal de Mar del Plata.
Con un clima tan adverso, el proyecto del presidente estadounidense George Bush fracasó rotundamente. Además fue tratado por Kirchner con una actitud impropia de un presidente anfitrión. No hace falta destacar que el motor impulsor del desarrollo en aquella parte del continente son los EEUU.
En cuanto al sur de América han predominado gobiernos populistas, nacionalistas y filocomunistas, tales los casos de Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay y la Argentina. No obstante, la mayoría, pese a su posición ideológica, se colgó del “tren de la historia” y adoptó una economía de signo liberal, no confrontativa con los EEUU ni con los organismos internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial, etc.
Las excepciones fueron Venezuela y la Argentina. Esta forma diferente de proceder obviamente iba a tener sus consecuencias. Pongamos por caso, Bolivia: pese a su gobierno socialista logra préstamos con muy bajos intereses mientras que la Argentina, no obtiene créditos y, si los obtiene, la renta que se le cobra es altísima.
También, salvo China, que constituye un renglón aparte, los inversores son muy renuentes a invertir capitales en nuestro país por falta de confianza y de reglas claras y predecibles. Además les preocupa la existencia de una Justicia adicta y muy poco confiable. A ello se agrega la falta de pago de la deuda externa a aquellos que en su oportunidad no aceptaron las condiciones impuestas unilateralmente por la Argentina.
El trasiego de dólares desde Venezuela a la Argentina, según se dijo para pagar la campaña electoral de Cristina, fue otro motivo de escándalo. La valija, portada por un sujeto de variados antecedentes delictuales en Venezuela y en los EEUU, Antonini Wilson, viajó acompañada por funcionarios locales y de Pedevesa (Petróleos de Venezuela S.A.). El charter fue alquilado por un organismo oficial argentino. El “capitalismo de amigos”, el crecimiento exorbitante del patrimonio personal de la Sra. Presidenta, la sospechosa muerte del fiscal Nisman y la de su propio esposo. El memorándum firmado con Irán, etc, etc.
Todos los países de América Latina crecieron aprovechando el boom de los altos precios de las materias primas. Dos de ellos, sin embargo, han quedado varados en la plataforma de la estación: Venezuela y Argentina. Nuestro país, en lugar de aprovechar los interesantes valores alcanzados por los graneles se dedicó a combatir al campo reflotando arcaicos esquemas de la “oligarquía vacuna”. Con ello nos hemos quedado sin ganado, sin trigo ni maíz suficientes, sin autosuficiencia petrolera ni gasífera y sin reservas en el Banco Central. ¿Qué herencia nos deja señora?
Políticamente nos hemos distanciado del mundo Occidental para establecer estrechas relaciones estratégicas con la Rusia de Putin y con una China que ahora viene actuando como una potencia imperialista más, tanto en África como en América Latina, para apropiarse de sus recursos alimenticios y extractivos, para mantener su exorbitante población y su poderosa industria y, por si faltaba algo, ha concedido a China una base de espionaje militar satelital en Neuquén, por 50 años, sin gravámenes de ningún tipo, que, en caso de conflicto mundial, nos ubica como enemigo. Ya no podremos ser neutrales como en las dos Grandes Guerras Mundiales.