La posición de Rusia en Ucrania ha suscitado una cascada de gastos militares en los Países Bálticos que, tras pasar medio siglo bajo ocupación soviética, temen ahora las ambiciones territoriales de Moscú.
Los temores de lituanos, letones y estonios se han intensificado con la actividad rusa en sus fronteras. Los aviones militares rusos pasan cerca todos los días.
Lituania ha incrementado el nivel de alerta de sus tropas el 8 de diciembre, tras ver pasar un grupo de 22 navíos de guerra rusos por el Báltico, entre ellos una corbeta fuertemente armada a 5 km de sus aguas territoriales.
Por su parte, el ministro polaco de Defensa, Tomasz Siemoniak, dijo el jueves que está “preocupado” por la actividad militar “sin precedentes” de Rusia sobre el mar Báltico en los últimos días.
Según un portavoz de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el lunes pasado hubo más de 30 aparatos rusos de diferentes tipos, bombarderos, cazas y aviones de transporte, interceptados “sobre el mar Báltico y frente a las costas de Noruega”.
De hecho, Suecia anunció el jueves la posibilidad de llamar a sus antiguos soldados para realizar ejercicios militares. El ministro de Defensa aludió al “rearme de Rusia”.
"Rechazar el primer ataque"
Ante la maquinaria militar rusa, las fuerzas bálticas solas no tendrían ninguna posibilidad. Pero, como dice el analista lituano Aleksandras Matonis, se trataría de rechazar el primer ataque y manifestar la voluntad de resistir, mientras llegan refuerzos de la OTAN.
“En el peor de los casos, si hubiera una agresión contra los países bálticos y que los planes de defensa de la OTAN se activaran, los aliados necesitarían cierto tiempo de respuesta. Los países tienen que hacer frente y rechazar el primer ataque con sus propios medios de defensa”, explica.
Estonia, Letonia y Lituania han realizado cada uno importantes compras de material y han aumentado sus presupuestos militares después de que Rusia se anexionó Crimea y ayuda a los rebeldes separatistas en el este de Ucrania.
Tras recuperar su independencia en 1991, los países bálticos se adhirieron a la Unión Europea y a la OTAN en 2004 para reforzar su anclaje en el oeste.
Los tres países incrementaron sus gastos militares. El ministro estonio de Defensa Sven Mikser firmó el 9 de diciembre en Holanda el mayor contrato militar de la historia del país, con la compra de 44 vehículos de combate CV90 y seis carros Leopard, por 138 millones de euros. Un mes antes, compró a EEUU 40 lanzamisiles suelo-aire Stinger, por 40 millones de euros.
Por su parte, el gobierno letón compró en agosto 123 vehículos de combate en Gran Bretaña por 48 millones de euros. El mes pasado, concluyó un acuerdo con Noruega para comprar 800 sistemas antitanque Carl Gustav y 100 camiones.
Lituania ha acudido a su vecino polaco para encargar el sistema de defensa antiaérea GROM, por 34 millones de euros, y cuenta gastar todavía otros 20 millones para comprar misiles Javelin a EEUU.
En seis meses, estos tres pequeños países, que tienen una población de algo más de 6 millones de personas, han gastado 300 millones de euros en material bélico.
Según la experta letona Kristina Rudzite-Stejskala, Estonia -uno de los pocos miembros de la OTAN que ha alcanzado el umbral recomendable de gastos militares equivalentes al 2% de su PBI - prevé aumentarlos al 2,05%. Vilna y Riga están muy por detrás con el 0,89% y el 0,91%, pero quieren aumentarlo al 1,1% y 1% en 2015.
Pese a estos esfuerzos, el monto total de gastos militares bálticos -1.200 millones de euros en 2014- parece irrisorio ante los 60.000 millones de euros (3,4% del PBI) gastados por Rusia.